Artículo de Investigación
La Fantasía de Todos Juntos . Etnografía a la Incomunicación de los Actores Sociales de La Macarena en el Posacuerdo[1]
A Fantasia de Todos Juntos Etnografia do Isolamento dos Atores Sociais de La Macarena no Pós-Acordo
The Fantasy of All Together Ethnography of the Incommunication of the Social Actors of La Macarena in the Post-Agreement
Mediaciones
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
ISSN: 1692-5688
ISSN-e: 2590-8057
Periodicidad: Bianual
vol. 20, núm. 32, 2024
Recepción: 11 Septiembre 2023
Aprobación: 20 Diciembre 2023
Cómo citar:: Tapias, C. (2024). La Fantasía de Todos Juntos. Etnografía a la Incomunicación de los Actores Sociales de La Macarena en el Posacuerdo. Mediaciones, 32(20), pp.44-65.
Resumen: Este artículo resulta de una etnografía inmersiva en la vereda El Carmen en La Macarena, y en la zona campamentaria de Playa Rica en el Yarí; ambos lugares en el departamento del Meta, sur de Colombia. Mediante entrevistas, observaciones de campo, conversaciones y todo su sensorium etnográfico, el investigador revela una realidad compleja: la comunicación, al igual que la nación imaginada, presentan límites evidentes. Campesinos, indígenas, firmantes de paz e instituciones públicas emergen como esferas privadas, operando como autarquías comunitarias sin diálogo entre ellas. Estas entidades resisten la construcción de espacios comunicativos compartidos, rechazando las visiones contemporáneas y tecnológicas que se conectan con el posacuerdo y la paz. No obstante, esta resistencia no es caprichosa; persisten las economías de la guerra, en particular la vinculada al narcotráfico, que obstaculizan la unión y el progreso colectivo. Este análisis profundiza en los desencantos de la dinámica social y política de La Macarena y su relación con la comunicación en la era posacuerdo.
Palabras clave: Etnografía, comunicación, posacuerdo, resistencia, esferículas públicas.
Resumo: Este artigo resulta de uma etnografia imersiva na aldeia de El Carmen, em La Macarena, e na área de camping de Playa Rica, em El Yarí; ambas localidades no departamento de Meta, sul da Colômbia. Através de entrevistas, observações de campo, conversas e todo o seu sensório etnográfico, o pesquisador revela uma realidade complexa: a comunicação, assim como a nação imaginada, apresentam limites óbvios. Camponeses, povos indígenas, signatários da paz e instituições públicas emergem como esferas privadas, funcionando como autarquias comunitárias sem diálogo entre eles. Estas entidades resistem à construção de espaços comunicativos partilhados, rejeitando as visões contemporâneas e tecnológicas que estão ligadas ao pós-acordo e à paz. Contudo, essa resistência não é caprichosa; as economias de guerra persistem, particularmente a ligada ao tráfico de drogas, o que impede a unidade e o progresso colectivo. Esta análise investiga as decepções da dinâmica social e política de La Macarena e sua relação com a comunicação na era pós-acordo.
Palavras-chave: Etnografia, comunicação, pós-acordo, resistência, esferas públicas.
Abstract: This article results from an immersive ethnography in the village of El Carmen in La Macarena, and in the camping area of Playa Rica in El Yarí; both places in the department of Meta, southern Colombia. Through interviews, field observations, conversations and all his ethnographic sensorium, the researcher reveals a complex reality: communication, like the imagined nation, present obvious limits. Peasants, indigenous people, peace signatories and public institutions emerge as private spheres, operating as community autarchies without dialogue between them. These entities resist the construction of shared communicative spaces, rejecting the contemporary and technological visions that relate to the post-agreement and peace. However, this resistance is not capricious; the economies of war persist, particularly that linked to drug trafficking, which hinders unity and collective progress. This analysis delves into the disappointments of the social and political dynamics of La Macarena and its relationship with communication in the post-agreement era.
Keywords: Ethnography, communication, post-agreement, resistance, public spheres.
La Fantasía de Todos Juntos . Etnografía a la Incomunicación de los Actores Sociales de La Macarena en el Posacuerdo[1]
A Estefanía Ciro
En todas partes, la violencia obliga a las comunidades que conviven con la guerra, a desconfiar como estrategia de supervivencia (Jaramillo, 2013)
Sobre Radios y Desafíos Comunicativos en La Macarena
Arribé a La Macarena inmerso en una actividad etnográfica para mi doctorado, buscando conectar con la vida, compartir tiempo con amigos y buscar una comprensión más profunda del mundo que nos rodea. Estaba alojado en el hogar de Nicolás Espinoza, amigo y mentor cuya familia estableció un café en la localidad: El Café Lithos. Una noche, dos líderes de la etnia indígena ‘Jiw’ llegaron al café. Tras reunirse con Nicolás y otros líderes, los acompañé en la redacción de un derecho de petición para intentar recuperar sus territorios ancestrales. Habían venido desde San José del Guaviare hasta La Macarena para hablar con el alcalde; pero al no ser recibidos, buscaron orientación local y terminaron en Lithos. Me solicitaron que llevara el escrito a las oficinas de la Alcaldía al día siguiente, ya que ellos debían regresar temprano a los asentamientos donde la guerra los había confinado.
Aproveché la ida a la Alcaldía para preguntar si tenían algún proyecto de comunicación para el municipio. La secretaria del alcalde me dio el contacto de una funcionaria, a quien acudí, y ella a su vez, me envió a conversar con la directora de la red de radios comunitarias del Meta. En efecto, vía telefónica, ella me confirmó que había interés por montar no una, sino varias radios en el sector: los indígenas habían solicitado una emisora, pero sólo para ellos, en su resguardo; lo mismo que sus vecinos de la asociación de campesinos (ASCAL-G), buscaban reabrir la que tenían; también quería la suya la Junta de Acción Comunal de ‘la Ye’ (Corpoyari), y un señor que dirigía la radio ‘pirata’ que funcionaba hace varios años en La Macarena, quería reabrirla.
Mi enfoque etnográfico adoptó tanto la participación activa como la observación contemplativa, buscando interactuar con los interlocutores y explorar posibles procesos comunicativos. Durante mi estadía en el Café Lithos, noté que allí se había creado una esfera pública popular, un espacio donde la gente podía conversar sin interrupciones. Una atmósfera diferenciada que permitía a parejas, familias, líderes locales e incluso generales del comando militar, congregarse para conversar y disfrutar en un ambiente de armonía. Mi participación en Lithos, me llevó a proponerle a los militares sonar una cuña radial para promover el Café- y aprovechar conocer la radio militar desde adentro. El Café también me conectó con líderes zonales. Así pude asistir a reuniones de la Junta de Acción Comunal y conversar con diversos participantes, a quienes propuse la idea de una práctica comunicativa interorganizacional basada en los parámetros del Acuerdo de Paz de 2016.
A pesar de mis esfuerzos, no logré que las diferentes organizaciones se comprometieran a trabajar juntas en la construcción de la paz desde la comunicación. En contraste con la visión de Habermas sobre la esfera pública, en los primeros años del posacuerdo, como lo expondré, las comunidades de La Macarena prefirieron aislarse en esferas privadas, influenciadas por experiencias sociales que moldearon sus identidades: una elección que refleja dinámicas de poder y dominación que perpetúan prácticas violentas, como lo explican Bourdieu (1977) y Bourgois (2007).
La desconfianza y la violencia simbólica horizontalizada aparecieron como obstáculos difíciles de superar. Entonces entendí que la violencia no siempre se ejerce de manera explícita o directa entre un opresor y un oprimido, sino que puede manifestarse de forma más sutil a través de prácticas culturales, actitudes, símbolos o interacciones en contextos donde no hay una diferencia de poder evidente (Bourdieu, 1984, y especialmente Buttler, 2007).
A pesar de no poder desarrollar una práctica comunicativa en torno a una radio, mi experiencia me permitió apreciar la importancia de las interacciones y conversaciones enriquecedoras entre diversos actores. Si bien, la diversidad étnica siempre ha sido un factor crucial en la historia de la radio comunitaria en Colombia, solo ahora estamos comenzando a reconocer la necesidad de incluir también la diversidad política, especialmente en los espacios de conversación y construcción social, como reuniones de vecinos organizados o no: una cierta diversidad comunitaria que muchas radios y plataformas comunicativas no logran vincular.
Diálogo, Participación y Ciudadanía
La comunicación comunitaria en sí misma no es comunicación participativa; y si genera procesos participativos, estos siguen siendo espacios de consulta sin poder de decisión, como el caso de las Juntas de Programación de las radios comunitarias (decreto 1981 de 2003).
En mi tesis doctoral, exploro cómo estas radios, más allá de sus espacios internos de participación como las Juntas, pueden fungir como convocantes de amplias asambleas locales. Estas asambleas buscarían integrar diversas comunidades, no solo en términos étnicos y culturales, sino también políticos. Varias emisoras comunitarias, en el marco del Proyecto Radios Comunitarias para la Paz, lograron incluir a los firmantes del Acuerdo de Paz, así como otras organizaciones comunitarias, sin limitarse únicamente a las organizaciones de víctimas; tal y como lo muestra la sistematización de dicho Proyecto (Vega et al., 2019). Este enfoque inclusivo de participación permite formar un espacio amplio de diálogo social, una estrategia que más de 200 radios comunitarias en Colombia ya han experimentado como herramienta pedagógica para difundir, entre otros, los Acuerdos que prefiguraron el Acuerdo de Paz con las FARC-EP, durante el gobierno de Juan Manuel Santos (El Espectador, febrero 9 2017). Sin embargo, persiste un obstáculo significativo: la limitada participación de estas diversidades comunitarias no solo en la programación, sino también en la administración de las emisoras. Esto plantea el problema de la comunicación no solo como la emisión de contenidos, sino como la necesidad de un diálogo agonístico entre diferentes actores, que podría caracterizar las reuniones en las que se planifican y discuten los contenidos a producir y emitir; tal y como ocurre en una Junta de Acción Comunal o una reunión de vecinos cuando discuten acciones sociales específicas.
Tanto si la radio comunitaria es un sujeto que participa en espacios políticos como asambleas de vecinos, juntas de acción comunal o espacios de rendición de cuentas de funcionarios públicos, o bien, es un medio que sirve para el encuentro, el diálogo, la conversación y el debate entre diferentes actores locales que construyen contenidos y discursos (Rodríguez et al., 2008); resulta importante explorar este enfoque participativo y de interacción en reuniones públicas, asambleas comunitarias, encuentros de grupos, etc., donde las organizaciones participantes, como unas esferículas públicas a la manera de Gitlin (1998), conformen unas plataformas de proyección social y mediática] de sus diferenciadas ciudadanías (Moore, 1999) o ilimitadas expresiones ciudadanas (Cammaerts, 2007).
La función social integrativa de esta esfera/plataforma pública como espacio de debate abierto, según plantea Dahlgren (2006), no siempre sería de la sociedad civil opuesta al estado; es sólo una interacción con lógica de equivalencia democrática, donde las distinciones ciudadanas componen nuevos movimientos, definidos por preferencias sexuales, estilos de vida, identidades étnicas, costumbres y prácticas culturales o, más importante aún, prácticas políticas. Lo anterior lo ilustran Veloso y Farias (2011), quienes estudian un proceso comunicativo conducido por mujeres a través de radios comunitarias con miras a la garantía de sus derechos colectivos, al fortalecimiento de la sociedad civil y a la ascensión del movimiento feminista al estatus de sujeto político en la esfera pública mediática de Brasil.
Críticos como Fraser (1999) y Eley (1994) señalan que la verdadera esfera pública refleja desigualdades estructurales basadas en el acceso al conocimiento, la educación, la información, el estatus social, las habilidades lingüísticas, el género y la nacionalidad. Los habitantes de La Macarena, marginados por múltiples formas de violencia, no escapan a esta realidad. Sus esfuerzos por construir esferas/plataformas de participación inclusiva (sean radios, sitios web o encuentros comunitarios) han enfrentado obstáculos institucionales que han excluido a actores como víctimas y las comunidades de firmantes, por lo que el enfoque propuesto constituye una metodología para construir la paz desde las bases sociales.
Antecedentes del Acuerdo de Paz en Colombia y el Posconflicto en La Macarena
La firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP en noviembre de 2016 representó un momento crucial en la intención de poner fin a un conflicto armado que había perdurado por más de medio siglo en Colombia. Su objetivo era establecer las bases para una paz duradera; especialmente en regiones como La Macarena, Meta, profundamente afectada por años de violencia desde la década de 1960. La presencia de las FARC-EP y otros grupos armados desencadenó múltiples violencias, desplazamiento forzado y sufrimiento entre la población local, dejando una huella imborrable en la zona. Por ejemplo, durante mucho tiempo, las preocupaciones por la seguridad pública limitaron el acceso de los guardaparques y otros funcionarios al área protegida de La Macarena. Esta situación obligaba a los funcionarios a operar desde centros urbanos cercanos como Vista Hermosa o La Macarena misma. La relación entre la institucionalidad y la población local se vio afectada por sanciones impuestas a quienes habitaban el área protegida (Neira, s.f.).
A pesar de la firma del acuerdo, la presencia de las FARC-EP persistió en La Macarena. La disidencia de las FARC, liderada por Miguel Botacha Santillana, alias Gentil Duarte, abandonó las negociaciones en La Habana y regresó a las selvas del Guaviare, manteniendo el control de ciertos frentes en Meta. Esta acción representó una fractura en la cohesión del Frente Primero, que meses antes se había declarado en disidencia (Rodríguez, diciembre 19, 2020). Sin embargo, La Macarena ha mostrado signos de recuperación en el periodo posacuerdo gracias a la colaboración entre sus habitantes y el Estado. Estrategias como el Turismo, Paz y Convivencia han complementado el turismo natural con el cultural, fortaleciendo la economía local y el desarrollo regional (González, 2018). También se han implementado otras iniciativas como el desminado, programas de desarrollo rural, protección ambiental, y crecimiento económico mediante el turismo. A pesar de estos avances, persisten desafíos en la implementación total del acuerdo y la consolidación de la paz en la región, particularmente por la presencia de disidencias guerrilleras (Sierra y González, 2021), y la paz displicente- a las patadas- por parte del estado colombiano (Reyes, 2017).
El contexto de La Macarena representa un entramado en el que las secuelas del conflicto persisten, generando un clima de desconfianza y desilusión. Las comunidades locales, marcadas por experiencias de violencia, mantienen una cautela comprensible ante la posibilidad de una integración más amplia. Además, la falta de cumplimiento de compromisos por parte del Estado agrega una capa adicional de desconfianza y resentimiento, haciendo que estas organizaciones se retraigan de una colaboración que perciben como incierta y poco favorable a sus intereses. Esta compleja red de interacciones refleja la superposición de conflictos locales con las tensiones históricas y estructurales del conflicto armado. En consecuencia, las dinámicas de participación se ven influenciadas por la persistencia de temores arraigados y por la sensación de vulnerabilidad frente a promesas incumplidas (Guerrero y Acevedo, 2022).
Esta realidad crea un entorno en el cual la cooperación y la implicación de la comunidad en iniciativas de paz enfrentan desafíos significativos. La continuidad de la violencia en el periodo del posacuerdo se atribuye no solo a las economías basadas en conflictos, como la controvertida 'guerra contra las drogas', sino también a factores complejos como el despojo de tierras, la deforestación y el tráfico de especies nativas. Estos elementos, junto con contradicciones estructurales, perpetúan una red intrincada de conflictos (Marín, 2017).
Esta complejidad se manifiesta en subcomunidades fragmentadas que no logran establecerse como una contra-esfera pública alternativa (Fraser, 1999, y Guo, 2015) en contraposición a los medios hegemónicos: situación que mantiene un sentimiento generalizado de desilusión y a la ausencia de cambios sociales significativos. A pesar de ello, este artículo, al igual que mi tesis doctoral, continúa planteando la interrogante sobre los espacios necesarios para entablar diálogos entre distintas perspectivas y pensamientos diversos. Se busca así construir, tal como los indígenas de la Sierra Nevada, reunidos alrededor de una hoguera durante toda la noche, discutiendo un problema de la comunidad (Taussig, 2004, p. 49).
Situación problemática: Comunicación y Colaboración en La Macarena
La situación problemática que describo tiene un claro trasfondo antropológico y comunicacional que se alinea con la teoría de Craig (2015) quien a través de su metamodelo proporciona un marco para la investigación comparativa transcultural sobre concepciones de comunicación y razonamiento práctico, y sobre problemas de comunicación; que para el presente caso se refieren a la falta de interlocución y colaboración entre las organizaciones civiles locales. Así pues, el metamodelo propuesto por Craig ofrece un marco heurístico para analizar estas complejidades y puede ser útil para entender y abordar los desafíos comunicativos identificados en esta etnografía, permitiendo una reflexión más profunda sobre las concepciones de comunicación y la resolución práctica de problemas comunicativos en contextos transculturales y sociales específicos. Esto porque el presente conflicto va más allá de ser únicamente una cuestión de comunicación, ya que se encuentra arraigado en desconfianzas profundas, rumores infundados y disputas territoriales que trascienden los aspectos comunicativos. Estos elementos, influenciados por factores antropológicos como la construcción de identidad y la desconfianza interpersonal, están directamente relacionados con los legados de un conflicto armado prolongado, pero tienen un impacto considerable en la comunicación como un espacio social de construcción de paz y sociedad.
Aunque menciono la existencia de radios y medios de comunicación, estos se presentan más como herramientas o espacios desafiantes que contribuyen al escenario, pero no constituyen exclusivamente el núcleo del problema. Los medios influencian las dinámicas sociales y podrían ser instrumentalizados para mejorar las interacciones; sin embargo, la raíz del conflicto parece estar en las tensiones más profundas entre las organizaciones civiles locales y los desafíos que enfrentan en su transición hacia la paz y la colaboración posconflicto.
La estrategia de seguridad del estado comunitario implementada durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), enfocada en la desmovilización de guerrilleros, generó desconfianza y conflictos en la región, según se describe en la etnografía de Espinoza (2010). Esta estrategia resultó en desafíos significativos en relación al acceso a la tierra, el tráfico de drogas y la participación política comunitaria. Estos obstáculos, documentados en la etnografía mencionada, bloquearon cualquier avance significativo hacia la consecución de una paz sostenible en la zona.
La presencia de emisoras como las de Ascal y de Raudal, que operaban de manera irregular antes de cerrar; junto con otras como "La Voz de la Resistencia" de las FARC-EP, cerrada como parte de los acuerdos; y la emisora del ejército nacional, evidencia la diversidad y la complejidad del escenario comunicacional en la región: aunque estas emisoras no son el núcleo de la problemática, sino más bien, su proyección como acción colectiva refleja los desafíos inherentes a la comunicación en un entorno de posconflicto.
Etnografía Multisituada de las Comunicaciones para la Paz en La Macarena
Utilizo la etnografía multisituada (Marcus, 2018, Hine, 2011) por involucrar múltiples sitios o contextos en los que interactúo y recopilo información, y porque me sumerge en el entorno, permitiéndome entender desde adentro los procesos sociales, culturales y comunicativos. Inmerso en La Macarena, no solo observo pasivamente, sino que interactúo activamente con los locales, obteniendo así una comprensión más profunda y contextualizada de lo que estudio. Mi llegada a La Macarena buscaba entender la vida cotidiana, pero terminé involucrándome en situaciones que revelaron la complejidad del lugar. Al interactuar con diversos actores, desde líderes indígenas hasta funcionarios gubernamentales, vi la diversidad de intereses y necesidades comunicativas en la región. La búsqueda de proyectos de comunicación, como las radios comunitarias, me mostró las diferentes voces y grupos que buscan tener una plataforma mediática para expresarse. Enfrento desafíos al intentar unir a distintas organizaciones en un proyecto de comunicación para la paz (i.e. mi proyecto de tesis doctoral). La falta de confianza y las tensiones simbólicas son barreras significativas que dificultan la colaboración entre las partes interesadas.
Mi trabajo etnográfico se erigió como un testimonio vivo de las complejidades inherentes a la interacción con estos actores sociales representativos de la región. Conversar se convirtió en un ejercicio revelador, donde cada encuentro dejó entrever no solo las aspiraciones individuales, sino también los obstáculos comunes que desafiaban la colaboración. Esta experiencia resalta la necesidad de tender puentes más sólidos entre estas voces diversas, superando la desconfianza y la barrera simbólica de la violencia para forjar un camino hacia una comunicación más inclusiva y constructiva, fundamental para la construcción de la paz territorial. En mi interacción con los distintos actores pude conocer un poco de su diversidad e identidad:
· Los Líderes ‘Jiw’, procedentes de San José del Guaviare: Estos líderes indígenas buscaban recuperar sus tierras ancestrales. Fue en El Café Lithos donde coincidimos. Este encuentro propició la redacción de un derecho de petición para abordar su situación y ahondar en el panorama radiofónico de la zona.
· Las Autoridades Locales: Busqué información sobre proyectos de comunicación en la alcaldía, lo que me llevó a entablar contacto con la directora de la red de radios comunitarias del Meta. Este acercamiento me permitió identificar los intereses de grupos como los indígenas, la asociación de campesinos (ASCAL-G) y la Junta de Acción Comunal de ‘la Ye’ (Corpoyari), cada uno con su deseo de tener su propia emisora.
· Los Asistentes al Café Lithos: Este lugar fue un punto de encuentro para diversas personas, desde parejas y familias hasta líderes locales y militares del comando. Fue allí donde planteé una iniciativa comunicativa a los militares y establecí conexiones con líderes zonales en reuniones de la Junta de Acción Comunal.
Las Organizaciones Locales: A pesar de mis esfuerzos, las distintas organizaciones (indígenas, campesinas, Junta de Acción Comunal, entre otras) no lograron unirse en proyectos de comunicación para la construcción de la paz. La desconfianza y la violencia simbólica horizontalizada se convirtieron en obstáculos que dificultaron la colaboración efectiva entre estos grupos.
Discusión
Este apartado aborda diferentes escenarios de comunicación en contextos comunitarios y sociales en la región de La Macarena. Se enfoca en las prácticas comunicativas presentes en la Junta de Acción Comunal (JAC) del Carmen, la emisora del ejército, la historia de Radio Raudal Estéreo; así como experiencias personales al cruzar el río Guayabero y llegar a Playa Rica. La discusión se centra en la importancia de la comunicación en el posconflicto, destacando la ausencia de estrategias formales de comunicación en algunos lugares, la relevancia de las emisoras institucionales y comunitarias, y cómo la comunicación es clave para la reconstrucción del tejido social y la transición hacia la paz. Además, se resalta la necesidad de entender las peculiaridades culturales y sociales de la región para implementar estrategias de comunicación efectivas y respetuosas, enfocadas en las necesidades reales de las comunidades y sus contextos específicos.
Desafíos de Comunicación en la JAC del Carmen en la Era Postconflicto
En la Junta de Acción Comunal (JAC) del Carmen no hay comisión de comunicación. Pero sí existe un comité de convivencia y conciliación para solucionar conflictos, un compromiso con el posacuerdo. Por ahí comienza la sesión: se presenta un informe de la actualización de estatutos; el primero de ellos tiene que ver con un compromiso anti corrupción; el segundo con la construcción de paz; sobre ambos se dice que son acciones que involucran a las comunidades y que la Junta debe dar ejemplo, no sólo ser veedora de recursos. Esto sin duda es importante, porque las asociaciones comunitarias, en torno a la producción sostenible en un escenario de posconflicto, pueden traer resultados positivos para la superación de las consecuencias de la violencia y las desigualdades del sector rural (Güiza et al, 2017).
“Todos estos son compromisos con el postconflicto” dice el presidente de la Junta. El tema central fue todo lo que hay entorno al acto legislativo para pactar con les campesines el fin de la tala de la selva, una situación alarmante, que se aceleró con la dejación de armas de las FARC-EP; quienes habían venido reemplazando al Estado, y bajo amenazas, lograron un uso más racional de los recursos de la selva, por parte de campesines y terratenientes. También discutían en torno a los linderos que se están demarcando entre algunas fincas, pues algunos vecinos de la vereda están vendiendo, y se están yendo para la cabecera municipal, con los hijos grandes buscando el colegio.
“Y esto otra vez se está poniendo feo”. Me dijo un campesino que pidió reserva de su nombre. Otros temas fueron: la casita que usa la profesora y su disponibilidad para prestarle el internet a la comunidad; la búsqueda de cotizaciones de maquinaria “amarilla” para poder negociar con alcaldía del municipio unos recursos para las mejoras en las vías que comunican a la vereda con el casco urbano; autocríticas frente a lo que pueden hacer les campesines, si tuvieran apoyo del Estado, para propiciar salidas proactivas y alternativas frente a los conflictos ambientales.
La secretaria muy juiciosamente tomaba apuntes en un cuaderno, que más bien parecía un archivador de información. Frente al tema de los linderos, revisa el cuaderno y encuentra fechas, números y pendientes:
- [D]ebemos la plata de una gallina, qué día vino por ahí, don señor… a cobrar, dijo la secretaria.
[Y]o evito hacer pagos si no tengo la autorización de la junta en pleno, repostó el tesorero.
Este tipo de deliberación ciudadana, según Dahlberg (2006), es lo que requiere una democracia fuerte: una esfera pública que permita la formación de una opinión colectiva que pueda guiar críticamente los sistemas políticos. Pero como aquí no hay presencia de medios de comunicación, es la oportunidad para ver una "esfera pública popular" que difiere del concepto habermasiano como una expresión natural de comunidades cohesivas u organizaciones de la sociedad civil que participan en deliberaciones racionales, libres de influencia gubernamental (Fuentes y Gil, 2011). Esta idea sigue siendo válida aun cuando se muestran tan interesados en la agenda del posacuerdo, que evidentemente no puede ser sólo una apuesta del Estado, pues hablar de una perspectiva construccionista, implica valorar el aporte de los actores sociales, y a la hora de pensar en la paz, ya se ha visto que la firma y la dejación de armas, no es suficiente. Hace falta el trabajo de la gente y en la gente.
En la Junta, nunca consideramos un comité de comunicación. A falta de medios de información, convocamos reuniones por el voz a voz, y así se enteran los que no van a las mismas, lo que puede terminar en información tergiversada. Usamos Whatsapp para compartir documentos y se hacen anuncios en la emisora del ejército. (Nicolás Espinosa, Comunicación interpersonal, Ago. 2018).
La situación en la JAC del Carmen muestra una realidad compleja. Aunque se evidencia un compromiso con el posacuerdo, centrado en temas como la lucha contra la corrupción y la construcción de paz, la ausencia de una comisión de comunicación se convierte en un obstáculo crucial. La falta de medios de comunicación convencionales lleva a convocar reuniones por vía oral, lo que puede resultar en información distorsionada o incompleta para aquellos que no pueden asistir. El uso de Whatsapp y la emisora del ejército para compartir información no son suficientes para garantizar una comunicación efectiva y amplia entre todos los miembros de la comunidad. Esta carencia de canales adecuados de comunicación impide una deliberación ciudadana más amplia y la formación de una opinión colectiva informada y crítica, elementos esenciales para una democracia fuerte. Es evidente que se requiere urgentemente la implementación de estrategias de comunicación más inclusivas y accesibles para garantizar una participación significativa de todos los actores sociales en la construcción de un entorno pacífico y equitativo.
Desafíos de Comunicación y Participación Comunitaria en la Emisora del Ejército
Sin ninguna estrategia de comunicación, entre diversos actores sociales ocurren algunas prácticas comunicativas ligadas a la interacción mediada muchas veces por la palabra, y en limitadas ocasiones por la tecnología: mensajes de texto o llamadas telefónicas, sitios en Internet; y los anuncios en la emisora del ejército, una modalidad de la radiodifusión de interés público, que junto con las radios de gobernaciones y municipios, de los pueblos indígenas y las de los policías, intentan cooptar comunidades,
Somos una emisora institucional con cuatro modos de operación: emisoras fijas con licencia y pagos de impuestos, emisoras móviles como la de La Macarena, ubicables temporalmente según necesidades, emisoras itinerantes intermedias entre móviles y fijas, y emisoras tácticas de menor potencia junto a unidades en operaciones militares. (Sargento segundo Rubén Darío Herrera, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
La calificación de la emisora como institucional se debe a que, según la Política de Radiodifusión Sonora de Interés Público, del Ministerio de Comunicaciones (2007), estas emisoras del ejército están en zonas de conflicto armado, de frontera y otros espacios donde no llegan otros medios de interés público.
En esta emisora, estamos siempre disponibles para servir a la comunidad, ganando su confianza y afecto al compartir nuestras labores institucionales. Queremos que las comunidades comprendan nuestro trabajo y motivos, y que nos vean como una institución propia, a su servicio, para utilizar sin inconvenientes:
¿Y tienen programas especializados para la población civil?
Todos los programas van destinados a ella, con música variada, música popular, música que gustan en la región, en general todos nuestros programas van dirigidos a la comunidad.
¿Pero hay programas hechos por la comunidad?
¡No! Hay programas en donde se les abre los micrófonos, digamos a los representantes de Juntas de Acción Comunal, líderes campesinos y promotores de la cultura del municipio, a quienes se les abre los micrófonos de acuerdo con la información que tengan que dar a conocer.
Pero… ¿Esta población civil de qué forma se vincula?
La emisora actúa como un medio de comunicación público esencial para la comunidad. Ante la deficiente comunicación telefónica y la débil señal de Internet, las personas utilizan la emisora para dejar mensajes y transmitir información relevante, evitando largos desplazamientos en moto. Además, la emisora ofrece entretenimiento y compañía, conectando a la audiencia con programas diversos.
Dice Ud. ¿acompañar a la comunidad o a las tropas?
Obviamente una de nuestras misiones es dar moral a las tropas, así nos volvemos la compañía de la persona que está patrullando, especialmente cuando se trata de poner música, porque hay algo motivacional en la música. Para eso trabajamos las 24 horas al día. (Sargento segundo Rubén Darío Herrera, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
la
[P]orque ellos están para otras cosas, el objetivo de ellos es otro, entonces uno le dice a ellos que al menos ayuden con un programa y responden, a ver qué es lo que van a decir o qué van hacer… ¿Y si aceptan? Toca grabarlo para posteriormente ellos verlo, y si lo dejan pasar, o sea… hay muchos limitantes y entonces mejor dejamos eso quieto.
Ve, pero el duro ahí le dijo a Lithos que podría ayudar, lleguemos a ver que dicen. (Propone el etnógrafo). (Delio Franco, Pte. ASOJUNTAS La Macarena, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
Desarrollé una idea rápida en papel, y fuimos los tres directo a la emisora del ejército. Delio llevó el ritmo, y entró pidiendo un espacio,
- [A] ver qué es lo que van a decir o qué van hacer… Dijo el máster
- [H]ablaremos de la sentencia 4360 de la Corte Suprema de Justicia, nuestro comunicador te cuenta mejor, César, vení.
[E]s muy básico señor oficial, - expliqué- el señor Delio enuncia la sentencia 4360 de la Corte Suprema de Justicia, le pregunta Nicolás sobre ella, y él cuenta cómo se le está ordenando al Estado colombiano a consensuar con campesinos y campesinas el fin de la tala de árboles, luego Delio invita a una asamblea campesina para explicar con más detalle la sentencia; si Ud. quiere, abre el espacio diciendo que ASOJUNTAS invita a encontrar salidas alternativas a la deforestación de la selva, que acelera el cambio climático, acaba nuestros bosques, expulsa indígenas y eso… Ud. sabe, ¿no?..
¡[H]echo!, después de la siguiente canción entramos, ¿están preparados? –advirtió el máster.
Después de haber visitado la emisora del ejército e ir conociendo la dinámica de producción de mensajes “al aire” y la supervisión de los contenidos, decidí responder al comandante que le ofreció promocionar el Café de Lithos. Primero trabajé con una voz, si bien no nativa de La Macarena, muy identificada con la región; comenzamos unas pruebas que además respaldamos con una segunda voz más neutral lingüísticamente hablando, buscando algo más comercial. Cuando estuvieron listas, junto con Lithos fuimos a la emisora militar, propusimos ambas; pero el director de la emisora descartó de inmediato la versión con “voz macarenense”, no sugirió mejorarla ni mucho menos hacerla de nuevo en la cabina de ellos, con mejor tecnología que mi computador y el celular; se quedó con la voz un poco más comercial; y, aunque sólo queríamos promocionar el lugar, aquello puso en evidencia cierta displicencia frente formas autóctonas, populares o locales de comunicación.
La situación comunicativa en la emisora del ejército refleja una clara desconexión entre las necesidades de la comunidad y las prioridades institucionales. Aunque esta emisora intenta ser un medio de interés público en zonas de conflicto, su enfoque sigue centrado en las labores institucionales y en la moral de las tropas, sin brindar un espacio efectivo para la participación activa de la población civil. La falta de programas producidos por la comunidad y la limitada apertura para transmitir información relevante muestran una brecha en la comunicación, donde las necesidades locales y los temas fundamentales para la comunidad no tienen cabida. La experiencia de intentar promover un lugar local evidenció la falta de reconocimiento y apoyo a las formas autóctonas de comunicación, lo que subraya la necesidad de una comunicación más inclusiva y sensible a las dinámicas locales para fomentar una verdadera conexión entre los actores sociales y la emisora del ejército.
Después de haber visitado la emisora del ejército e ir conociendo la dinámica de producción de mensajes “al aire” y la supervisión de los contenidos, decidí responder al comandante que le ofreció promocionar el Café de Lithos. Primero trabajé con una voz, si bien no nativa de La Macarena, muy identificada con la región; comenzamos unas pruebas que además respaldamos con una segunda voz más neutral lingüísticamente hablando, buscando algo más comercial. Cuando estuvieron listas, junto con Lithos fuimos a la emisora militar, propusimos ambas; pero el director de la emisora descartó de inmediato la versión con “voz macarenense”, no sugirió mejorarla ni mucho menos hacerla de nuevo en la cabina de ellos, con mejor tecnología que mi computador y el celular; se quedó con la voz un poco más comercial; y, aunque sólo queríamos promocionar el lugar, aquello puso en evidencia cierta displicencia frente formas autóctonas, populares o locales de comunicación.
Radios Silenciadas: Legado y Retos de la Comunicación Comunitaria en La Macarena
Radio Raudal fue una radio para la comunidad, muy bien posicionada en el recuerdo de varios habitantes de la zona, clausurada porque no tenía licencia, aunque el secreto público devela un asunto político:
El problema fue cuando llegó la política, y el director no supo manejar eso, se la dedicó a la campaña de un candidato, y a ese candidato le dio rabia, y en tanto vio que era una emisora ilegal, puso una querella y entonces ya, las autoridades tomaron cartas en el asunto y la cerraron. (Delio Franco, Pte. ASOJUNTAS La Macarena, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
Don Luis Alberto vente loterías y hace sus propias rifas. Le iba muy bien cuando existía Radio Raudal, después fue difícil lograr que la radio del ejército le ayudará tanto como Raudal lo hacía.
Duramos un tiempo en el que no se podía hacer nada para que la emisora del ejército nos ayudara, no era fácil, ahora ya dejaron ese problema de que ellos no servían comercialmente con nadie; ahora sí nos están pasando las cuñas comerciales.
Y la prestación de este servicio ¿qué cuesta?
No, simplemente uno les da pa’ la gaseosa, si se los encuentra uno por ahí o algo, una vez me dijeron que necesitaban útiles de aseo...
Don Luis Alberto, ¿y cómo era su contribución a la emisora Raudal Estéreo, qué apoyo brindaba usted o cómo participaba en la emisora comunitaria?
Aquí yo trabajo con rifas, entonces nosotros necesitamos de los medios de comunicación para mantener la gente informada sobre qué se juega, cuándo juega, cuáles son los números favoritos, y para dar resultados. Se trabajó muy bueno con esa emisora Raudal, nos hicimos conocidos, fuimos amigos… Y se le aportaba también, se le daba un aporte económico por dar esos informes.
Y cuando no existía la emisora comunitaria, y cuando la cerraron, o antes de contar con el apoyo de los militares… ¿Usted como promocionaba sus rifas?, ¿qué mecanismos de comunicación empleaba?
- ¡Celular principalmente!, donde había señal de celular, mandaba mensajes de texto, cuando había internet, el Whatsapp; pero la gente me ve ahí en las esquinas del parque, con la moto, con el carro, con el juego de alcoba, lo que sea que se rife, y uno interactúa con la gente… (Luis Alberto Hernández, vendedor de lotería, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
En las experiencias de carácter popular-comunitario, la finalidad es favorecer la autoemancipación humana y contribuir a la mejoría de las condiciones de existencia de las poblaciones empobrecidas, para reducir la pobreza, la discriminación, la violencia, etc. La visión del uso de los medios meramente para difundir contenidos educativos está superada. De lo que se trata es de su inserción en procesos de movilización y de vínculo local o identitario sintonizados con programas más amplios de organización-acción, de los movimientos sociales populares (Peruzzo, 2011). Mi amigo Nicolás Espinosa me ayuda a entender esta distinción, a propósito de una radio ilegal en el contexto de las violencias en que vive La Macarena:
Había un programa que se llamaba “Mañanitas Campesinas” y ponían música carranguera, y llanera, y daban temas del mundo rural: que cuál era el mejor fertilizante, qué semilla comprar, que la cosecha esto y esto… Vainas de esas, programas que les enseñan y son un punto de encuentro, lo digo por el tema de los mensajes; pero no sólo los mensajes, “locutor complázcame con una canción”, o mandar saludos a zutano: que “la señora de la vereda ‘el Carmen’ le informa al señor de la vereda ‘el Oasis’ que por favor venga a recoger la vaca que ya está lista”… Como la señal celular a muchas veredas no llega (y en sí la señal celular es muy reciente aquí), la mejor forma de comunicación es por medio de la emisora, para citar reuniones, para hacer convocatorias. No es solamente para educar a la gente por medio de programas, sino para conectar a la misma gente, eso me parecía importante de Radio Raudal. Cualquier día llegué a donde don Jaime y estaban escuchando Raudal Estéreo. Sonando una cápsula que claramente no produjeron ellos, por la calidad y por los acentos de las voces… La cápsula contaba la anécdota de una niña, Ana María
Ana María está en el salón de clases, y la profesora invita a los niños hacer un dibujo
Ella pregunta:
- Profe, ¿tengo que hacer el dibujo también?
- Claro Ana María, cuando digo niños, digo niños y niñas, haz un dibujo tú también.
- ¡Ana María hizo el dibujo!
A la hora del recreo cuando Ana María sale al patio, la profesora dice:
- Niños vamos a jugar fútbol.
Ana María feliz va a jugar; pero la profesora le dice:
- Ana María las niñas no juegan fútbol.
La Moraleja abordaba las diferencias de género que pueden invisibilizar a las niñas o relegarlas a roles subalternos, como sólo los niños juegan fútbol. Sin embargo, en encuentros con Don Carlos, un antiguo comunista, vi un cambio: él saluda diciendo, compañeros y compañeras, campesinos y campesinas. Estas pequeñas señales contribuyen a construir conciencia política en la región, aunque no sean resultado directo del programa de radio que escuché. (Nicolás Espinosa, Comunicación interpersonal, Agosto de 2018).
En La Macarena, es crucial contar con una emisora. Sería excelente si Janer [Director de Radio Raudal] pudiera regresar y colaborar, ya que es habilidoso para trabajar con las comunidades. Aunque pudo cometer errores por falta de experiencia o asesoramiento, nosotros, la comunidad y las Juntas, carecemos de aliados estratégicos que nos guíen en este proceso de establecer una emisora en La Macarena. (Delio Franco, Pte. ASOJUNTAS La Macarena, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
Un amigo mutuo llamado Jairo “mecánico” le sugirió a Janer: “Contacta a Juan Carlos Aguirre, él te puede ayudar”. Y así fue, Janer se puso en contacto conmigo. En ese momento, ya tenía sus maletas listas para irse, pues estaba siendo perseguido por las fuerzas militares debido a la presunta ilegalidad de la emisora. Decían que estaba reclutando jóvenes para la guerrilla, lo cual era completamente falso. Fue sorprendente la narrativa que tejieron en torno a la situación. (Juan Carlos Aguirre, Defensor de DDHH, Comunicación interpersonal, agosto de 2018).
El ejercicio del derecho a la comunicación, especialmente a través de espacios públicos como las Radios Comunitarias, debe cumplir con parámetros técnicos, legales y éticos fundamentales. Estos incluyen el respeto a la intimidad, el buen nombre y los derechos de todos los ciudadanos, en especial aquellos pertenecientes a poblaciones vulnerables.
Durante el conflicto, la emisora Raudal Estéreo, dirigida por Janer, se vio relacionada con la guerrilla, generando cuestionamientos sobre el derecho del campesinado a la comunicación. Sin embargo, esta emisora destacó por su calidad profesional y su capacidad para involucrar a la comunidad en diversas iniciativas y programas más allá de la música y la publicidad, como señaló en una entrevista Alejandro Silva, Ingeniero Ambiental de CorMacarena, en agosto de 2018.
La comunicación popular, muchas veces vinculada con la educación popular en comunidades de base, ha impulsado iniciativas de alfabetización radiofónica y campañas de interés público en zonas rurales del sur, como evidencian los estudios de Jerez y López (2004). La situación en torno a Radio Raudal Estéreo ilustra los retos y la importancia de la comunicación comunitaria en La Macarena. Aunque su cierre estuvo ligado a asuntos políticos y a la falta de licencia, dejó un vacío en la interacción y conexión comunitaria, así como en la difusión de información relevante. Esta radio no solo era informativa, sino que también forjaba identidad local y promovía cambios sociales, especialmente a través de programas como “Mañanitas Campesinas” y el enfoque ambiental de Janer. Sin embargo, falsas acusaciones empañaron su imagen. La necesidad de una emisora en La Macarena es innegable, pero su establecimiento requiere aliados estratégicos y un entendimiento profundo de las dinámicas locales para garantizar un espacio comunicativo inclusivo y auténtico.
Cruzando el Río Guayabero: Comunicación, Malentendidos y Confianza Comunitaria
Hay otras prácticas de comunicación popular, principalmente orales, interpersonales, quizás características de la región, que se oyen interactuar en la plaza o en el río, donde a veces toca a los gritos; allí está lo popular, como unos “focos de resistencia”. (Hall, 1983, p.12). La siguiente es una alusión a la comunicación popular: cruzando el río en busca de un ganado, nos encontramos con excombatientes y familiares escuchando la emisora del ejército.
Nos aventuramos a cruzar el caudaloso río Guayabero, alcanzando la orilla de la barranca. En un instante, Wilson, compañero de Nicolás, liberó un grito que atravesó el aire con singularidad: "¡Uuuaaaaa!", recibiendo al otro lado una respuesta enérgica: "¡uuuuuuA!". Entonces, Wilson lanzó nuevamente su llamado: "¡Pasooo!", y en el silencio que siguió, solo el rumor del río se hacía eco. (Nota de campo 006).
Después de unos breves segundos, una chalupa emergió del lado opuesto y atracó en el improvisado puerto donde esperábamos. A bordo, cuatro hombres y un perrito criollo nos acompañaban: Wilson, Nicolás, Francis y yo. En la chalupa, el timón era manejado por un paisano de mediana edad, acompañado por una mujer más joven y un adolescente. La relación de Wilson con el hombre que nos cruzaba el río era evidente, un enlace entre el nuevo propietario de la finca y Nicolás, cuyas vacas aún pastarían en esos terrenos. Francis se haría cargo de los animales a partir de ahora.
Una vez en tierra firme, nos encontramos en un terreno pantanoso cruzado por canales de drenaje. La mujer de la chalupa liberó a unos pollos con ternura, preocupada por su bienestar durante el viaje. Desde una casa cercana, otra mujer morena corpulenta, sonriente y de edad madura, nos recibió con cordialidad, invitándonos a entrar y disfrutar de limonada. A pesar de su sonrisa, su nerviosismo era palpable.
Siguiendo a Nicolás y Wilson, me quité las botas y entré en la casa. “Estábamos armados”, habría dicho mi psicoanalista. Con mi celular en mano, había estado capturando imágenes durante la jornada. Mientras buscaba un encuadre que resaltara el humo azul de la carne asada contra el fondo ennegrecido de la pared, de repente me sorprendió el sonido de una radio sintonizada en la emisora del ejército. La señora de la casa bajó el volumen apresuradamente y se disculpó:
¡Es que es lo único que entra por aquí!
Mi enfoque etnográfico pareció desencadenar confusiones. Había ignorado códigos que evocaron temores camuflados. Nuestra presencia era perturbadora, generando inquietud. Nos compartieron historias mientras sus palabras y miradas reflejaban la sombra de la desconfianza.
Nos veían como forasteros de la región que tomaban fotos y observaban con intenciones ocultas. Y aquellos de la región que no entraban, ¿serían informantes? Sin embargo, Wilson interrumpió el desconcierto al indicar que las vacas estaban más adelante. Francis y yo partimos en busca de ellas.
Al retornar, Wilson nos reveló que eran excombatientes con sus familias, construyendo sus vidas en una nueva finca. Ellos habían malinterpretado nuestra presencia como disidentes en busca de conflictos pasados, pero Wilson había aclarado todo durante nuestra ausencia. Con el entendimiento de que éramos amigos, cambiaron su actitud. La música sonó más alto, nos sirvieron almuerzo, limonada y agua para lavarnos las manos. El face-to-face puede resultar clave para reducir los malos entendidos, ya que posibilita una comunicación personal amplia y rica dinamizando el flujo de la comunicación, desde los mensajes verbales hasta las expresiones kinésicas (Rojas et al., 2005).
La narrativa del cruce por el río Guayabero revela la complejidad de las prácticas comunicativas en la región. La comunicación interpersonal y oral, como los llamados a través del río y la interacción en tierra firme, demuestran la importancia de los códigos locales y la confianza en las relaciones comunitarias. Sin embargo, la presencia de forasteros generó tensiones y malentendidos, evidenciando la sensibilidad hacia lo desconocido. La percepción de ser vistos como intrusos se disipó cuando se aclaró el propósito de la visita. Esta experiencia resalta la relevancia del contacto directo y la comunicación cara a cara para disolver malos entendidos y construir relaciones auténticas en contextos donde los mensajes verbales se complementan con expresiones kinésicas, como gestos y acciones, enriqueciendo la interacción interpersonal.
Playa Rica: Entre la Solidaridad Comunitaria y la Desconexión Virtual
La asociación ASOJUNTAS de La Macarena y una ONG Canadiense planeaban presentar a los exguerrilleros una propuesta de proyecto productivo. Delio Franco, presidente de la asociación, llevaría a una promotora de cultivo de sacha inchi, una planta local rica en fibra y omega, para explorar opciones de consumo. Nicolás también me invitó para discutir sobre la comunicación en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) y la emisora propuesta por la Junta de Acción Comunal de “la Ye”. Partimos temprano, compartiendo fruta, pan y café, para recorrer los 75 kilómetros hasta la vereda Playa Rica desde La Macarena. Durante el viaje, Delio y Nicolás intercambiaron historias de la región, desde los primeros habitantes hasta la influencia de las FARC-EP, el Estado y Pablo Escobar en la zona, marcada por transformaciones.
Llegamos al corregimiento “la Ye”, cercano al ETCR Urías Rondón de Playa Rica, donde conocimos a Pachito, un antiguo guerrillero que renta habitaciones para turistas en un sitio que se ha convertido en atractivo por su pasado insurgente. A pesar de la desmovilización de las FARC-EP, sigue siendo visitado. Tras refrescarme, Pachito me ofreció tinto, al que añadí un poco de whisky. Nicolás le aseguró que podía confiar en mí, y Pachito compartió sus pensamientos sobre la transformación de la guerrilla en un partido político y la falta de efectividad en la propuesta política actual. Nota que la principal amenaza para el proceso es la disidencia y las ofertas tentadoras de grupos que ofrecen recursos para la guerra. Continuamos el viaje a pie mientras Pachito expresaba sus reflexiones. Finalmente, llegamos a la zona, donde anuncios de la última conferencia de las FARC-EP aún estaban presentes. Visitamos un salón con fotografías que narraban la historia del movimiento, la guerra y la paz. Los hombres de la zona aparecían tímidamente, interesados en saber con quién necesitábamos hablar.
Aparecieron unos tres hombres de botas pantaneras limpias, jeans y camisas bien puestas, sin sombrero y afeitados. La reunión comenzó con el tema de los cultivos de sacha inchi. Puede ver en los rostros de los exguerrilleros pura desconfianza:
- Ahora todos cultivan eso, cuando llegue la cosecha, el precio baja sólo por tanta oferta, dijo uno.
- No nos interesa, dijo otro.
Había violencia en sus palabras. No hacía falta que tuvieran fusiles para sentirte intimidado. Cuando llegó mi turno para hablarles sobre la radio del acuerdo, sin terminar de oírme hablar, dijeron
Lo de las emisoras no es ni siquiera un proyecto productivo, apenas hay menciones a eso en los acuerdos, y no es claro de dónde sale la plata, no nos interesa sino es un proyecto que nos genere recursos... (Nota de campo 016).
Quise distraerme oyendo la música que sonaba a lo lejos: vallenatos en medio de la selva; llegué a pensar que tendrían un sistema de sonido con parlantes, pero era música de una de las camionetas blindadas parqueadas junto a un billar. Sorprende que, tras un proceso de negociación que se tomó en serio la comunicación desde una mesa conjunta de los negociadores, como pasó en La Habana; contrario a los diálogos del Caguán donde Gobierno y FARC-EP hablaban cada uno por aparte con la prensa; y con la experiencia heroica de las radios que montaban y desmontaban en la montaña, ¿cómo no pensaron en armar una radio en el ETCR? Por lo menos unos parlantes, si acaso fuese ilegal montar una antena. Pero deberían estar transmitiendo mensajes para mantener la comunidad, o el entusiasmo por la paz, incluso como medida de seguridad. Sin embargo, la mayor sorpresa además de que la comunicación esté tan bloqueada en tiempos de paz, es que tampoco sea un proyecto que pueda generar recursos,
- Usted perdonen –llamó nuestra atención uno de los guerreros– pero nosotros debemos pensar en generar recursos porque la renta básica pronto se acaba y con el nuevo gobierno no se sabe qué va a pasar, agradecemos su gesto de venir y proponer sus ideas, por ahora los invitamos a almorzar, para que no se vayan muy desanimados…
Pasen al comedor comunitario por favor, ripostó otro…
Esta breve interacción revela las tensiones entre la incertidumbre política y las preocupaciones económicas en un contexto posconflicto. El comentario sobre la renta básica y la incertidumbre frente a cambios gubernamentales refleja la fragilidad de las estructuras de apoyo. La invitación a almorzar, aunque amistosa, también simboliza la importancia de la colaboración comunitaria en tiempos de incertidumbre. Esta situación destaca la necesidad de comprender las complejas dinámicas locales en relación con los cambios políticos nacionales y cómo afectan las estrategias de supervivencia de la comunidad. (Nota de campo 019).
Y ahí estaba la comunicación. La comunicación mediada por la tecnología se manifestaba en excombatientes navegando en internet, absorbidos por sus teléfonos, una familiaridad en la que cedíamos nuestros datos sin cesar. Reflexioné sobre cómo una radio podría convocarlos para diversas actividades, como comer juntos. Sin embargo, prevalecía el voz a voz, una forma de comunicación que llamaba a otros hombres y mujeres a compartir un almuerzo. El comedor era el centro de interacción, un espacio donde la comunicación se daba a través de palabras, miradas y alimentos. El acto de servir la comida y ayudar a los demás fomentaba la solidaridad. Mientras comíamos, observaba la esfera pública de las exFARC-EP sin restricciones, así como las conversaciones en torno a las mesas, la cocina y el lavaplatos, representando la comunicación sin la intermediación de medios, una interacción auténtica. Al terminar, vi que cada uno lavaba sus ‘chismes’, y recordé a mi abuela Angélica diciéndome “donde vayas has lo que veas que hacen” y lavé incluso los trastes de alguien que se movía con dificultad. Luego, al llevarlos hasta la cocina alguien me dio las gracias; miré y sólo vi cuatro o cinco personas jóvenes, sonriendo, divirtiéndose dentro de la cocina mientras nos miraban comer o lavar los platos…
Volví la vista a las mesas, solo para encontrarlas vacías. Todo lo que quedaba era el vacío, el susurro de las palabras de Pachito que resonaban en mi mente: "Casi nadie queda ya aquí". En ese breve silencio, una melodía de ranchera inundó el espacio. Todos regresaron a sus teléfonos, yo incluido, deslizando mi mirada hacia la hora, aunque inconsciente anhelaba mensajes, llamadas o notificaciones. ¿Sería ese el nuevo vínculo con ellos? ¿Una conversación en un chat, quizás? ¿Enseñarles a elaborar memes? Al final, ¿no es Facebook solo eso? Darle un "me gusta" y compartir, ¿como si estuvieran hipnotizados? Pero no, esa noción es una farsa; ¡no están narcotizados!, simplemente distraídos. Y de alguna manera, esa desconexión podría ser aún más inquietante. Quizás debería aventurarme a buscar hongos, para compartir y romper esas barreras de incomunicabilidad. (Nota de campo 017).
La visita a Playa Rica expuso una realidad cruda en la falta de comunicación efectiva y proyectos sostenibles en el ETCR. Los exguerrilleros expresaron su desinterés en iniciativas que no generasen recursos, reflejando preocupaciones sobre su futuro económico tras el fin de la renta básica. La ausencia de un proyecto de comunicación en un contexto tan crucial revela una oportunidad perdida para mantener la cohesión comunitaria y reforzar la paz. A pesar de las posibilidades tecnológicas, el centro de interacción era el comedor comunitario, donde la comunicación se nutría de gestos, palabras y alimentos, fomentando la solidaridad y la interacción auténtica. Sin embargo, la inmersión en dispositivos electrónicos demostró la preferencia por la comunicación virtual sobre la presencial, evidenciando una desconexión que va más allá de la falta de medios, planteando desafíos profundos para establecer una comunicación efectiva y significativa en la transición hacia la paz.
De Regreso a La Macarena: Desafíos y Oportunidades para la Paz
Pasamos de nuevo por “la Ye”. Buscaba al líder de la JAC para preguntarle por la solicitud que formularon de radio comunitaria que hicieron ante la Red Llanera de Radios, pero no estaba en el corregimiento; le dejé mis datos pero nunca recibí un mensaje suyo. Retomamos el camino y atravesamos los llanos del Yarí, bajo amenaza de lluvia. Me entre dormí en el camino.
La discusión detallada destaca la falta de estrategias formales de comunicación en contextos comunitarios y sociales en La Macarena. Desde la ausencia de una comisión de comunicación en la JAC del Carmen, hasta la desconexión evidente entre las necesidades de la comunidad y la emisora del ejército, se subraya la importancia crucial de una comunicación inclusiva y efectiva para la construcción de paz en el posconflicto. La clausura de Radio Raudal Estéreo ilustra los desafíos de la comunicación comunitaria y su impacto significativo en la identidad local y el cambio social. El cruce por el río Guayabero y la visita a Playa Rica resaltan la relevancia del contacto directo y la interacción interpersonal auténtica, así como la falta de proyectos sostenibles y estrategias de comunicación efectivas en entornos tan vitales para la transición hacia la paz. En conjunto, estos casos ponen de manifiesto la urgencia de implementar estrategias inclusivas y sensibles de comunicación a las dinámicas locales y sociales, para garantizar una participación significativa de todos los actores sociales en la construcción de un entorno pacífico y equitativo en La Macarena.
Epílogo
Al sumergirme en el terreno, se desvelaron aspectos cruciales en el tejido de la comunicación social en la región explorada. Desde los encuentros en espacios comunes como el Café de Lithos, hasta las dinámicas que caracterizan la cocina comunitaria en el ETCR de Playa Rica y las reuniones de la JAC, se vislumbra la comunicación como una red compleja de interacciones. Sin embargo, esta complejidad se matiza con un desencanto palpable hacia una comunicación integradora y no violenta, reflejando una violencia simbólica arraigada entre los habitantes y las organizaciones en La Macarena.
La ausencia de un espacio de diálogo entre diferentes actores, junto con la imperante necesidad de superar las dualidades, se convierte en una oportunidad desperdiciada en el paisaje comunicativo identificado. Se observa una comunicación fragmentada, resultado tanto de la desconfianza histórica como de la generada por la violencia armada y las denuncias, lo que ha impedido la consolidación de minorías nacionales o subcomunidades.
Esta realidad contrasta con la demanda latente de una plataforma integradora para la comunicación de la paz desde las bases, que fomente la interacción a través del desacuerdo y reconfigure la dinámica comunicativa. La trayectoria de la radio comunitaria en La Macarena y el interés evidente en emisoras comunitarias subrayan la relevancia de los medios como herramientas para proyectos de cambio social, aunque se enfrentan a la viabilidad de la violencia del posacuerdo, arraigada en la economía de las drogas.
Esta trama se entrelaza con una violencia simbólica horizontal que obstaculiza el diálogo y la construcción colectiva, en un entorno donde los agentes políticos privilegian pantallas y entretenimiento por sobre la transformación política, lo que exige una reconsideración de la subversión desde una postura más cívica.
La dispersión de exguerrilleros en proyectos posrevolucionarios y la ausencia de un proyecto comunicativo integral resaltan la dificultad para desarrollar proyectos de comunicación en el posacuerdo, marginados por las instituciones y desconectados de la construcción de paz desde su base, lo que requiere un compromiso no solo de excombatientes y otras comunidades, sino también del Estado.
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Notas
Información adicional
Cómo citar:: Tapias, C. (2024). La Fantasía de Todos Juntos. Etnografía a la
Incomunicación de los Actores Sociales de La Macarena en el Posacuerdo. Mediaciones,
32(20), pp.44-65.
Procedencia: El artículo presentado se
enmarca en la investigación doctoral denominado “Habla, no
dispares! Etnografía de los espacios sociales de la comunicación para la
construcción de La Paz territorial en medio de múltiples violencias”, realizada
en la Universidad del Norte, Colombia. El autor declara
no tener conflicto de interés.