La noche del sábado 12 de junio, me enteré por varios colegas de la noticia del fallecimiento de Jesús Martín-Barbero. Acudí a Twitter y ya había allí varios trinos de investigadores y amigos que recordaban su valor como maestro y pensador latinoamericano. Repasé por un momento cuándo y cómo supe de él años atrás cuando era estudiante de pregrado en Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Manizales, y me fui a descansar sin querer atiborrarme de tanta información por el suceso. Al día siguiente, decidí buscar mi agenda de apuntes para corroborar que la mejor manera de empezar el camino de la Maestría en Comunicación, Desarrollo y Cambio Social en la Universidad Minuto de Dios, ocurrió el 23 de agosto de 2018, precisamente junto a él, en su Cátedra Inaugural. Yo le había visto un par de ocasiones antes en eventos de comunicación, pero de lejos, con las distancias y protocolos propios de la academia. Esa mañana en Fes Colombia, la experiencia fue diferente porque compartimos en una mesa amplia maestros y estudiantes en una conversación que sentí mucho más cercana y desparpajada. Debo confesar que dos cosas me llamaron poderosamente la atención: la ternura que sentí al verlo entrar con su boina, su saco y su maletín como si se tratara de mi abuelo, o el de cualquiera de nosotros, que venía para contarnos grandes historias; y la vehemencia con la que se expresaba a sus 81 años, convencido del camino que decidió recorrer, siempre desde nuevas maneras de preguntarse por la realidad que nos desborda.

En los salones de clase, como estudiante y docente, he podido verificar que en muchas ocasiones hacemos ejercicios de dureza y autocontrol para no dejar que las emociones asomen frente a quienes nos escuchan. Jesús Martín-Barbero compartió cada una de sus ideas con tanta naturalidad y pasión que allí confirmé que estábamos frente a un ser de carne y hueso, y no frente al mito intocable que escribió De los medios a las mediaciones. Nos habló de la Escuela de Comunicación que ayudó a fundar en la Universidad del Valle para pensar en colectivo este país; nos invitó a preguntarnos ¿cómo se comunica Colombia?; nos recordó que el nadaísmo no fue sólo un hecho poético sino un hecho eminentemente político, nuestro propio existencialismo. Nos recomendó la lectura de Pulgarcita, el libro del filósofo e historiador francés Michel Serrés; e hizo alusión a sus experiencias con la comunidad de la costa en Ciudad Bolívar años atrás, entre otras tantas cosas que permitieron que la jornada me pareciera demasiado corta. Al final de su intervención nos habló de un desafío y es el de “comunicarse en un mundo en el que los límites mentales son mayores que los territoriales”. Yo lo sentí como una invitación a andar la maestría, no desde las certezas, sino nuevamente desde la curiosidad y el asombro.

Gratitud al Maestro, por su tremenda lucidez y férrea convicción de otra Colombia posible. Gratitud, por sus palabras en esa fría mañana bogotana: “la defensa de la diferencia en cualquier estadio o dimensión de la vida”.

Este texto lo escribí en el marco de la Cátedra Abierta de Comunicación titulada Caminando con Jesús Martín Barbero, y estoy segura que muchas generaciones en Colombia y América Latina lo seguiremos haciendo desde la fuerza de sus argumentos.

Información adicional

Cómo citar: Carrero Montealegre, C. (2021). Breve Homenaje al Maestro Jesús Martín Barbero. Mediaciones, 27 (17). Pp. 459-460.: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediacio nes.17.27.2021.459-460