Helda Martínez
hmartinez@uniminuto.edu
Maestra en Paz, desarrollo y ciudadanía
UNIMINUTO Colombia
Recibido: 3 de marzo de 2021
Aceptado: 16 de abril de 2021
Publicado: 23 de junio de 2021
ISSN: 1692-5688 | eISSN: 2590-8057
Cómo citar: Martínez, H. (2021). El barrio Belén de Bogotá: Resistencias pacíficas y culturales. Mediaciones, 26 (17). Pp. 58-78. https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.17.26.2021.58-78
Este artículo surge del trabajo de grado denominado “Resistencia noviolenta a la total gentrificación en el barrio Belén de Bogotá” para optar por el título de Maestra en Paz, desarrollo y ciudadanía, UNIMINUTO. Colombia.
Conflicto de intereses: La autora ha declarado que no existen intereses en competencia.
Resumen
El barrio Belén de Bogotá es el segundo más antiguo de la ciudad después de La Candelaria (Cortés, 1982). A él se accedía, entonces, cruzando el Río San Agustín que descendía de la cordillera por la actual calle séptima o presidencial, siendo lugar de habitación de obreros e indígenas al servicio de españoles y colonos. Belén hace parte de la localidad de La Candelaria, e igualmente, es un paréntesis en el corazón del corazón de Bogotá. Un paréntesis, sí, porque a pesar de la renovación urbana que se inició en 1980 con la Corporación La Candelaria, seguida por el Plan Centro y los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), los habitantes de Belén conservan la esencia pueblerina que los caracteriza aun en el centro de la ciudad. A pocas cuadras de palacios, ministerios y batallones; del Palacio de Nariño y de San Carlos; del Ministerio de Hacienda y el de las Tecnologías; del Batallón de Infantería Número 37, o Guardia Presidencial. Es decir: a pesar del neoliberalismo que nació después de la II Guerra Mundial, hijo del capitalismo y su efecto expandido por el mundo, la gentrificación, que consiste en la restauración de los centros urbanos a favor del lucro, del comercio, de la adecuación residencial para la clase media expulsando del territorio a los pobres que alguna vez los habitaron; Belén hasta ahora conserva muy buena parte de su esencia. Allí, varias generaciones del mismo origen permanecen. Se conocen, se saludan, y en muchos casos son parientes entre sí. Conservan la esencia de personas sencillas y trabajadoras, en su mayoría con ganas de mantenerse habitando el territorio. No quieren irse a los extramuros de la ciudad. Por ende, es interés plausible difundir un empeño territorial, sin duda, afianzado en la conservación de juegos como la rana y el tejo, por ejemplo, que suman a expresiones artísticas ahora también viejas como la danza tradicional; todo, en busca de mermar la ambición de los constructores por degustar este bocatto di cardinale. Es decir, esta delicia particular que incluso han intentado sostener con la Marca Belén. La Marca: esa estrategia tantas veces usada, que nos remonta a Colombia es Pasión y ahora se actualiza con la Marca Colombia.
Palabras clave: Gentrificación, Resistencia cultural, Defensa del territorio, Marca Belén.
Abstract
The Belén neighborhood of Bogotá is the second oldest in the city after La Candelaria (Cortés, 1982). It was accessed by crossing the San Agustín River that descended from the mountain range along the current Seventh or Presidential Street, and was a place of habitation for workers and indigenous people in the service of Spaniards and settlers. Belen is part of the town of La Candelaria, and is also a parenthesis in the heart of the heart of Bogota. A parenthesis, yes, because despite the urban renewal that began in 1980 with the La Candelaria Corporation, followed by the Plan Centro and the Land Management Plans (POT), the inhabitants of Belen retain the smalltown essence that characterizes them even in the center of the city. A few blocks away from palaces, ministries and battalions; from the Palacio de Nariño and San Carlos; from the Ministry of Finance and the Ministry of Technology; from the 37th Infantry Battalion, or Presidential Guard. That is to say: in spite of the neoliberalism that was born after World War II, son of capitalism and its expanded effect throughout the world, the gentrification, which consists of the restoration of urban centers in favor of profit, commerce, of the residential adaptation for the middle class expelling from the territory the poor that once inhabited them; Belen until now conserves very good part of its essence. There, several generations of the same origin remain. They know each other, greet each other, and in many cases are related to each other. They conserve the essence of simple and hard-working people, most of them with the desire to remain living in the territory. They do not want to move to the outskirts of the city. Therefore, it is a plausible interest to spread a territorial commitment, undoubtedly strengthened in the conservation of games such as frog and shuffleboard, for example, which add to artistic expressions now also old as the traditional dance; all in an attempt to reduce the ambition of the builders to taste this bocatto di cardinale. That is to say, this particular delicacy that they have even tried to support with the Marca Belén. The Brand: that strategy so many times used, that takes us back to Colombia es Pasión and now it is updated with the Marca Colombia.
Keywords: Gentrification, Cultural resistance, Territorial defense, Marca Belén.
Resumo
O bairro Belén de Bogotá é o segundo mais antigo da cidade depois de La Candelaria (Cortés, 1982). O acesso era feito, então, atravessando o rio San Agustín que descia da cordilheira através da atual Sétima ou Rua Presidencial, sendo um local de moradia para trabalhadores e povos indígenas a serviço de espanhóis e colonos. Belen faz parte da cidade de La Candelaria, e é também um parêntese no coração do coração de Bogotá. Um parêntese, sim, porque apesar da renovação urbana que começou em 1980 com a Corporação La Candelaria, seguida do Plano Centro e dos Planos de Gestão Territorial (POT), os habitantes de Belen retêm a essência da pequena cidade que os caracteriza, mesmo no centro da cidade. A poucos quarteirões de palácios, ministérios e batalhões; do Palácio de Nariño e San Carlos; do Ministério da Fazenda e do Ministério de Tecnologia; do 37º Batalhão de Infantaria, ou Guarda Presidencial. Ou seja: apesar do neoliberalismo que nasceu após a Segunda Guerra Mundial, filho do capitalismo e de seu efeito ampliado em todo o mundo, a gentrificação, que consiste na restauração dos centros urbanos em favor do lucro, do comércio e da adaptação residencial para a classe média, expulsando do território os pobres que antes os habitavam; Belen ainda conserva boa parte de sua essência. Lá, várias gerações da mesma origem permanecem. Eles se conhecem, se cumprimentam e, em muitos casos, estão relacionados um com o outro. Eles conservam a essência de pessoas simples e trabalhadoras, a maioria delas com o desejo de continuar vivendo no território. Eles não querem se mudar para a periferia da cidade. Portanto, é um interesse plausível difundir um compromisso territorial, sem dúvida reforçado pela preservação de jogos como o frog e o shuffleboard, por exemplo, além de expressões artísticas agora também antigas como a dança tradicional; tudo na tentativa de reduzir a ambição dos construtores de provar este bocatto di cardinale. Ou seja, esta delicadeza particular que eles até tentaram apoiar com a Marca Belén. A Marca: essa estratégia tão utilizada, que nos leva de volta à Colombia es Pasión e agora está atualizada com a Marca Colombia.
Palavras chave: Gentrificação, Resistência cultural, Defesa do território, Marca Belén.
La expresión bocatto de cardinale para el caso se refiere a las características de la zona, porque pocos sectores capitalinos tienen la firmeza terrestre que otorga la cordillera oriental, que suma a la inmediatez del centro histórico, gubernamental y administrativo; pocos sectores para la gentrificación que en La Candelaria es una realidad, y en la localidad de Santa Fe avanza rápido.
Con un antecedente de alerta que se remonta tres décadas, porque en la vecina Santa Bárbara -inmediata a Belén por la carrera cuartasin demasiado aspaviento, al borde de los años 90, se construyó la Nueva Santa Fe. con alrededor de 600 apartamentos. Una linda construcción a cargo del reconocido arquitecto colombo-español Rogelio Salmona, pero que igual, rompió el hábitat tradicional.
En los últimos tiempos el proceso de cambio avanza por los barrios de Santa Bárbara, Las Cruces, La Concordia, con base en los POT de las administraciones distritales que suman a la ausencia de tierra para construir en esta ciudad de tantos e inciertos millones de habitantes.
Figura 1
Nota: Desde la falda de la cordillera oriental, en donde se asienta Belén, la panorámica de la extendida Bogotá, hasta la cordillera central, en la que, en días despejados, se ven los nevados, en especial del Ruiz y del Tolima.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
Dada la posibilidad de la transformación, amigos y residentes de Belén pusieron en práctica su inteligencia ancestral, tomando en cuenta todas las posibilidades para defender su permanencia, mediante prácticas y formas antagónicas a la violencia.
La voz que canta y que sumando se convierte en coro; o la danza típica, tradicional, de largas faldas y sutiles coqueteos que se expresan en guabinas y bambucos.
Figura 2a y 2b. Bambuco
Nota: Actividades lúdicas con adultos mayores: Danza y juegos. A la derecha, una presentación frente a la iglesia de Belén. A la izquierda, más reciente, en el parque cercano a Egipto.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
También es cultura la recuperación de juegos tradicionales como ha sido interés de líderes y habitantes del barrio, buscando la cercanía a los más jóvenes, según narración testimonial para el trabajo Resistencia Noviolenta a la total gentrificación en el barrio Belén de Bogotá, realizada para optar el título en la maestría Paz, Desarrollo y Ciudadanía (2019).
Figura 3a y 3b. Tejo
Nota: Joaquín Ramírez y vecinas de Belén, departen una partida de tejo. Antes como ahora, Ramírez acompaña, orienta, sonríe: “Él es el ¡profe!”.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
El trabajo de investigación se realizó bajo el criterio de Análisis de Narrativas con Enfoque Hermenéutico Interpretativo, el Método Cualitativo y la Etnografía como Metodología.
En las herramientas se destacan las Fotográficas, las Entrevistas, el Diario de Campo que incluye la observación en detalle, que antecede por mucho más de dos años el trabajo presentado, dada la vecindad y la experiencia personal por cuanto vivo en Santa Fe desde comienzos de los 90. Una experiencia que permite una suma de sensaciones, conocimientos y emociones. También se incluye como herramienta la Investigación Bibliográfica, soporte fundamental.
El documento final se acerca a las 90 páginas con testimonios, referencias bibliográficas y un centenar de fotografías, de más de 300 captadas en un lapso que superó el año y medio.
En consecuencia, se partió de la siguiente pregunta de investigación: ¿De qué manera y cuáles prácticas de resistencia no violenta se realizaron durante el periodo 2012 – 2015 en el barrio Belén del centro de Bogotá, para resguardarlo de la gentrificación, apostando a la “Marca Belén” como impronta para la defensa del territorio?
Como se señala en la pregunta de la investigación, el lapso que se tuvo en cuenta fue el periodo 2012 – 2015, coincidente con la alcaldía de Gustavo Petro Urrego y la presidencia en la Junta de Acción Comunal de Joaquín Ramírez, líder de reconocimiento en el sector.
El apoyo de Petro fue importante, pero dejó un lunar al final de su administración, cuando aceptó la construcción de 300 apartamentos en un lote entregado en fiducia por la iglesia de Belén, en terrenos del barrio, generando inconformidad en la comunidad. Pero también con una explicación válida, porque al ser terreno sin uso podría ser expropiado.
Igual, este fue el periodo de mayor continuidad en las acciones por el reconocimiento del barrio: videos, proyecciones, presentaciones lúdicas, conformación de grupos artísticos entre niños y personas de la tercera edad. Mercados campesinos, concursos, iluminación y jornadas cívicas confluyeron para consolidar el reconocimiento de Belén.
El lapso que ocupó el trabajo final de la maestría denota una época activa, solidaria, interesante. Pero no es posible desconocer la fuerza del neoliberalismo, del capitalismo y del clasismo, bajo la sombrilla de la ambición que, en mediano plazo podrían acabar con este barrio histórico de Bogotá. A esto suma que los líderes y conservacionistas envejecen. Que sus fuerzas disminuyen. Que no cuentan con dinero para contrarrestar, ni comprar, ni construir de nuevo. Y sobre todo, que la estrategia capitalista no improvisa: aumentan los impuestos, los hacen impagables, y al que no venda, lo expropian.
Frente a esta la lógica, por tanto, la resistencia noviolenta es fundamental, como lo es también el eje del documento que registra la experiencia cotidiana. Una cotidianidad que sigo observando sin cambios mayúsculos hasta hoy cuando transcurre el año 21, y por fortuna, desde mí sentir.
Abogo a la afirmación de carácter personal que se imprime en los ensayos, e inicio este aparte del texto con una declaración de amor: de amor a Belén y a su gente. Aunque son pocas las personas que conozco de manera directa, puedo nombrar a Magolita Pinzón con sus 84 años de vida en Belén, y sus hijas y nietos; a Irma Vega, y a Joaquín Ramírez, quienes bordean los 60 de edad; y a muchas más personas a quienes saludo y de quienes recibo buena onda como don Rafael, el carnicero y su hermana Mercedes, dueña de la miscelánea; Harvey, estudiante universitario y dueño con su familia de un restaurante de comida casera; y tantos otros, incluso, sin conocer su nombre. Sin embargo, no son tantos como la población total del barrio.
En este punto retrocedo en el tiempo para compartir que, al llegar a la vecindad en el año de 1991, los temores que surgen, y que la sociedad hegemónica, patriarcal y clasista alimentan, me advertían sobre Belén: que qué peligro. Pero son casi tres décadas de vecindad, de curiosidad y de tránsito por sus calles empinadas, similares algunas a las de La Candelaria, las mismas que siempre me parecieron atractivas y muchas veces caminé.
Vivo en el centro de la ciudad desde inicios de los 80: La Concordia y Las Aguas antecedieron a la Nueva Santafé. Comparto el tránsito vital porque sustenta el ser testigo de los cambios en el centro de la ciudad, e incursionar por casi todo el territorio durante largo tiempo. Por tanto, conocí de cerca la transformación de La Candelaria. Y no quiero ver la de Belén.
Figura 4a, 4b, y 4c.
Nota: Imágenes vigentes del barrio Belén.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
La maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía me dio la posibilidad de escribir sobre este pedacito de la ciudad que se ha salvado de las retroexcavadoras y los tractores durante varios siglos. Con énfasis desde mediados del siglo pasado cuando se inició la gentrificación en el mundo:
La gentrificación es un fenómeno urbano con tendencia registrada en diversas urbes, e integrante del proceso global de construcción urbana, que consiste en el desplazamiento paulatino de grupos de altos ingresos a un espacio central, antes deteriorado, en plan de mejorar sus condiciones físicas, sociales y económicas, que en paralelo desencadena la salida de la población residente de bajos ingresos. Como tal, es un fenómeno que surge de la época posfordista, incentivado por el accionar de ciertos actores urbanos interesados en la recuperación funcional y en la revalorización económica de estos sectores degradados. (Manrique, 2013).
A manera de contexto devuelvo el tiempo a los orígenes de la metrópoli hoy llamada Bogotá, en La Candelaria, demarcada como Localidad 17. En el conocido Chorro de Quevedo, ubicado en la carrera 2° calle 12-B de la nomenclatura actual, el español Gonzalo Jiménez de Quezada ordenó levantar las primeras doce chozas, según nos cuenta la historia; como lo registra la placa ubicada sobre la pared en un restaurante-café, en las siguientes fotografías:
Figura 5. Chorro de Quevedo
Nota: Placa en donde español Gonzalo Jiménez de Quezada ordenó levantar las primeras doce chozas que serían Bogotá . [Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
Tras el registro más antiguo, damos el salto hasta la Bogotá de mediados del siglo XX, 1948, cuando la capital era una ciudad pequeña según la Historia del Desarrollo Urbano del Centro de Bogotá:
[…] diferentes problemáticas venían acumulándose, y el centro principalmente urgía de un plan de reforma, pero no se contaba con los elementos legales para impulsarlos. Los problemas de la ciudad estaban relacionados en primera instancia con el incremento demográfico, pues entre los años 1938 y 1948 la población aumentó en 180.000 habitantes, contando al final de dicho periodo con aproximadamente 500.000 habitantes […]. (Cerdeño, 2007, pp 51).
E igual, como en muchos centros urbanos, Bogotá acogía a las clases nobles y pudientes de la ciudad en barrios céntricos como La Candelaria, Santa Inés, Santa Bárbara o Las Cruces, hasta cuando el llamado Bogotazo, originado por el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán, y la violencia que desató, transformó la ciudad y los habitantes del centro se trasladaron hacia nuevos espacios habitacionales en el norte, el occidente y el sur de la ciudad.
Como se mencionó en el párrafo anterior citando a Cerdeño, la violencia y el devenir político afectaron al país en general, y la capital aumentó de manera significativa su población. El centro, abandonado, fue ocupado por personas sin recursos económicos o migrantes por efecto del desplazamiento. El Edil de La Candelaria, Juan Camilo Castellanos, afirmó al respecto:
Los parámetros normativos de reestructuración del territorio son como una reconquista. Es un nuevo momento de apropiación, porque después del magnicidio del 48, con El Bogotazo, los ricos se fueron para el norte, y la chusma, se quedó con las casas
-digo chusma, por una referencia histórica porque obviamente no creo que sean chusma. Fueron ellos quienes se quedaron con las casas, y de ahí viene el concepto de pieza: porque a las grandes casas señoriales del centro histórico, la gente se metió y cada uno cogió una pieza. Así se formaron los inquilinatos. (Castellanos, 2018).
A inicios de los años 80 conocí La Candelaria, durante los primeros años del ejercicio profesional que inicié en 1979 en El Espectador, siendo Bogotá la principal fuente a mi cargo. Por tanto, conocí de primera mano la evolución que se surtió entre 1978 y
1982, cuando la alcaldía la ocupó el liberal Hernando Durán Dussán, quien designó a Genoveva Carrasco de Samper la creación de la Corporación La Candelaria, iniciándose un proceso de cambio, tanto positivo como negativo, dependiendo de cómo se mire y, sobre todo, cómo se perciban las consecuencias socioeconómicas para los habitantes tradicionales en el sector más viejo de la ciudad.
Más allá de los calificativos, la gentrificación ya se consolidaba en el mundo. Y esa fue la tarea que Dussán designó a Carrasco.
La Candelaria
En este punto enfatizamos en el término según Adrián Smith Manrique Gómez, en Gentrificación de La Candelaria (Bogotá DC). Agentes y estrategias intervinientes:
El término gentrificación fue utilizado por primera vez por Ruth Glass en Inglaterra a mediados de la década de los sesenta, para definir los complejos procesos sociales que acompañan la rehabilitación de espacios obreros deteriorados en el sector de Islington – Londres. En este proceso participaban los gentrys o pequeña nobleza: jóvenes de clase media motivados por establecer su espacio residencial en esta zona de viejas casas victorianas, cuyo arribo desencadenó su remodelación, la imposición de nuevos estilos en los espacios interiores, el mantenimiento de fachadas y la construcción de jardines y terrazas. (Manrique, 2013).
Dada su consolidación como efecto de revalorización integral, con beneficio económico, el fenómeno se hizo común en centros urbanos como San Francisco, New York, Baltimore, Toronto, Quebec; Barcelona, Bilbao, Berlín; y muchas capitales del mundo, incluida América Latina, en Santiago, Lima, Quito, México D.F.; y por supuesto Bogotá, como fue la tarea designada a la señora Carrasco.
Poco a poco el centro histórico se transformó.
Vale enfatizar en este momento textual que, en efecto La Candelaria se logró gentrificar.
Y lo hizo bajo el silencio de la mayoría de sus antiguos habitantes; o por lo menos no se conocieron movilizaciones de protesta, como sí se conocen en otros barrios de la localidad.
Hoy La Candelaria está invadida por el turismo que se afianzó con hoteles y hostales, que en número superaban a comienzos de 2020, los ochenta establecimientos y a su lado, restaurantes y cafés, paralelos a la venta de artesanías callejeras y de almacén, sumando a universidades tradicionales como recientes, establecimientos gubernamentales, las edificaciones que rodean a la Plaza de Bolívar, La Catedral y las iglesias con la historia que registran los museos y sus relevantes antecedentes históricos.
Con el fin de ubicarnos geográficamente en el sector, recordemos que la localidad está delimitada por la Avenida Fernando Mazuera, más conocida como Carrera Décima, hasta encontrarse con el llamado Eje Ambiental de la Avenida Jiménez. Sigue al oriente hasta la Avenida de Los Cerros o Circunvalar, y desciende por la Avenida de Los Comuneros, o Avenida Sexta, para cerrar en la Carrera Décima (Acuerdo 117 de 2003. Concejo de Bogotá, Distrito Capital, 2003). La superficie de la localidad es de 206 hectáreas, equivalentes a 0.5% del total de la ciudad (Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, 2013). Y la población rodea los 22.650 habitantes, que representan el 0.8% de la totalidad capitalina, según información oficial (Departamento Nacional de Estadísticas, 2005). Los barrios que conforman a la localidad son La Candelaria, La Catedral, Centro Administrativo, Santa Bárbara, La Concordia, Las Aguas, Egipto y Belén.
Pero es válido recordar que La Candelaria está inmersa en otra localidad que la rodea: Santa Fé, o Número Tres, que incluye hacia el norte el Centro Internacional y los barrios de San Martín, La Perseverancia, La Macarena. Hacia el occidente se extiende hasta el popular e intenso sector de San Victorino, y al oriente asciende por los Cerros Orientales incluyendo a Monserrate y Guadalupe. Al sur, la Localidad de Santa Fe incluye el no menos tradicional barrio de Las Cruces.
Y en medio de una renovación urbana que incluye enormes construcciones como el edificio Bacatá y otros destinados a la residencia de universitarios, soportadas en los POT de los últimos años. Ahí, en medio, el pequeño y cálido Belén; el que sigue siendo un barrio de casas viejas y antiguos habitantes. Delimitado por la carrera 4ª, hasta la 3ª Este, o Circunvalar. Calles 7ª, y calle 8ª, incluyendo las calles 6b, a 6f, para un total de 21 manzanas, y alrededor de 2.500 residentes.
Figura 6. Mapa de la Localidad 17
Nota: Fotografía del Mapa de la Localidad 17, La Candelaria, y demarcación en azul del Barrio Belén de Bogotá. Con una extensión original 1.80 x 1.00 metros, elaborado en lona y con la especificidad de los hoteles, universidades, sitios históricos y turísticos. Realizado para este documento por Edgar Augusto Martínez Campos, Ingeniero Civil y Diseñador Gráfico. Por supuesto que se tuvo en cuenta un original de Google Maps, pero con adaptación a la actualidad en el sector, convirtiéndolo en único en su género. Este será entregado a los líderes durante la socialización de este trabajo.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
La resistencia cultural, opuesta a la violencia, en Belén de Bogotá
Los resistentes han ido descubriendo el poder de la Noviolencia como una cuestión de principios para distanciarse de los poderes aplastantes de la guerra y la opresión, pero también como una cuestión práctica donde se forja el aprendizaje de la constitución de nuevos territorios para la vida, rompiendo los moldes jerarquizados en que se han solidificado los poderes de centro. (Useche, 2016, pp 513).Así, entre las acciones desarrolladas en Belén con tozudez por parte de sus habitantes, el líder Ramírez recuerda que se empeñaron por suprimir la estigmatización de barrio peligroso “y, como sabía que el sector tenía muchas necesidades de atención en lo social, también me di cuenta de que, la gente entendía el mensaje cuando los invitábamos a hacer el ejercicio social. Entonces iniciamos con las huertas urbanas y los muros verticales”. (Ramírez, 2018).
Dignidad es el primer nombre de la resistencia, como el encuentro humano que hace renacer relaciones profundas y nos abriga del miedo, y el segundo es signo de resistir. En esas dos fuerzas no hay nada de extraordinario, pero juntas comienzan a proveer de ese pequeño tremor que calienta los corazones y que impulsa a poner en acción el poder de la solidaridad y del amor. Ahí están los cimientos movedizos de acontecimientos micropolíticos que dibujan otras maneras de existir. (Useche, 2016).
Figura 7a y 7b
Nota: Entre las acciones realizadas estuvo la recuperación de lotes baldíos, en los que se ubicaron materas y plantas sembradas sobre llantas. Una acción que se adelantó con el apoyo de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, al igual que los jardines verticales, como el que registra la foto de la izquierda, que, a pesar del tiempo se conserva aunque no en su mejor forma. En el piso de esa casa, otra muestra de los efectos del neoliberalismo: Los pobres sin techo que duermen en el piso, con un perrito fiel a su lado.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
Uno de los slogans usados en el momento fue, “no vendan sus casas porque este barrio lo vamos a renovar todos juntos”. Así lo afirmó Darío Sendoya Zuluaga, antropólogo del desarrollo y sociólogo fundador de un sueño que se denominó “espacio de creación cultural y social”, en el que por medio de talleres dirigidos a un grupo de niños empezaron a crear una base cultural en el barrio, recalcando la importancia del arte como medio de expresión. Buscaban fortalecer el orgullo del barrio entre los habitantes para que, en un futuro, “se pueda crear una empresa por medio de la cooperativa del barrio”, como lo registró la Revista Plaza Capital en el primer párrafo, en un texto titulado Casa B, un sueño en Belén, con autoría de Guillermo Ospina (2013).
Con Sendoya a la cabeza, el grupo lo conformaron diez niños que entonces contaban entre 9 y 14 años de edad. La comunidad contó con el apoyo de organizaciones nacionales y personas de otras nacionalidades que se interesaron en divulgar la importancia de Belén desde la historia de lo social. Stefanie, literata de formación, traductora independiente y docente de idiomas, Sendoya, quien venía de estudiar en la Universidad de Lovaina (Bélgica) y el ingeniero industrial y administrador de empresas, conocido como Chuco, cofundaron Casa B.
Figura 8a y 8b. Casa B
Nota: Casa B sigue ahí. Bastante “destartalada”, pero sigue ahí cumpliendo la tarea. Nótese el logo en la placa superior de la puerta, y el lado del dibujo del tambor: B.
[Fotografía de Helda Martínez].(Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
Antes del registro de Casa B, que involucraba a niños y niñas, con participación de sus mamás, Joaquín Ramírez presidente de la JAC fue invitado a participar en un primer video, realizado en 2012 con el antropólogo y sociólogo Darío Sendoya. Este corto (i.letrada, 2012) de tan sólo 3:13 minutos, fue realizado al inicio de la gestión de Ramírez, quien tuvo a lo largo de los cuatro años un interés fundamental: defender el barrio y promocionar su amor desde la cultura autónoma, incluyendo danza, baile, juegos. La grabación termina en la carrera 2Bis, en la que se encuentran tanto Casa B, como Casa Bakatá, una fundación que data de 2005 y, en la que participa Ramírez.
Figura 9. Casa Bakatá
Nota: [Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
En 2012, el grupo Fuga Develada/Taller Vertical, Arte, Ciencia y Tecnología de la Universidad Jorge Tadeo Lozano realizó el corto de 5:12 minutos, Descubriendo Belén ¿qué sientes por Belén? (Develada, 2015), que recoge opiniones de los residentes en torno al barrio. La mayoría de las personas a quienes se consultó, contaban con más de diez años de habitar en Belén, coincidiendo todos con el gusto que implicaba para ellos vivir en el sector. Otro proyecto insigne fue el de iluminar el barrio en busca de contrarrestar amagos de inseguridad. “El día que iluminamos a Belén, pusimos una extensión hasta el Archivo Nacional, porque sentíamos un gran placer al decir, éste es un corredor cultural, la de una comunidad emprendedora”. (Ramírez, 2018). De este proyecto existe un video en CD.
Otro proyecto que también ilumina la mirada de Ramírez es recordar la respuesta a una convocatoria de la Secretaría Distrital de Hábitat. “Pasamos el proyecto para hacer un barrio de colores; el distrito premiaba un barrio, pintando el 50% de las casas. Queríamos mejorar las cinco cuadras más difíciles porque había consumo de estupefacientes y abandono. Y lo ganamos”, recuerda. (Ramírez, 2018). De manera adicional conformó un grupo de jóvenes que le ayudaran a definir las principales falencias de Belén e hicieron intervenciones los fines de semana, en medio de sancochos comunitarios para lograr la definición de acciones comunes.
A lo anterior, se suma que otro de los problemas detectados fue la ausencia de documentos que determinaran la propiedad de los habitantes. Muchos heredaron, pero no tenían la documentación en regla. Entonces se apoyaron en la Facultad de Arquitectura de la Universidad la Gran Colombia con respuesta positiva. “Ciento ochenta estudiantes estuvieron en nuestro barrio alrededor de dos años, sacando planos que se los dejamos a sus dueños, a quienes venciendo sus miedos nos dejaban entrar. Los convencimos de que abrieran sus puertas a la profesora Gladys, quien les decía: guarden esto, porque es para Patrimonio”. (Ramírez, 2018).
Joan Costa, en su obra La imagen de marca. Un fenómeno social (2004) asegura que “ahondar en la imagen de marca es penetrar en el imaginario social, la psicología cotidiana, el mundo personal de las aspiraciones, las emociones y los valores”. (Costa, 2004, pp 106)
Por su parte Norberto Chaves dice que “la función esencial de la marca país es identificar todos los mensajes y acciones de importancia estratégica, promoviendo el reconocimiento interno y externo, de los valores y recursos de ese país”. (Chaves, 2015, pp 59). Se reitera que Colombia es Pasión fue una marca impuesta en 2006 y vigente hasta 2012, e identificada como una marca icónica, asignada “a partir de una supuesta primacía de lo emocional en la identificación nacional”. (Chaves, 2015, pp 78). Y si existió la Marca País, no solo en Colombia sino en muchos de los estados del mundo y de América Latina en particular ¿por qué no podría existir la Marca Belén?
Joaquín Ramírez recordó para este documento: “Hicimos un estudio durante unos seis meses, para poner en cada casa la Marca B. En cada tienda, en cada espacio comercial. Hicimos una serie de videos para compartir, y trabajamos con la comunidad. Nuestro sueño era tener camisetas, bolsas para el mercado, y, que si alguien nos veía supiera que veníamos del barrio Belén. Pero nos ganó el alcalde Humberto Guerrero, porque logró el apoyo de unos 80 comerciantes, y nos dejaron de lado. Habíamos logrado hacerle entender a la gente la importancia de la identidad. De la pertenencia.” (Ramírez, 2018).
Para establecer el Logo de la Marca Belén, los integrantes de la Junta de Acción Comunal trabajaron con el apoyo de Proximity Colombia. En julio de 2013, el logo fue aprobado por la JAC y lanzado oficialmente en el barrio en septiembre del mismo año. Y, sin embargo, según opinión registrada en grabación de abril de 2018, la Marca Belén, o Marca B, no funcionó para el barrio Belén, porque el alcalde local del momento, Heriberto Guerrero, se apropió de la idea.
La afirmación fue hecha por el líder Joaquín Ramírez, presidente de JAC durante los cuatro años consecutivos: “el alcalde (local) anterior (…) se robó la idea. Pero es un sueño que no se ha perdido. Es un sueño que se hizo realidad por un tiempo, y todo el mundo hablaba de la Marca B., Marca Belén o Marca Barrio. Nosotros queríamos que se mantuviera el sentido de pertenencia; que la gente la viera hasta en las hojitas de la misa de la iglesia. Pero cuando el alcalde se enteró, hizo diligencias y sacó la Marca La Candelaria”. (Ramírez, 2018).
Figura 10a y 10b.
Nota: Tomado de: Pinterest, BLAA. (Bogotá. Mayo, 2018).
La dignidad con la que han ejercido la resistencia no violenta los vecinos interesados en la conservación del barrio Belén en el centro histórico de Bogotá, ha permitido que mantenga su esencia. La esencia de pueblo en medio del corazón de la metrópoli. Que el nombre del habitante de la casa de al lado esté incluido en el saludo cotidiano, en general antecedido por Don, o Doña. La dignidad mencionada en el Marco Teórico, haciendo referencia al profesor Óscar Useche, cuando afirma que esta le concede el primer nombre a la resistencia, y la define como el encuentro humano que permite las relaciones profundas abrigándonos del miedo. Esa dignidad que provee del tremor, que calienta corazones y que impulsa la solidaridad y el amor.
Es esta afirmación la que compagina con el accionar de los habitantes de Belén, y de ello doy fe con base en la observación a barrios incluidos en la misma Localidad La Candelaria, como por ejemplo La Concordia, lo que aún queda de Santa Bárbara, o de otros circunvecinos como Las Cruces. Incluyo el conjunto que habito: la gente no siempre saluda y casi nunca conoce (conocemos) a quienes nos rodean.
En Belén sí. Esa resistencia no violenta se ha consolidado a través del tiempo con la lúdica, el intercambio generacional en el juego del trompo, por ejemplo. En la danza, en los ejercicios físicos. En el compartir caminando hasta Entre Nubes como hacen algunas semanas, con participación de la incansable Magolita y de doña Magdalena; quien llegó hasta el filo para compartir el sancocho que preparó Joaquín. Me lo contó ella en medio de otra de sus espontáneas y sonoras carcajadas.
Es la resistencia noviolenta que puso hasta el entonces párroco Edinson Herrera a favor de la conservación. Porque el hecho de que la Arquidiócesis de Bogotá cediera el terreno, que tiempo atrás estuvo lleno de cultivos que proveyeron a la comunidad, como también lo recuerda Magolita, no lo pone a favor del neoliberalismo, que, como ya se
dijo, tiene al capitalismo como su mejor representante. Ese que, lo dijo también Herrera, pasa por encima de quien sea si hay dinero de por medio. El mismo neoliberalismo pone al Estado bajo sus pies; al punto de ser las entidades públicas las que se hacen las de la vista gorda, para evitar la recuperación de predios; y en cambio, eso sí, están prestas a otorgar autorizaciones para nuevas construcciones. Hasta el izquierdista Gustavo Petro al final de su periodo administrativo concedió el permiso de construcción de los apartamentos en Belén, como lo narró el líder Joaquín Ramírez.
Figura 11
Nota: Contrastes: unos esperan que la casa se caiga en medio de la lluvia y el viento. Otros conservan su casa, la cuidan, la pintan, la engalanan con banderas y ángeles.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
La Arquidiócesis y la izquierda unidas para autorizar la construcción de 240 aparta-estudios, en áreas de 29 a 39 metros cuadrados, a un costo que oscila entre los 136 y 234 millones de pesos. A esta altura del tiempo, ya una primera etapa fue entregada y está siendo habitada.
Pero insisto en que es necesario abonar lo retardatario de la acción si comparamos las ventajas que ofrece el centro, la fortaleza de la tierra en la falda de la cordillera y el neoliberalismo vigente desde el siglo pasado, fortalecido luego de la II Guerra Mundial, y con representantes destacados como Margaret Thatcher -la Dama de Hierroen Europa; Ronald Reagan, en Estados Unidos, y Augusto Pinochet en América Latina. (significados.com).
Sobre esta base vale recordar que fue Londres el lugar en donde se inició el proceso de Gentrificación después de la guerra: recuperar los sectores céntricos para dar cabida a las clases medias y altas, desde la óptica económica.
En Chile, lo registré citando a Antoine Casgrain y Michael Janoscha: la Gentrificación fue motivo de expresiones de rebeldía. De la rebeldía contenida que permiten las dictaduras y, peor aún, si el dictador se llamó Augusto Pinochet. Situaciones que permitieron una particularidad en ese país, como fue la unidad de distintas clases sociales a favor de un propósito: evitar los desalojos.
En este punto de la narración retomo la resistencia no violenta para enunciar una vez más las acciones realizadas con el fin de enfatizar el amor por el territorio por parte de los habitantes de Belén: i) la instalación de jardines verticales, que contó con el apoyo de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. La misma que sigue ofreciendo sus espacios para las presentaciones teatrales que fomenta Joaquín Ramírez con jóvenes y personas de la tercera edad; ii) actividades cívico culturales e intergeneracionales: danza, teatro, recuperación de juegos antiguos como el cucunubá y el trompo; iii) actividades lúdicas y culturales en Casa B y Casa Bakatá; iv) videos con apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, como el titulado, Descubriendo Belén ¿qué sientes por Belén?, con una duración de 5.12 minutos; v) iluminación de Belén, con apoyo de organizaciones distritales, entre ellas, la Empresa de Energía de Bogotá; vi) Un barrio de Colores: programa que se adelantó por una propuesta presentada por Ramírez a la Secretaría Distrital del Hábitat; vii) Oficialización de Predios, antes informales, con apoyo de la Universidad La Gran Colombia; viii) definición de la Marca Belén, con actividades que contaron con apoyo de la comunidad y la firma Proximity.
Y habría que sumar bazares, encuentros, presentaciones, desfiles cívico-culturales, que dieron como resultado la apropiación de la comunidad. Por lo que aún, y a pesar de las normas que eximen al barrio de su condición histórica, de la forma en la cual se desconoció la Marca Belén calificándola de chichipata como antecedente previo al establecimiento de la Marca Candelaria, según testimonio registrado de Joaquín Ramírez; independiente de todo, la resistencia noviolenta frente a la Gentrificación es un propósito, y en ella, de la mano, se mantiene la idea de establecer la Marca Belén.
Porque, ya se afirmó, pero se insiste en este acápite: las Marcas alientan la apropiación y el reconocimiento de los territorios. Recordemos una vez más cómo la Marca País, bajo el lema Colombia es Pasión, produjo resultados de reconocimiento a un país entonces señalado por la guerra y el narcotráfico. Sobre la importancia de las Marcas se mencionaron autores como Jean Costa y María José Cerdá, quienes comparan las Marcas con los territorios físicos para el posicionamiento de sus habitantes con reconocimientos externos.
En Belén, un pequeño territorio, un espacio histórico y central que se niega todavía a desaparecer a pesar de todos los embates, la Marca Belén aportará de manera positiva a su defensa. Una impronta territorial. La recuperación de la Marca será un intento plausible y aplaudible.
Sobre la dificultad de conservar el barrio por un largo tiempo, coincidimos con el Edil de La Candelaria, Juan Camilo Castellanos, quien afirmó: “la siguiente generación que piensa en el celular de última tecnología, el carro, la moto, en viajar a Miami, ¿se preocupará por la conservación del barrio cuando no estén los líderes actuales? Es una verdad triste, pero yo lo pongo en duda”. (Castellanos, 2018).
Es decir, el empeño a futuro no es fácil. Sobre los antecedentes legales, el ahora exsacerdote Edinson Herrera afirmó: “Los intereses económicos pasan por encima del interés de las personas. Las nuevas leyes modifican las realidades y por eso, es tan importante que la comunidad esté unida, que los vecinos ratifiquen sin protestas violentas la importancia de vivir aquí, porque sin duda éste es uno de los mejores vivideros que tiene Colombia, por estar tan cerca de todo, y a ellos (los constructores) es lo que les interesa”. (Herrera, 2017).
Inspirada en esta esencia de emotividad, y a pesar (o a causa de) de las tres etapas que se levantarán bajo el nombre de Montfort Suites, me uniré al empeño de los líderes, de los soñadores, de los sonrientes, de quienes se carcajean como Magolita, tan solo porque sí.
¿Se logrará? Es una pregunta sin respuesta. ¿Los nuevos habitantes de Montfort Suites se integrarán como finalmente hicimos muchos vecinos de la Nueva Santafé? Otra pregunta sin respuesta, aun siendo uno de los sueños de la líder. (Pinzón, 2018).
Por ahora la opción es continuar. Con acciones y aplausos para las gestiones que se mantienen, por ejemplo, la posibilidad de instalar una Casa de Cultura para toda la comunidad de La Candelaria. El líder Ramírez también empezó con los recorridos guiados a turistas extranjeros, pero en la tónica de tomar café, almorzar o dormir en las casas bajo el ambiente cotidiano de los habitantes del común. Los primeros resultados confirman que la gente sale mucho más contenta que siendo huésped de un hostal. Por tanto, la decisión de apoyar ideas de este corte es conclusión que suma.
Podría ser sobre la base desde la cual los habitantes insisten en la no violencia. Y de evitar la constante violación a los derechos mediante la gentrificación que menciona el ya citado Contreras (2017) en su obra Renovación y Desplazamientos Urbanos, en que resalta el apoyo y participación de organismos gubernamentales que lograron desplazar a la mayoría de los habitantes del Triángulo de Fenicia, en donde ya está construida la nueva sede de la Cinemateca Distrital, al lado de los edificios de la pudiente Universidad de Los Andes, con 628 cupos en 243 apartamentos.
Con esta perspectiva de negocio, dos edificios más en el sector de Las Aguas ya están en funcionamiento: uno en la calle 18 y otro en la calle 20, ambos con carrera cuarta. Situación que no ha logrado evitarse dado que la legislación vigente favorece las políticas de corte capitalista; e iniciativas como los comités cívicos “No se tomen las Aguas” y “el Centro no se vende” siguen siendo insuficientes. Pero, la peor diligencia es la que no se hace.
Por su parte Adrián Smith en la tesis de grado Gentrificación de La Candelaria, Agentes y estrategias intervinientes, para optar a Magíster en Geografía en la Universidad Nacional, concluye que la apropiación del Centro Histórico por parte de grupos sociales de altos ingresos, incentivada por el sector público en asocio con el privado, motivó el aumento en el nivel de vida, implantó nuevos símbolos urbanos, siendo el resultado la exclusión y desconfiguración territorial de los residentes tradicionales de bajos ingresos (Smith, 2013).
Insisto en que las perspectivas no son fáciles ni breves. Pero no importa, porque, al igual que cruzar la carrera cuarta, me condujo hace 27 años al mundo amable del Barrio
Belén, percibo el documento final de la Maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía, como el portón que se abre para avanzar en un proceso de mediano plazo. La convicción, la tozudez, la alegría de los líderes y vecinos a quienes hoy respeto con afecto, incitan el reto de apoyar sus intenciones, aún en medio de la palpitante gentrificación y la evidencia de las construcciones; en medio de la avidez de los constructores y la indiferencia de los gobernantes.
Porque, lo dijo el Edil Castellanos: “Ningún alcalde, ninguno, ha movido un ápice para defender el barrio” (Castellanos, 2018). Incluso, en su opinión, la actitud de Gustavo Petro que algunos leyeron como generoso apoyo, fue más la rebeldía ante el gobierno nacional. Y argumenta que, con él se adelantó el llamado Triángulo de Fenicia que terminó favoreciendo a la Universidad de Los Andes. (Castellanos, 2018).
Es cierto que el COVID-19, como en un juego de estatua, lo paralizó casi todo. Pero, ¿quién quita? El virus será controlado y el mundo seguirá en su loca carrera, en la que también participamos algunos soñadores y unos más, dementes de mente.
Figura 12a y 12b
Nota: Para el cierre dos imágenes por destacar: a la izquierda, la pancarta con la invitación que hace la Universidad de Los Andes a los estudiantes para alquilar un espacio en sus habitaciones. A la derecha la congestión en un medio día, entre semana, en la calle 11 con carrera segunda, captado a la altura de la Universidad de La Salle. Ambas imágenes fueron captadas antes de entrar en pandemia y en el juego de estatua.
[Fotografía de Helda Martínez]. (Bogotá. Mayo, 2018), Archivo de la autora.
Referencias bibliográficas
Acuerdo 117 de 2003 del Concejo de Bogotá: http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co/observatorio/documentos/localidades/LaCandelaria.pdf
Casgrain, A y Janoscha, M, (2013). Gentrificación y resistencia en las ciudades latinoamericanas. El ejemplo de Santiago de Chile
Contreras, E. (2017), Renovación y desplazamientos urbanos
Contreras, Y. (2016) Cambios socioespaciales en las ciudades latinoamericanas realizada en convenio en las Universidades de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile y Externado de Colombia.
Cortés, E (1982). El barrio de La Candelaria. Banco Central Hipotecario
El Centro Histórico de Bogotá “de puertas para adentro” (2012) Urbina, A. Recuperado de revistas.javeriana.edu.co/index.php/cvyu/article/view/5389/4425
Hernández, R, Fernández, C. y Baptista, M. (2014) Metodología de la Investigación.
María José Cerdá Bertomeu, en la tesis doctoral El papel de las administraciones públicas al crear Marcas Territoriales (2015)
Jaramillo, S. (2016) ¿Gentrificación en Bogotá? Capítulo del libro Cambios socioes paciales en las ciudades latinoamericanas
Martínez, M. (2006) Revista de Investigación en Psicología, de la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima, Perú.
Población de la localidad de La Candelaria, Recuperado de: http://habitatencifras.habitatbogota.gov.co/documentos/boletines/Localidades/Candelaria.pdf
Smith A. (2013). Gentrificación de La Candelaria. Agentes y estrategias intervinientes
Superficie total de la localidad de La Candelaria, Unidad de Catastro. Recuperado de: https://www.catastrobogota.gov.co/sites/default/files/5.pdf
Useche, O. (2016) Lo común y el uso de los bienes comunes como expresiones de nuevas ciudadanías y territorialidades para la paz en Colombia.