Obra visual

Un viaje surrealista hacia lo efímero

A Surreal Journey to the Ephemeral

Uma viagem surreal ao efêmero

Jorge Aníbal Beltrán Vega
jobeltran@uniminuto.edu
Diseñador gráfico de la Universidad Nacional de Colombia, con amplia trayectoria como ilustrador para entidades como la Casa EditorialEl Tiempo, CEET; Editorial Norma y el Instituto Humboldt. Máster en E-Learning y Redes Sociales de la Universidad de la Rioja. Actualmente es docente del programa de Tecnología en Comunicación Gráfica de la Sede Principal de Uniminuto.

Cómo citar: Beltrán Vega, J. A. (2020). «Un viaje surrealista hacia lo efímero». Mediaciones, 24 (16) Pp. 128-138 http://dx.doi.org/10.26620/uniminuto. mediaciones.16.24.2020.128-138

La colección de dibujos que aquí se expone, según lo declara su autor, es de su creación original y no ha estado previamente comprometida con ninguna otra finalidad comercial, política, académica ni de ninguna otra índole. En consecuencia, su publicación en esta edición no implica conflicto legal ni de interés alguno.


Pocas analogías tan socorridas en el mundo académi- co, como la de la fotografía, para referirse a las teorías re- sultantes de la investigación científica. Suele decirse, por ejemplo, que el conocimiento, al menos en su pretensión positivista, es como una representación fiel de la realidad, como la imagen que se obtiene con una instantánea fo- tográfica. Y si hablamos de los hallazgos acumulados de una línea de investigación a lo largo del tiempo, enton- ces aludimos al cine: el conocimiento sería en este caso, pues, como una sucesión de fotogramas, la ilusión del mo- vimiento, de la mirada continua que va siguiendo la reali- dad a medida que ella cambia.

Y quizás, con una ciencia moderna ya varias veces centenaria, la recurrencia de esta comparación vino a re- emplazar a la referida al dibujo, con el advenimiento de toda la tecnología de la caja negra y la emulsión fotosen- sible, fruto, por cierto, del llamado siglo de las luces: la fotografía demostró alcanzar mucha mayor fidelidad que la del calco hecho a mano. Liberado de su obligación de reproducir la realidad, el arte pictórico se torna entonces en una constante metáfora cargada de simbolismos, que puede ser leída de manera distinta en distintos momen- tos, de forma que se explica lo que se ve, pero no lo que es. Esa lectura depende de cada espectador.

Ello de ningún modo borra ni su larga tradición al servicio de la racionalidad ni sus actuales virtudes en función de ese mismo propósito. Basta recordar, para de- mostrarlo, lo que significaron para el avance de la ciencia médica los detallados trazos del Da Vinci anatomista, más que los del retratista. Y, poco después pero ya aquí en estas tierras, el profuso y cuidadoso trabajo taxonómico de ejér- citos de dibujantes en la célebre Expedición Botánica, de cuyas plumas emergió la primera, voluminosa y completa clasificación de nuestra rica y exuberante flora tropical.

Así, pues, si la fotografía capta con un solo clic la realidad «tal cual es», para quien quiera verla, el dibujo impone la atención hacia esas significativas minucias que la vis- ta gruesa soslaya. Tanto es así, que aún hoy, en muchas escuelas de ciencias naturales
―no propiamente en los conservatorios―, incluso con las más sofisticadas tecnologías computarizadas de producción de imágenes al alcance, los estudiantes son compelidos a dibujar a mano sus objetos de estudio, lo que implica aguzar la vista.

Y si todo lo anterior fuera poca cosa, ya no como reproducción referencial sino como la expresión creativa que más frecuentemente es, la yuxtaposición de elementos, como si de un hecho natural se tratara, desafía la percepción de la realidad a la vez que invita a evaluar prejuicios, valores y creencias. Ese extraño placer hacia lo desconocido, en donde nada es lo que parece, adentra al lector en la aventura de descubrir las histo- rias que existen detrás de cada dibujo.

Figuras que se recortan, deforman y se funden en su entorno logran escenas surrealistas e imágenes de ensueño. En este abanico de sensaciones e interpretaciones en las que el espectador toma su propia conciencia y logra pasar a ser parte de un juego creativo a la vez que recrea una realidad paralela con escenas de alto contenido simbólico.

Ese viaje hacia mundos oscuros, con temas variados plagados de mártires, cuentos, trastornos, traumas, permite reconocer que la realidad tiene formas que muchas veces no sabemos ver.