Reseña de evento
Andréa del Pilar Forero
andrea.forero@uniminuto.edu
https://orcid.org/0000-0001-5835-0255
Maestra en Comunicación Educación en la Cultura UNMINUTO, Colombia.
Andrés Torres Poveda
andres.torres-p@uniminuto.edu.co
Maestro en Gerencia Social
Fundación Vitae. Colombia.
Recibido: 15 de junio de 2020
Aceptado: 20 de agosto de 2020
Publicado: 16 de diciembre de 2020
ISSN: 1692-5688 | eISSN: 2590-8057
Cómo citar: Forero, A. y Torres, A. (2020). Reseña del encuentro internacional. ¿Arte y Política? ¿Política y Arte? Modos en cruce, acción y creatividad. Mediaciones, 25 (16). 368-374. https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.16.25.2020.368-374
Conflicto de intereses: Los autores han declarado que no existen intereses en competencia.
Pensar el Arte  y la Política implica hacer un análisis del  contexto, tiempo y espacio, en  el que se va  a precisar esa  relación, pues esta depende de las particularidades de  las diversas realidades. No es lo mismo, por ejemplo, pen- sar un país en  época de esta pandemia, cuando se modifican las  dinámicas sociales y se evidencian las  limitaciones institucionales para hacerle frente. De hecho, este momento ha revelado la urgente necesidad de  las  solidaridades y de  pensar en  la posibilidad de  construir un mundo diferente al que conocíamos. “La realidad nos explotó en la cara y nos reveló la jodidez de nuestra calidad de vida”, afirma Cristina Hijar.
También, trajo a colación su experiencia con mujeres que realizan acompañamien- to artístico a comunidades en  condición de vulnerabilidad por problemáticas que, des- afortunadamente, compartimos en  muchos países latinoamericanos: asesinatos, despo- jos, violencia de género y desplazamientos. Así, la labor de investigación y las prácticas artísticas también se modifican y la respuesta a estas nuevas condiciones de vida serán un reto para la creatividad, la imaginación y la participación activa que tienen los des- tinatarios de las propuestas en el desarrollo de sus  procesos, aun entendiendo que estos serán de largo plazo.
Por  ejemplo, la pandemia trajo consigo la necesidad de crear comunidades afecti- vas  a través de las plataformas virtuales, las que permiten pensar en  la utopía, un ideal futuro que inspire prácticas transformadoras en el presente, incorporando la resistencia con  otras nuevas formas de vinculación social. El reto es pues, construir, desde el arte, prácticas creativas de resistencia a los desagravios impunes, a la desigualdad estructu- ral y a la injusticia social. La apuesta de la práctica artística sería entonces contribuir a la dimensión afectiva de  lo social y la generación de  comunidades sensibles y políticas que, a la par de advertir las visiones políticas y sociales, sean capaces de generar utopías para caminar, frente al “sálvese quien pueda capitalista, la imaginación, el deseo y la creatividad como motores colectivos”. En últimas, impulsar el derecho a la alegría.
Esta  presentación giró  alrededor del  límite que hay entre el arte y la política, de- nominado por él el arte de la política, enfocándose en  la teatralidad de esta última, esa oscilación entre la comedia y la tragedia. La disertación buscó facilitar la comprensión de la difusa línea arte y política y, en  general, la politización del arte, una estética sobre lo político que desborda el círculo del arte.
  
Arcos-Palma inició aclarando que el arte es un espacio generador de crítica y sensi- bilidad, pero la reflexión debe pasar por comprender sobre el uso  que hacen los políticos del  arte, ya  sea  para acentuar o para silenciar cierta perspectiva. Recordó entonces, la fabricación de imágenes que al principio no eran consideradas como arte, sino más bien piezas al servicio de objetivos de los sistemas políticos imperantes, como las producciones de Hollywood frente a la constitución de la nación estadounidense, las obras que se con- vertirían en el vanguardismo socialista después de la revolución rusa, o la cinematografía en  los  casos del  fascismo italiano y alemán. En  estos casos se comprendió muy bien la manera en la que el arte y las prácticas sensibles develaban y desencadenaban ideologías.
En  consecuencia, el autor se  pregunta: ¿El arte y la  política están en  los  mismos términos en la actualidad? Y, ¿qué pasa si un artista en la actualidad quiera involucrarse en  este tema del  arte y la política?, a lo que se responde que, por más válida que sea  la posición de quienes decidan hablar sobre arte y política, la posición se queda corta por el grado de manipulación mediática que hay dominada por la expresión del poder.
    
En este sentido, retoma a Benjamin quien comprendió cómo las obras de arte, más que objetos, artefactos o productos, son  eventos y fenómenos sociales, y recuerda la re- levancia que le daba este autor a Chaplin como actor fundamental para la comprensión de la sociedad, y retoma la posición ranciereana acerca de lo corto que se queda el arte cuando se circunscribe al ámbito del mundo del arte con  sus  galerías y expertos.
    
Finalmente, como ejemplos de  la teatralidad de  lo político, el autor trae imágenes no necesariamente hechas por artistas, pero que de una u otra manera hacen parte del mundo del  arte y también del  espectáculo.  Con  referencia a esto,  Arcos-Palma ofrece una serie de ejemplos de lo que denomina Cuerpo/Acción/Opinión, obras performativas cargadas de sentidos políticos.
Para este investigador, la discusión referente a la relación entre arte y política tras- ciende el tiempo, el espacio, la cultura, las posiciones estatales o la gestión cultural, y lla- ma  la atención de un sentido diferente, que tiene que ver con la política como contenido del  arte, evidente en  diferentes obras, como las  pinturas del  siglo  XVII o las  tragedias de Shakespeare. Manifestaciones de la conversión del arte en política y de la política en arte desde la posibilidad de la representación.
      
Stange recuerda que en el siglo XX se superaron estas vías  tradicionales, quizás por la política post representacional y las vanguardias artísticas que rebasan el concepto de la representación y que exploran más las obras en el sentido transformador, conceptual y efímero, por un lado, y por el otro por el carácter de  manipulación de  los elementos artísticos que le imprimió la cultura de  masas, el desarrollo de  la fotografía, el cine, la televisión y las tecnologías actuales.
      
Así, introduce un concepto que atravesaría la relación moderna entre arte y políti- ca: el de estetización, que se refiere a que entre el concepto de arte y política ya no está la representación, sino en  la estética. Arte  y política comparten el reparto del  mundo sensible, en la reproducción, en la repartición de ideas y de ciertos discursos acerca de la sociedad y de su relación con la subjetividad, es decir, la forma en la que los imaginarios sobre el mundo social y sobre el mundo ficticio se ponen en  interacción en  el ejercicio de la estetización.
      
      Para Stange, lo político y lo artístico se retrae en una base que no es teórica ni con- ceptual, sino más bien sencilla e imaginaria. La materia prima es, entonces, el mito; de la nación, de la raza, de la identidad y, hoy  en día,  el mito de la tecnología y las redes socia- les. De ahí  parten las relaciones estéticas con  las ideologías, la estetización de la política se entiende desde la teoría estética anclada con  la teoría crítica.
      
      De acuerdo con  el autor, las  lógicas de la estetización hacen converger el arte y la política en  la medida en  que se realizan entre conceptos y le dan forma a la realidad social. Ejemplo de ello la performance Un violador en el camino, de Las Tesis  (2019),  que logró hacerse viral a nivel mundial. Allí, no  se sabe dónde empieza la acción artística ni  la política, es una fusión en  la que, además de  lo que se dice,  cobra importancia lo que se hace con  el cuerpo, lo que se pone en  escena, la colectividad y todo ello  forma un solo  conjunto. Otro  ejemplo de esto  es la consigna de las  revueltas que se dieron en 2019,  Chile  despertó, pues a pesar de  las  explicaciones que se  le pueden dar desde el análisis social, económico o político, esa  consigna, a partir de  su  valor poético, explica la situación y genera la movilización política. Es una frase que representa una forma de conocimiento estético de la realidad.
      
      Hans Stange culmina su  intervención aclarando que arte y política, siendo térmi- nos  diferentes, producen una forma de  comprensión de  la  realidad y por eso  es  que tienden a confundirse.
Para Retola la estética permite desencadenar prácticas sensibles que permiten el desplazamiento del  sujeto y produce nuevas subjetividades; desde este punto de  vista se enfatiza en  el valor de la representación, no solo  en  el campo artístico, sino en  la po- lítica y hasta en  la ciencia. A partir del  relato de  su  trayectoria personal, en  la cual en un momento de su vida se encontraba en  medio de la militancia política, la academia y el arte, pensando que eran terrenos irreconciliables, describe cómo se encontró con  la convergencia de los tres ámbitos, debido a una gran inundación que se dio en la ciudad de La Plata en 2013.
        
Por  este motivo, el grupo de  teatro al que pertenece Retola presentó un proyecto en  donde se trabajaría lo científico, la investigación y el arte, buscando la oportunidad de que las tres perspectivas se encontraran en  una sola,  con  el objetivo de comprender los imaginarios de  la problemática del  hábitat situado en  los sectores de  la sociedad a través de la producción de una obra teatral con  prácticas políticas, artísticas y jurídicas. En medio de la catástrofe cambiaron las rutinas de los investigadores, las de los artistas y se produjeron nuevas formas organizativas de estética y producción de conocimiento. Se creó un antes y un después y así  se conformaron nuevas subjetividades en  todas las personas involucradas.
        
        Las  niñas y niños que hicieron parte del  proyecto hicieron otros registros y codi- ficaciones del  hecho, de  modo que al enunciar los  territorios se encontraron historias muy diferentes a las que se esperaban, enunciaciones amorosas, afectivas. Así lo que se había contemplado inicialmente como el ser  de  la carencia se convirtió en  el ser  de  la abundancia. Los investigadores también reconstruyeron sus  conceptos y prácticas, y el propio Germán, el académico, se abrió a nuevas ideas; el artista se permitió comprender otras realidades y el político a comprender de manera diferente las relaciones.
        
Posteriormente, se aborda el análisis realizado sobre la tensión clásica que se dio en  Argentina, en  los ochenta, alrededor del  arte y la política, y en  particular una expe- riencia sobre Arte  Rosa Light  y el Arte  Rosa Luxemburgo, en donde se concluyó que hay varios puntos de contacto en  la trama de las  relaciones entre ambas creaciones artísti- cas.  En ese  sentido, para el expositor, arte y política son  indisociables porque permiten el desplazamiento de sentidos en la construcción de nuevas subjetividades.
        
Actualmente,  Retola trabaja sobre la  idea de  arte, política y la  posibilidad de  la construcción de otros humanismos, especialmente en  el contexto de la pandemia, pues esta permite narrar  nuevas humanidades desde la  retroalimentación que se  da  en  el trabajo colectivo. El autor concluye que, tras esta experiencia vital, el arte que se hace ahora se construye a partir de la producción de diálogos y encuentros.
Hablar de arte y política en  Colombia, es hablar de violencia. Así, Rubiano aborda el arte político, a pesar de la crítica de algunos que prefieren considerar al arte en gene- ral, sin  relacionarlo con  lo político, bajo el supuesto de su instrumentalización. Aun así, para el autor, el arte se reconfigura a partir de cuatro objetivos: conmover, concientizar, movilizar y activar.
          
Ahora bien, conmover tiene que ver con sensibilizar al público sobre una situación atroz, crítica o problemática; mientras que concientizar se referiría a develar esas re- laciones ocultas que el público no  ha podido ver por cuenta propia. Movilizar, por otra parte, se define como propiciar que se conozca sobre una determinada información y, en cuanto a activar, se busca que se construya memoria a partir de los testimonios.
          
          A partir de estas claridades sobre los objetivos propuestos por el arte, Rubiano de- fine  la  relación entre arte y violencia, como política. Para ello  se  acerca a obras cuyo contenido genera conmoción, que muestran el padecimiento en  un entrecruce con  el placer y la predestinación de lo problemático, fórmulas emotivas que han sido  objeto de estudio desde diversos campos de conocimiento. Se traen a colación ejemplos como los grabados Desastres de la guerra, del  pintor español Goya,  realizados entre 1810  y 1815 en  donde se muestran situaciones crudas y penetrantes. En esa  misma línea se trabajó en Colombia en la década de los cincuenta y los sesenta, cuando se mostraba el dolor de la guerra sin  tapujos; imágenes grotescas que buscaban conmover y conmocionar. Una muestra de esto  es la obra colombiana de Obregón, La fragmentación de los cuerpos. 
El expositor señaló cómo, en  la década de  los sesenta, militantes políticos preten- dieron mostrar las  opresiones derivadas del  imperialismo en  un afán de  concientizar, pero concluye que, si un artista debe hacer concientización, es como si las personas no fuesen capaces de hacerlo. es decir que, si el papel del  arte fuera el de concientizar, los ciudadanos estarían siendo tratados como incompetentes, y si la gente es catalogada de esa  manera no se podría pensar en posibilidades de emancipación social.
        
Observa además que, a partir del  presente siglo,  el trabajo de  los  artistas con  las comunidades es muy estrecho, y en este sentido las obras están muy relacionados con la muerte. Muestra de ello  es la obra de Juan Manuel Echavarria, Requiem NN o Magdale- nas  por el Cauca,  esta última creada alrededor del tema de los cuerpos asesinados bota- dos en el río.  De la misma manera Atrabiliarios, de Doris Salcedo, obra creada alrededor del nicho fúnebre y del ritual.
        
En  cuanto a estos rituales funerarios, el arte resultó como un sustituto funcional de resolución, a pesar que los familiares de los desaparecidos siempre guarden la espe- ranza. Es en  este punto cuando se habla de la activación: aquellos artistas que trabajan los temas de  la violencia de  la mano de  las  comunidades, no  solamente para acceder a recursos, sino para seguir tejiendo relaciones de larga duración, como dispositivo para activar el habla de quienes han vivido en carne propia los vejámenes de la violencia.
        
En este orden de ideas, el arte es asumido como una forma de ver y escuchar a los territorios y sus contextos, los mismos que se niegan en las historias contadas ya sea por cuenta de los perpetradores o por el mismo Estado. El habla entonces construye memo- ria histórica y en lugar de conmover o concientizar busca activar.
El centro del interés de esta investigadora son las producciones teatrales latinoame- ricanas y su exposición estuvo centrada en las articulaciones de lo teatral con lo sociopo- lítico. En  esta perspectiva, el  teatro como producto cultural se  construye en  mundos ficticios vinculados con  el contexto histórico, por lo cual se concibe en la cotidianidad y, por ende, en  lo político. Así, el arte comunica los imaginarios sociales, las imágenes del mundo y los sistemas de valor.
          
En coherencia con  lo anterior, para Proaño la neutralidad sería una máscara del status quo que busca poner un manto de pureza sobre los tintes políticos en una especie de  asepsia política. Esto  resulta imposible, porque supondría la capacidad de  producir desde fuera de lo social, lo económico o lo político, lo que colocaría al arte en un No lugar. En la misma perspectiva, se habla de la neutralidad de los artistas, quienes al asumir esa posición le hace el juego al statu quo. Para reforzar el argumento cita  a Sartre cuando afirma “El escritor no  tiene modo de  evadirse, queremos que se abrace estrechamente con sus épocas” (Sartre J., 1976, p. 3). Es decir, aunque al autor no lo quiera cada palabra repercute, incluso su pasividad y su silencio constituye una forma de acción, puesto que actuamos por nuestra existencia.
          
          La expositora manifiesta entonces su interés por los proyectos artísticos liberado- res  que sean capaces de  retar el  statu quo y de  trabajar por los  Derechos Humanos, de  modo que el teatro que le cautiva es  el que aprovecha las  capacidades expresivas mediante técnicas críticas que le permitan exigir los  derechos. Por  otra parte, Proaño puntualiza que las vinculaciones arte y política se dan a partir de las circunstancias del contexto en  que se desarrolla la producción, pues esto  impacta las  modalidades teatra- les, escénicas y filosóficas del  momento. Las relaciones que evidencian esta relación se dan en  los productos que tienen una funcionalidad política explicita y en  los productos que, sin tener funcionalidad política o ideológica, muestran la estructura social opresora y fragmentada. Estas dos posiciones critican el presente histórico y muestran de manera determinista otros mundos como posibilidades futuras. El teatro del  primer tipo  es el que se hacía en  los años sesenta en  diferentes países latinoamericanos como activismo político teatral con  una funcionalidad ideológica política y luchas partidarias que resis- tían a los modelos imperantes.
          
El teatro con  funcionalidad política comprometida se da  a partir de 2016,  como el realizado por el llamado Frente Artístico, que sienta posiciones claras frente a decisio- nes  políticas económicas y sociales del  gobierno Macri, o las  acciones activistas femi- nistas, como el caso de  Las  Tesis,  y sus  acciones de  denuncia frente al capitalismo y el patriarcado.
          
La expositora terminó concluyendo que el arte teatral es definitivamente político, se produce en  la poli  e inevitablemente se articula con  ella;  no  hay modo de hacer arte sin  hacer política y la neutralidad es un modo solapado de sostener un modelo cultural y económico del status quo. Entonces, el aparente silencio es cómplice.
La jornada fue enriquecedora para aquellas personas que están interesadas en la relación arte y política ya que abordó diferentes perspectivas que reflexionaron acerca de la conjunción entre lo social y lo artístico con ejemplos históricos y contemporáneos; además, de acciones artísticas tanto canónicas como alternativas. En este sentido, las conclusiones giran alrededor de enfatizar en que lo que comparten el arte y la política es lo sensible del ser humano, comprendiendo la dimensión profunda que logra el arte, independientemente de que quienes lo hagan sean artistas o no; es su posibilidad de operar nuevos sentidos en los sujetos. Aclarando que la responsabilidad de lo que suce- de socialmente no es del arte, sino de los políticos que toman decisiones, y que muchas veces ellos mismos comprenden la magnitud del arte y por eso lo usan. Así, comprender la relación entre arte y política pasa por entender el contexto sociopolítico del neolibe- ralismo, y evitar que el arte en este contexto anestesie o inmovilice la creatividad y la sensibilidad comunitaria, y que más bien permita imaginar realidades diferentes, gene- rando nuevas escenas, y así, nuevos humanismos, nuevas corporalidades.