Artículo de investigación.

La calidad democrática como marco teórico para el estudio de las políticas de comunicación1

Quality of democracy as theoretical framework to the study of communication policies

Qualidade democrática como referencial teórico para o estudo das políticas de comunicação

Victor Luna
victorhugo.luna@e-campus.uab.cat
Doctorado      medios,      comunicación y    cultura,    Universidad   Autónoma de Barcelona, España. Magíster en Comunicacíon Universidad Nacional Autónoma de México, México.

ISSN: 1692-5688 | eISSN: 2590-8057
Recibido: 20 de octubre de 2019
Aceptado: 27 de diciembre de 2019
Publicado: 12 de diciembre de 2019

Cómo citar: Luna, V. (2019).  La calidad democratica como marco teórico para el estudio de las políticas de comuni- cación. MEDIACIONES, 23(15),26-50. http://dx.doi.org/10.26620/uniminuto mediaciones.15.23.2019.26-50.

Conflicto de intereses: los autores han declarado que no existen intereses en competencia.


Resumen

El impulso de políticas públicas de comunicación durante la última década en  América Latina ha incentivado una vigorosa agenda de investigación y despertado interés público en las mismas. Este artículo propone incorporar el enfoque de la calidad democrática para el análisis de  dichas políticas. Cuánto pesan los  aspectos democráticos en comparación con otros factores de poder dentro del  régimen político ha sido  una de las preguntas que guían esta propuesta. El artículo invita a repensar las  políticas de  comunicación incorporando  nociones e  informes de   la  calidad democrática con  la idea de  avanzar en  instituciones confiables para el sector de  la comunicación. Para eso se  exponen conceptos claves para entender qué significa la  calidad democrática, cómo puede ser medida a través de indicadores y cómo incorporar a las políticas de  comunicación en  dicho esquema. A su  vez,  el  trabajo revisa estándares de  la  regulación de  la  convergencia digital como la libertad de  expresión en  Internet, la  neutralidad de  la  red y el acceso a la  información y los  pone en  relación con  el objetivo mencionado.
Esta propuesta se desprende de  una investigación en  curso para el nivel de doctorado que analiza la regulación de la convergencia digital durante el kirchnerismo (2003-2015) con especial atención en el estudio de Argentina Digital Ley 27.078.

Palabras clave
: América Latina, calidad democrática, políticas de comunicación, convergencia digital.

Abstract

This  article proposes to incorporate the quality of democracy approach for the  analysis of communication policies. How democratic  aspects  weigh  in   comparison  with  other factors of   power  within  the   political regime  has been  one  of   the questions that guide this proposal. The  article invites to rethink communication policies incorporating  notions and  reports  of the  quality of democracy with the  idea of advancing in  reliable institutions for  the  communication sector. For  that, key  concepts are exposed to understand what democratic quality means, how it  can be  measured through indicators and how to  incorporate communication policies in  the  analysis. The  work reviews standards of  digital convergence regulation  such as  freedom of  expression on   the  Internet, the   neutrality of  the   network and access to  information and puts them in relation with the mentioned objectives.

Keywords: Latin America, quality of democracy, communication policies, digital convergence.

Resumo

A  promoção de   políticas públicas de   comunicação durante a última década na  América Latina estimulou uma  agenda de pesquisa vigorosa e despertou interesse público nelas.Este artigo propõe incorporar a abordagem de  qualidade democrática para a análise dessas políticas. O  quanto os  aspectos democráticos pesam em  comparação com  outros fatores de  poder dentro do regime político tem sido uma das  questões que norteiam essa proposta. O artigo convida a repensar políticas de  comunicação incorporando  noções e   relatórios de   qualidade democrática com  a idéia de avançar em  instituições confiáveis para o setor de  comunicação. Para isso,  conceitos-chave são  expostos para entender  o   que  significa qualidade  democrática,  como  ela pode ser  medida através de  indicadores e  como incorporar políticas  de   comunicação  no   analise  referido.  O trabalho revisa os padrões de regulação da  convergência digital, como a liberdade de expressão na Internet, a neutralidade da rede e o acesso à informação, e os coloca em relação com  o objetivo supracitado.

Palavras-chave:  América  Latina,  qualidade   democrática, políticas de comunicação, convergência digital.


Introducción

Por  eso, ante la frase “vivimos en  democracia”, una parte de nosotros dice  que “no” o por lo menos “no plenamente”, y nos preguntamos “¿cuán democráticos son,  verdaderamente,  los procesos políticos en América Latina?” (Gerardo Munck, 2010, p.36).

Con  el  cambio de  siglo distintos Gobiernos enmarcados en el  denominado “giro  político latinoamericano”2 propusieron reformas regulativas con  el objetivo de  actualizar  reglas y diversificar la estructura del sector de la comunicación 3. En este contexto se encuadran una serie de políticas de comunicación que, con diferencias entre sí, estuvieron signadas por distintas controversias  especialmente  en   la   implementación  de   las leyes —objetivos y resultados de regulación— (Becerra, 2015; Waisbord, 2015; Kitzberger, 2009 y 2010).

En  un comienzo las  políticas de  comunicación fueron presentadas como una deuda regulativa sobre un sector que precisaba reglas acordes con  los  objetivos de  la democracia. La    histórica  concentración   privada   de   los    medios  de comunicación y  el  rol  de   los   mismos  en   la  agenda  pública había sido  duramente criticada por informes que analizaban la consolidación democrática (PNUD,  2004 y 2008).  De esta forma distintas organizaciones sociales y  parte de  la opinión pública especializada definieron a estas políticas de  comunicación como una importante respuesta de la democracia. No obstante, esto  los impactos de las reformas regulativas en relación con los objetivos planteados, las   controversias abiertas con  grupos mediáticos y en  algunos casos, el retroceso en  materia de  libertad de  prensa reeditaron los  ya  endémicos déficits institucionales de  las democracias latinoamericanas. En algunos casos estas respuestas lejos  de  transformase en  un avance en la  forma de  regulación sobre el sector convergente, consolidaron prácticas discrecionales del  poder del  Estado para el  castigo y recompensa de  distintos actores corporativos del sector (Ruiz, 2010; Sorj, 2010).

El presente artículo intenta justificar la utilización de  elementos teóricos y empíricos provenientes del campo de  la calidad democrática con   el  objetivo de  aportar herramientas para el análisis de   las   políticas de   comunicación. Estos   estudios han ampliado su  enfoque procedimental sobre el estado de  la democracia al incorporar efectos de  las políticas públicas sobre calidad democrática (Munck, 2010).  La combinación de mayorías electorales y bajos niveles de responsabilidad institucional como rasgos distintivos parecen indicar límites al resultado de  las políticas públicas en  las democracias latinoamericanas (Morlino, 2014). Partimos de  la  base de que el  diseño de  las políticas de comunicación y  la  cultura juegan un papel fundamental en  el desarrollo de la calidad democrática. Este nexo adquiere especial significación en  el contexto de  la convergencia digital entendida como el  espacio en  donde sectores anteriormente separados — el  audiovisual, la  radiodifusión y  las  telecomunicaciones— se encuentran integrados a través de servicios como la conectividad a internet, la telefonía móvil, la televisión paga (cable y satelital) y aplicaciones digitales over  the  top (OTT). No  obstante, esto  es reducido el número de investigaciones que desarrollen la conexión específica entre ambos campos. Dicha conexión parece darse en forma compleja, y es que las políticas de comunicación enmarcan importantes indicadores para  la  calidad de  la democracia — libertad de expresión, pluralismo, privacidad de datos, etc.—  y al mismo tiempo para que estos indicadores puedan efectivizarse a través de un marco regulativo eficiente son  necesarios elevados estándares institucionales de funcionamiento.

Políticas de comunicación

Desde los tiempos de las revoluciones burguesas la comunicación ha sido un aspecto fundamental para el desarrollo de la democracia y  la  ciudadanía. Esta  interacción ha ido  modificándose con relación a distintos factores como el  cambio tecnológico, los paradigmas regulativos, la estructura de  medios y la función del periodismo. Es posible afirmar que indagar en las distintas formas bajo las  cuales dichos factores se organizan revela aspectos centrales para el  estudio del  régimen democrático. Esa  organización se  da en  el  ámbito de  las políticas de comunicación.

Entre la declaración general de principios y la regulación real se  encuentran las políticas, que son   proyectos de  gobierno diseñados en  un país particular para aplicar en  sus  propios sistemas de  medios. Las  políticas de  comunicación son usualmente formuladas como resultado de  la presión de  la opinión pública o de grupos de interés (por ejemplo, una rama de la industria de medios) (McQuail 2010, p. 8)

Definiciones

A  lo  largo de   la  última  década, el  término  “políticas de comunicación” se ha convertido en  referencia habitual de los discursos políticos, académicos y mediáticos. Ahora bien, esta referencia ha adoptado distintas formas de problematización. Mastrini et. al. (2013) explican que en el campo de las políticas de   comunicación  los   debates internacionales parecen agruparse en dos  perspectivas: aquella que integra elementos regulatorios teniendo en  cuenta las necesidades culturales de la  sociedad y otra, en dirección opuesta, que establece una regulación orientada  en   eliminar barreras  institucionales en pos  de  la desregulación, la apertura de  mercados y la competencia económica. Estas “opciones de  solución” se han incorporado a un debate regulativo sobre el  mega sector que engloba a los medios, las  telecomunicaciones y las redes digitales. La expansión de las tecnologías y servicios asociados a la convergencia digital ha traído una diversidad de asuntos y controversias que ahora condensan distintas políticas sectoriales.

Como  toda política pública, las  políticas de  comunicación implican distinguir sus  arenas de  regulación. Las  arenas de regulación  se   definen  como  aquellos   espacios  en  donde actores con base en acuerdos y conflictos, articulan y establecen con   algún  tipo   de   periodicidad una  agenda compartida de   temas, que  se  presentan en   la  forma de  problemas  y soluciones (Subirats y Dente, 2014).  La necesidad de fijar acuerdos y establecer prácticas regulativas estandarizadas — en  especial para internet— impulsó el deterioro de las arenas de regulación estructuradas  en   el ámbito de  los  Gobiernos  y Estados. La  emergencia de  espacios de  gobernanza, en  la que, a través del  principio de  interdependencia compleja, múltiples actores comparten objetivos y problemas, responden impulsando prácticas, estándares técnicos y reglas con  el propósito de establecer guías de  alcance global ha puesto en crisis las  arenas tradicionales de  regulación (Chadwich, 2006).  Estos  espacios si bien abarcan  Gobiernos incluyen distintos tipos de actores no gubernamentales y corporativos, acuerdos supranacionales como Unión Europea, organismos internacionales como la Organización Mundial del  Comercio (OMC), la Unión Internacional de  las Telecomunicaciones (UIT), Internet Corporation for  Assigned Names and Number (ICANN) y la Organización de  las  Naciones Unidas para la  Educación, la  Ciencia y la Cultura (Unesco). Sin embargo, si  bien estos ámbitos aluden a la  interdependencia como principio, en  la práctica han ganado terreno principios rectores del  mundo económico, el  comercio y  el beneficio de algunos Estados sobre otros (Mastrini et. al., 2013).

En  el foro económico internacional de  la OMC se  ha convertido más difícil argumentar  sobre cualquier excepción o  límites al libre comercio por  razones nacionales o  de   política cultural. Los  temas normativos y sobre derechos humanos adquieren un papel secundario sobre las consideraciones técnicas y económicas (McQuail, 2010, p.28).

América Latina


En América Latina los estudios más renombrados de políticas de comunicación provienen de  la crítica a la  economía política de medios, centrados particularmente en  analizar la producción de la comunicación más allá  de la mera descripción de la propiedad (Bolaño, Mastrini y Sierra, 2005). Estos análisis recuperan el legado de las investigaciones de Ramiro Beltrán, de Antonio Pasquali y del Informe MacBride (Unesco) con el objetivo de aplicar una potente visión normativa en la regulación de la comunicación. En relación con  la democracia, este campo identifica la necesidad de medios públicos que sostengan perspectivas plurales de la  sociedad, amplíen el equilibrio en las fuentes informativas y la producción de contenidos diversos, sin  descuidar las incidencias conflictivas de las tecnologías digitales en la estructura organizativa y laboral en las empresas del sector (Mastrini, 2013).

Desde  esta  perspectiva, la   intervención  estatal  a  través de políticas activas que compensen las  distorsiones del   mercado en  materia económica es  la principal garantía para la  libertad de  expresión de  una democracia. El derecho a la comunicación emerge como principal  fundamento   del  paradigma de  la regulación de  medios. Es posible afirmar que los  resultados de  estas investigaciones han  permitido echar luz   sobre aquellas   características   opacas   del    sistema   de    medios ¬¬¬que condicionan  al  sistema democrático –¬–los  niveles de  concentración, el  anonimato de  las firmas y  el  avance de   la   financiarización  sobre  el  sistema mediático, entre otros problemas—. A su  vez  establecieron un valioso aporte crítico sobre políticas para el sector de  la comunicación que trasciende a las cuestiones de competencia económica.

Al  mismo   tiempo,   la    región  latinoamericana  ha   sido escenario de  diversos cambios en la relación medios, política y democracia. A partir de  la década de  1990  se  impulsaron políticas  de   privatización  y   de   desregulación  económica que tenían como objetivo la  mejora de servicios públicos a través del  establecimiento de  mercados competitivos. Estas políticas tuvieron como resultado paradójico el aumento en la concentración conglomeral y el énfasis en  la lógica comercial del  sistema mediático (Mastrini y  Becerra, 2006).   Desde la perspectiva  de   los   estudios  de  democracia  la   valoración que se  tenía de  los  medios se  ha ido  modificando. De  ser actores relevantes en  la etapa de  la  transición democrática se  transformaron un serio problema para la  gobernabilidad democrática (Ruiz,  2010).  Su estructuración como verdaderos poderes fácticos que condicionaban a las incipientes democracias abrió una serie de  críticas sobre la  función institucional de los medios.

Los medios son caracterizados como un control sin control, que cumple funciones que exceden el  derecho a la  información. “Forman la  opinión pública, determinan las  encuestas y, en consecuencia, son  los que más influyen en  la gobernabilidad” (PNUD, 2004, p. 160).

Entrado el  siglo  XXI la  llegada al  poder de  gobiernos progresistas y de  izquierda problematizaron los efectos de  la concentración mediática, la  regulación neoliberal heredada y  la  necesidad  de   un nuevo paradigma en   la regulación del  sector. Ahora bien, para Becerra (2015)  antes que la orientación ideológica lo que ha caracterizado al  periodo ha sido  la voluntad de  intervención de  distintos Gobiernos en momentos donde la  tendencia regulatoria  global sobre  la convergencia digital preconizaba la  relajación normativa4. En consecuencia, Gobiernos de  distinto color político, algunos de forma sincronizada, y con diversos objetivos, desplegaron nuevas políticas de comunicación y regulaciones orientadas a actualizar reglas para el sector de medios.

Algunas de estas iniciativas políticas — como los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador  y  Venezuela—  al  poco tiempo  demostraron una evidente desarticulación entre objetivos5 y resultados. Autoridades regulativas sin autonomía de los Poderes Ejecutivos, implementaciones sesgadas y conflictos con grupos mediáticos en torno a la libertad de  prensa han sido frecuentemente referidas por distintos estudios para la  región latinoamericana (Becerra, 2015; Guerrero y Martínez, 2014; Rincón y Magrini, 2010; Marino, 2017).

¿Cómo entender   esta  brecha   entre   objetivos y   resultados de  las  políticas? Nuestro argumento es  que si bien han sido impulsadas por Gobiernos de  distinto signo político se  vieron supeditadas a una lógica intrínseca del  proceso de  las políticas regulativas en  la región. En  dicha lógica actores corporativos de  peso y  Gobiernos entablan  relaciones con   distintos grados de  formalidad con  el objetivo de  controlar agendas regulativas. La  falta de  transparencia, la  persistencia de  lógicas informales y de  discrecionalidad regulativa, todos síntomas de  una débil autoridad racional legal ya  han sido  señaladas por destacados estudios sobre regulación de  la  comunicación (Fox y Waisbord, 2002;  Hallin y Mancini, 2008).   Nuestro enfoque está en  sintonía con  estas aproximaciones y propone extender la mirada hacia la calidad de  la  democracia. Si bien las  políticas de  comunicación tienen  como centro de  gravedad determinadas características del   régimen  político —como bien indican  estas  propuestas—, al  mismo tiempo, regular la  convergencia de  medios, las telecomunicaciones y las redes digitales es en  sí mismo un factor esencial para la calidad de la democracia.

Calidad democrática

La   calidad  democrática   es   un   objeto de    investigación de  la  ciencia política que reúne debates conceptuales y metodológicos en torno a la valoración de distintos aspectos de la democracia. Es posible afirmar que el interés especulativo en medir la calidad de la democracia surge como consecuencia de  la transición democrática en  América Latina y Europa del Este  (Morlino, 2014).  La sospecha de que las democracias que se habían establecido en  dichas regiones con la salida de  los autoritarismos  podían albergar  residuos de   los  regímenes de  facto impulsó agendas de investigación sobre aspectos de rendimiento y funcionamiento institucional.

Qué  se entiende por una democracia de calidad ha implicado un replanteo de  la misma definición de  democracia. Osvaldo Iazzetta (2013)   explica que una definición actualizada ha implicado incorporar —no sin  un extenso debate— aspectos conceptuales como la democraticidad del régimen, el ejercicio del   poder, el  control político y  las  formas en   la  adopción de  políticas públicas por parte de los  Gobiernos a la  noción procedimental original6. Sobre la base de esta redefinición conceptual Morlino (2014) ha establecido tres dimensiones de calidad democrática:

a.  Dimensión de  contenido: son  los mínimos que requiere la  democracia, como el  respeto de  las  libertades  civiles y políticas, sin  estos contenidos un caso de  estudio no  entraría en la clasificación de régimen democrático.
b. Dimensión de procedimientos: cuán sólido es jurídicamente el  sistema legal de  la democracia, comprende el  análisis del estado de  derecho —rule  of law—,  la  rendición de  cuentas —accountability—   y    la    participación  ciudadana7      como principales indicadores.
c.    Dimensión de  resultados: resalta la capacidad de respuesta de  los  Gobiernos —responsividad— sobre determinados asuntos públicos. La medida en que los Gobiernos trasladan efectivamente las demandas ciudadanas en políticas públicas permite conocer no solo  resultados de gestión gubernamental implica en el largo plazo una evaluación general sobre la democracia.

Estas tres dimensiones se encuentran relacionadas entre sí y se afectan mutuamente en un sistema de calidades:

De la definición empírica de las dimensiones se deduce la manera cómo están conectadas recíprocamente: el estado de  derecho en sus diversos aspectos hace posible concretamente el ejercicio de la accountability; mientras que una efectiva accountability permite mejorar el sistema legal y su respeto; el estado de derecho es una premisa esencial para la  responsividad y  ésta, a su vez,  es  un presupuesto importante para alcanzar un juicio de accountability (Morlino, 2015, p. 33).
Distintos estudios e informes han evaluado el estado general de la democracia a través del  desarrollo de indicadores teniendo en cuenta dichas dimensiones8. Monitorear y  clasificar temáticas tan diversas como el financiamiento de  los partidos políticos, la libertad de prensa, el acceso a la información pública, la corrupción de  funcionarios públicos, el funcionamiento del  Poder Judicial y la implementación de  políticas públicas entre distintos aspectos propusieron nuevos estándares de  democracia  (Munck, 2006). En  consecuencia, el campo de la calidad democrática ha puesto en   evidencia la  necesidad de   añadir  parámetros que cubran rasgos de  la democracia que no  habían sido  tenidos en  cuenta anteriormente. Nuestra propuesta es  valorar cómo las  políticas de comunicación colaboran con dichos parámetros, aunque como paso previo debemos profundizar distintas cuestiones entre políticas públicas y calidad democrática.

Los estudios de calidad y las políticas públicas

La democracia implica el gobierno a través de políticas públicas, sin  embargo, la elaboración e implementación de  las  mismas adquieren  una relación compleja con   la  calidad democrática.

Muck (2010)  explica que la  necesidad de  establecer el  peso de  los  resultados de  las  políticas sobre la calidad a través de asuntos que los Gobiernos integran o excluyen de  la agenda pública, implica tensiones entre la concepción procedimental —orientada hacia las  reglas del proceso político— y la sustantiva de  la democracia —noción de  mayor extensión—. Avaro ofrece una posible solución a este dilema:

La  democracia hace  que los  Gobiernos tomen  decisiones e  implementen políticas que  los   ciudadanos  prefieren  y desean; sin embargo, que los Gobiernos hagan lo que los ciudadanos  desean  y  prefieran no  constituye lo  que la democracia es (2017, p.6).

De esta forma, las políticas públicas exponen una tensión entre la dimensión de respuesta y de responsabilidad al interior de la  democracia. En América Latina ante los  decepcionantes resultados de  las  democracias, los  cuales no  solo  incluyen el aumento de  las  desigualdades sociales, ha ido  creciendo la tensión entre ambas dimensiones. La democracia delegativa (O´Donnell, 1994  y 2010), ciclo  de  presidencias dominantes (Ollier, 2015)  y democracias hegemónicas (Rouquié, 2017), exponen que en el proceso de las políticas la incorporación de aspectos sustantivos ha ido acompañada, al mismo tiempo, del debilitamiento de  atributos procedimentales como el  estado de derecho y la rendición de cuentas.

Estas posturas marcan la  necesidad de  contemplar a la democracia desde una visión holística. Que  un Gobierno responda a través de políticas sobre determinados temas que la sociedad demanda no  implica que se eleve la calidad de  la democracia debido a que esta se compone, al mismo tiempo, de  dimensiones de  contenido y procedimientos. La  relación entre políticas y calidad democrática depende de  Gobiernos que logren integrar de  forma balanceada distintos aspectos de dichas dimensiones. La  interacción entre los  resultados de políticas —su impacto concreto en  la sociedad— y la responsabilidad de los Gobiernos —cómo se actuó en relación lo  anterior—, nos   informaría finalmente sobre el  ejercicio real de  los  derechos por parte de  la ciudadanía —dimensión de  contenidos— (Munck, 2010).  En consecuencia, cómo los Gobiernos resuelven diversos problemas públicos en relación a los  equilibrios institucionales agregaría información sobre el impacto concreto de las políticas en la totalidad del sistema de calidad.

De esta forma, podría reformularse la cuestión entre políticas y calidad en  torno a cómo las  primeras colaboran con el  sistema de  calidad democrática. Avaro (2017)  sostiene que evaluar la respuesta de Gobiernos en relación a la calidad de la democracia deben tenerse en cuenta los siguientes factores:

a. ciertos resultados que se presumen relevantes para la calidad de la democracia puedan atribuirse a decisiones o políticas públicas;
b.  es  preciso evidenciar un círculo entre demandas y  políticas públicas y,  al  mismo tiempo, observar  que  los resultados  de las  políticas puedan conectarse teóricamente con  la  calidad democrática —por ejemplo, tener conexión con  derechos fundamentales— y
c.  dada  una  política y  su   convalidación  electoral se   puedan establecer una conexión entre resultados de  dicha política y la calidad de democrática9.


Establecer conexiones entre políticas y calidad democrática ha implicado ante todo no  perder de vista las relaciones intrínsecas con  las  dimensiones de  contenidos y procedimientos. Esta estrategia global es vital para no  extraer conclusiones parciales sobre el  resultado de  las políticas públicas y  al  mismo tiempo induce al investigador a resaltar aspectos cruciales del proceso de las políticas (policy making) donde se ponen de manifiesto dichas relaciones entre dimensiones.

Políticas de comunicación y calidad democrática



En este apartado intentaremos establecer criterios a través de los cuales las  políticas de  comunicación podrían ser  consideradas un  factor relevante  para  la   calidad democrática.   Distintos estudios políticos sobre las  políticas de  comunicación durante el kirchnerismo (2003-2015) han desarrollado aproximaciones entre ambos campos. Balan (2013)  destaca que la  polarización mediática demostró ser  un serio problema para el  ambiente simbólico de   la democracia durante  el kirchnerismo.  Medios progubernamentales  dependientes  de   la   publicidad   oficial  y medios opositores desplegaron una cobertura polarizada de  las noticias, alineaban audiencias y criticaron posiciones contrarias sin   un balance noticioso correspondiente. Para este autor, la polarización implica efectos negativos sobre la calidad del debate público de la democracia al proponer voces disonantes, que no se escuchan y se superponen en forma maniquea. Esta propuesta destaca el problema de  la falta de trasparencia en  el control gubernamental de la publicidad oficial.

En cambio, Ruiz (2010) orienta a las  políticas de  comunicación con  los nudos de la calidad democrática: los déficits en  los procesos de  rendición de  cuentas y calidad regulativa. Para este autor la protección de la labor periodística, la regulación del  sector y desarrollo de medios públicos están relacionados con  la institucionalidad del Estado.

La   dificultad  de   consolidar  un  régimen  democrático  en la  región [latinoamericana] condicionó severamente el desarrollo del  sistema de  medios y  de   sus   prácticas.  El desarrollo de los medios y  el  periodismo son   siempre, en toda época y lugar, dependientes de la calidad del régimen político (Ruiz,  2010,  p. 28).
Un Estado de  baja calidad no  regula en  forma eficiente y transparente al sistema de  medios. Los funcionarios y las agencias encargadas de  supervisar, por ejemplo, licencias de medios audiovisuales, o cuestiones impositivas, crediticias o arancelarias en  los medios escritos, suelen decidir con  un alto margen de arbitrariedad estatal (Ruiz, 2010, p.31).

Para Ruiz, para que esta tensión puede ser  democratizante son necesarias políticas que expandan el arco de voces (pluralismo), que garanticen la  capacidad de  criticar a todos los  poderes (estatales y no  estatales) y finalmente, fortalezcan la base informativa común de los ciudadanos con  el objetivo de crear instituciones transparentes para la  regulación mediática. De lo contrario, en una estructura de  comunicación con  medios polarizados lo  público queda signado por el conflicto y  la disputa.

Justificación

A continuación resaltaremos ciertos aspectos de  las  políticas de   comunicación teniendo  en   cuenta las   dimensiones de calidad democrática de  Morlino (2014).  Distintos elementos del   entorno  legal, económico  y  político  de  la   regulación pueden  resultar valiosos para  el   refuerzo  de   contenidos, procedimientos y  resultados del  régimen democrático. Esta propuesta  no   pretende  dejar  de  lado  aquellas  tensiones en torno a la  rendición de  cuentas que, si bien parecen ser exclusivas del    contexto  latinoamericano, en    los   últimos tiempos, se han manifestado de  la misma forma en  democracias maduras. Valorar estos elementos regulativos desde la concepción de la calidad democrática permitiría estructurar estándares para el  desarrollo de  instituciones confiables en  la  regulación de  la comunicación.

A) Dimensión contenidos. Las políticas de comunicación representan un conjunto de  valores y  principios adaptados al sector de  la  comunicación. Si bien en  los últimos decenios los imperativos económicos y tecnológicos han ganado importancia, las  políticas de  comunicación se  revelan como un importante espacio   para   el   enriquecimiento   derechos  fundamentales. Dada la  expansión de  servicios de  la  convergencia poseer una normativa actualizada, transparente y articulada con  estándares internacionales en  materia de  DD.HH.  se manifiestan como importantes contenidos para la calidad democrática.

En  América Latina, incorporar  los  estándares Interamericanos en   materia de  libertad de  expresión al  ámbito de  regulación nacional es una obligación subscripta por los Estados a través de la Convención Americana de  Derechos Humanos Pacto San  José de  Costa Rica  (OEA, 1969).  En  adición a lo anterior, las  políticas de comunicación deben respetar o tener en cuenta los estándares establecidos en  la Declaración de Principios de  Libertad de Expresión (CIDH,  2000)   y  en   la  Declaración Conjunta sobre Libertad de  Expresión en  Internet (CIDH, 2011)  que funcionan como agenda ampliada de aspectos regulativos10.

El   inexorable avance del  proceso de  convergencia tecnológica ha presentado desafíos a la libertad de  expresión en  el entorno digital. Esta  tensión se ha reflejado en  temas como los derechos de autor, la privacidad de  las personas en  las  redes digitales, la  responsabilidad de  intermediarios, como así  también, la prevención  delitos  informáticos —piratería,  hackeo, acoso y  estafas—. La  Relatoría para la  Libertad de  Expresión ha publicado una serie de valiosos informes con el objetivo que la regulación estatal expanda y no limite los derechos humanos en  internet (ver CIDH, 2013  y 2017).  Estos estándares están alineados al  concepto de  Universalidad de  internet (Unesco, 2013) que define a internet como un servicio de interés público en base a cuatro principios:

a.  derechos humanos. Toda limitación o restricción de  sus servicios y aplicaciones debe estar basada en el Test Tripartito (legal, proporcional  y  necesario); b.  apertura. Impulsar el software  de   código abierto,  evitar regímenes  excluyentes de  licencias y promover datos abiertos; c. accesibilidad. Establecer políticas de  conectividad, de  educación, de diversidad  y   sostenibilidad para  mantener  una  Internet abierta para todos y d. multisectorialidad. Promover espacios abiertos y transversales de  regulación con  actores público- privados como partes interesadas.

Propuesta de indicadores para la dimensión de contenidos

a. Estándares internacionales. El marco regulatorio debe incorporar estándares internacionales en  materia de libertad de expresión y derechos en  internet. Identificar acciones que promuevan la apertura, la descentralización y la neutralidad de la red. Apertura: políticas de acceso universal y equitativo; figuras y métodos que protejan la privacidad y datos personales. Pluralismo: nivel de  polarización política e  ideológica en  la estructura. Identificar la diversidad en la oferta de programas, géneros, y contenidos (pluralismo interno).

b.   Garantías legales  y  constitucionales  de   la  libertad  de expresión en  internet.  Identificar restricciones a la libertad de expresión, impacto del código penal y leyes que protejan la expresión pública y la labor periodística. Estas restricciones son  idóneas, necesarias y proporcionales (triple test) o todo lo contrario. Identificar si existen regulaciones que prohíban y  sancionen discursos de   odio, contenidos discriminativos y estereotípicos (referentes a contenidos: político, social, religioso, grupos minoritarios y LGBTI).

c. Regulación actualizada. Los  servicios convergencia (telefonía móvil, conectividad y  TV paga) contratados por la  ciudadanía deben poseer un marco legal que proteja derechos de  usuarios y consumidores. En  internet: identificar regulaciones sobre copyright, derechos de autor y responsabilidad de intermediarios. Medios tradicionales:  Identificar si  existen regulaciones que fomenten elementos culturales, lingüísticos y  sociales de poblaciones minoritarias.

B) Dimensión procedimientos. En  el campo de la calidad democrática la dimensión de  procedimientos alude al equilibrio entre  los   poderes  públicos  y la   rendición  de   cuentas.  Esta dimensión implica valorar las prácticas de transparencia pública a través de la autonomía del  Poder Judicial y de distintas figuras institucionales de  control —defensoría del  pueblo y tribunal de cuentas públicas—, los  mecanismos de  acceso a la información pública por parte de   la  ciudadanía y  las  intervenciones  del Poder  Ejecutivo sobre  los  distintos poderes públicos, entre otras cuestiones. Distintas investigaciones sobre regulación de la  convergencia han adoptado esta problemática para analizar la  concentración y  discrecionalidad de  los Poderes Ejecutivos en  las  decisiones relevantes para dicho sector (Fontanals, 2007 y  2014;   Galperin y  Cabello,  2008).   Esta  dinámica,  si  bien ha permitido a los  Gobiernos establecer regulaciones locales para gigantes mediáticos de  escala  global —como las  telefónicas—, en    contra  partida,  ha  fomentado procesos  de   negociación directa entre intereses corporativos y  políticos erosionando capacidades formales de  regulación. Por  esta razón, las  políticas de comunicación se demuestran como un espacio relevante para analizar cómo un conjunto de  procedimientos,  competencias  y recursos permitirían establecer una institucionalidad trasparente en la regulación del sector.

Las instituciones que colaboran con  las   funciones de  control y  aplicación de  la  regulación de  la  comunicación son:   a.  Los Poderes Legislativos como el  ámbito donde se  establecen las normas generales para la  regulación del  sector. En  su calidad de  espacio participativo y deliberativo permite el  encuentro de distintos actores para establecer el  marco regulativo, como así también, en  su rol  de  auditor (rendición de  cuentas) sobre las autoridades regulativas del  sector; b. Las mismas autoridades de regulación sectorial, que aplican y controlan a través de normas generales y secundarias del  sector; c. Distintas agencias estatales de  control, entre ellas, destacamos las  autoridades de  defensa de  la  competencia económica —este control es  vital para el funcionamiento integral del sector—. Desde la óptica de la calidad democrática estos tres niveles institucionales son  importantes indicadores del  estado de  derecho ya  que exponen al Estado en acción tanto en  el cumplimiento efectivo de las normas como en  la  coherencia interna de  las  resoluciones y  dictámenes sobre el sector.

Indicadores dimensión procedimientos

Indicadores para el Poder Legislativo. El Poder Legislativo ha tenido injerencia real o simulada en  el  establecimiento del marco regulatorio. Identificar si la norma principal que regula la convergencia emana de dicho poder, o por lo contrario, si es un decreto presidencial o una norma antigua que ha recibido modificaciones por autoridades de  segundo orden.  Existen procedimientos  y  espacios formales para  la  deliberación entre funcionarios y  distintos actores sectoriales, sociales y económicos o la agenda regulativa es concentrada por actores corporativos y funcionarios de alto  rango.

Indicadores autoridades regulativas de  la  comunicación. Identificar la  estructura organizativa de  la autoridad: a.  la autoridad ha sido  establecida por una norma general que emana del  Poder Legislativo o  por un decreto del Poder Ejecutivo, b.  nivel de  autarquía institucional: para conocer su nivel de autonomía/ control político del  Poder Ejecutivo es preciso definir quién establece su  presupuesto y  establecer ante quién es responsable el directorio de  la autoridad regulativa. Como  así también los  criterios en  la selección de sus autoridades: son profesionales y establecidas por concurso público, o todo lo contrario dependen de  la discrecionalidad del    Poder  Ejecutivo.  c.   arquitectura   regulativa: definir cuántas autoridades existen (secretarías, institutos, comités, consejos, etc.) y cómo se interrelacionan, identificar si la autoridad regulativa principal es convergente o se mantienen las divisiones sectoriales (radiodifusión, audiovisual y telecomunicaciones). d. Transparencia regulatoria:   El funcionamiento, competencias y atribuciones de la autoridad están  claramente  reglamentadas  y  definidas  en   el marco de  la normativo principal o todo lo contrario, derivan de reglamentos generales, de  normativas que se superponen. Las  decisiones de  la autoridad son  de  carácter público, están debidamente justificadas y  pueden ser  recusadas o  todo lo contrario, derivan de  acuerdos y  negociaciones informales por parte del Gobierno y las principales compañías del sector.

Autoridades  regulativas de  competencia. El funcionamiento del  sector depende al mismo tiempo de normas y autoridades especializados en la regulación de la competencia económica. Al igual que las  autoridades técnicas de  regulación de  la comunicación es preciso identificar indicadores de  la estructura organizativa, su  nivel de  autarquía institucional, criterios en  la selección de sus autoridades y si sus resoluciones son imparciales, coherentes con las normas generales, conforme al debido proceso, o más bien lo contrario, han sido controversiales, contradictorias y reclamadas.

Estos  indicadores nos  informan sobre la  naturaleza de  la regulación: en qué medida la regulación técnica y general del sector está formalizada, si  permite participación de  distintos poderes públicos y actores sociales, o todo lo contrario, concentrada en pocos actores a través de procesos informales.

C) Dimensión respuesta. En el marco de la convergencia digital evaluar la capacidad de respuesta de los Gobiernos en  satisfacer demandas a través de políticas no es tarea sencilla. En su calidad de  proceso dinámico e inacabado la  convergencia desafía constantemente dicha capacidad de respuesta, no  solamente por la evolución de los estándares tecnológicos, sino por la diversidad de  actores que afecta, torna aún más compleja la integración de múltiples intereses sectoriales y demandas sociales en el marco de la política. No obstante, esto, distintos Gobiernos latinoamericanos han establecido con  resultados diversos regulaciones sobre convergencia digital. Así, primero Colombia en  2009  con  la Ley de  TIC 1341  dio  una respuesta normativa innovadora para la región, Chile  en  2010  establecería el principio sobre neutralidad de   la  red (Ley  20.453), luego  en  2014   Brasil presentaría    su Marco   Civil    da  Internet, ese  mismo año, México presentaría una regulación detallada sobre convergencia a través de la  Ley Federal de  Telecomunicaciones y  la Argentina, a través de un trámite legislativo express presentaría  la  Ley  Argentina Digital 27.078. Estos  casos establecieron distintas respuestas regulativas sobre la convergencia de redes, infraestructuras activas y pasivas y derechos de los usuarios y consumidores11.

 

Indicadores dimensión respuesta

Indicadores para respuestas sectoriales: Identificar acciones que impulsen la  convergencia de  servicios en  áreas como: licencias y habilitaciones de servicios, planes de conectividad (universalización de   servicios y  de  banda  ancha); gestión de  espectro radioeléctrico (licitación y administración), reglamentación de  la interconexión e interoperabilidad (regulación entre operadores, apertura del  bucle local), de estándares técnicos y reglas sobre servicios audiovisuales over the  top, entre otros regímenes regulatorios que desarrollen la transición hacia la convergencia. Acciones para preservar la diversidad de  actores en  el  sector: definición de  la  posición significativa del  mercado —en términos de  facturación, abonados, participación  económica— y  del  régimen de sanciones e infracciones, ambas cuestiones son fundamentales para la  competitividad del   sector y  el reconocimiento de barreras económicas que establecen los  jugadores de  peso sobre los distintos mercados de la convergencia.

Indicadores para respuesta consumidores y  usuarios:  En complemento con los indicadores sobre regulación actualizada mencionados  con   anterioridad, establecer  si   existen parámetros objetivos establecidos por la autoridad regulativa para evaluar la calidad de los servicios contratados. Identificar indicadores de operatividad de redes (conexión), para proteger la satisfacción de  los  usuarios en  distintas áreas de servicios y   responsabilidades  del  prestador.  Identificar  resultados sobre dichos parámetros. Existen distintas recomendaciones realizadas por la UIT al largo de la última década a través de las cuales es posible comparar el rendimiento de la autoridad regulativa y de los proveedores de servicios.

Indicadores inclusión demandas.  Identificar y  evaluar en qué grado los  diversos intereses y demandas de  los  distintos actores han sido   incorporados en  el  marco de   la política en   relación a los  aspectos mencionados anteriormente. Elaboración de  la política: indicadores que den cuenta de  la participación de distintos actores afectados por la regulación, en  especial, cooperativas telefónicas, pequeños proveedores de  conectividad a internet, productores de  contenidos audiovisuales,  proveedores  de   servicios de   radiodifusión (TV  abierta y de  pago) entre  otros. Aquí  son   importantes las  audiencias, foros y consejos consultivos en  los  distintos poderes públicos. Al  mismo tiempo, ya  en   el  marco de  la implementación de  la  política estos actores deben poseer representatividad y/o   participación  en   distintos  espacios de  regulación (estos indicadores se  relacionan con  los de arquitectura regulativa).

Con estos indicadores sobre distintos aspectos de las  políticas de comunicación hemos intentado relacionar como dichas políticas podrían colaborar con  la calidad democrática. En contraposición el  mantenimiento de  marcos normativos vetustos y  de  arenas regulativas cerradas a la  diversidad de  actores atenta contra la eficacia de  las  normas y el desarrollo distintos derechos y libertades que engloba comunicación. La inclusión de demandas de  pequeños y medianos operadores locales como así  también de  derechos de  consumidores y usuarios de  servicios de  la convergencia se  revela como un aspecto central en   el marco de   dichas  políticas.   Finalmente  el  resultado de   las  mismas dependen   del    funcionamiento  de    autoridades   regulativas idóneas, profesionalizadas y autónomas intereses corporativos y coyunturales.

Conclusión

En  el  contexto de  la convergencia digital, las  políticas de comunicación demuestran ser   un  vasto campo en  donde  se definen múltiples cuestiones. En  el  artículo precedente hemos destacado aquellas relevantes desde el punto de vista de la calidad de la democracia. Estas cuestiones están asociadas a una tensión siempre presente y cada vez  más conflictiva entre rendición de cuentas  (accountability) y respuestas en  nuestras democracias. En  el marco de  la regulación de  la comunicación esta dinámica se evidencia en diversos aspectos como la calidad de los servicios contratados, el control de los prestadores de servicios por parte de las autoridades regulativas y aún más, los procedimientos a través de  los cuales se  estructuran los  procesos regulativos generales. Estos  aspectos regulatorios exponen la necesidad de  una mayor transparencia pública para la protección de  uno de  los valores determinantes en  una sociedad democrática: la  comunicación. Sea  para regular procesos de  adquisición de  los  gigantes mediáticos, establecer distintas acciones sectoriales o actualizar derechos de  consumidores y usuarios en  la contratación de servicios, creemos que las políticas de comunicación se presentan como un importante espacio para investigar los estándares de la democracia.

Creemos que evaluar el rendimiento de Gobiernos y autoridades públicas con  respecto a la regulación de  la comunicación podrá ser  un ejercicio que implique cada vez más repensar la calidad de nuestras democracias. Y esto debido a que la creciente importancia de  las  tecnologías y servicios digitales en  nuestras vidas implica una variedad de  aspectos complejos y técnicos, aunque siempre relacionados con  nuestros derechos y libertades. Construir instituciones confiables para la  regulación de  la comunicación implica la  inclusión de  determinados contenidos a través de normas que establezcan autoridades de regulación que sigan procedimientos claros, actualizados y que respondan a las demandas de los ciudadanos.

Notas al pie

1 Esta propuesta se desprende de una investigación en curso para el nivel de doctorado que analiza la regulación de la convergencia digital durante el kirchnerismo (2003-2015).

2 Los siguientes gobiernos hacen parte de dicha categoría: Hugo Chávez (1999-2013) en Venezuela, Néstor Kirchner (2003-2007) y luego Cristina Fernández  (2007-2015) en Argentina, Lula  da Silva (2003-2011) y luego Dilma Rousseff (2011-2016) en Brasil, los gobiernos del Frente Amplio en Uruguay (Tabaré Vázquez, 2004, “Pepe” Mujica 2009- 2011  y de nuevo Vázquez en  2014), Evo Morales (2006-2019) en  Bolivia y el de Rafael Correa (2007-2017) en Ecuador.

3 Identificamos las siguientes regulaciones durante el período: Ley Resorte en  2004 (Venezuela), Ley de Medios Comunitarios en 2007 (Uruguay), Reforma Constitucional en   2009   y  Ley   de  Telecomunicaciones en   2011   (Bolivia),  Ley   de  Servicios de Comunicación Audiovisual en  2009  y Ley Argentina Digital en  2014  (Argentina), Ley de Comunicaciones 2013  (Ecuador) y cierra el ciclo  la Ley de Servicios Audiovisuales en  2014  (Uruguay). Para diferencias en  los contenidos regulativos de  estas normas véase Becerra (2015) y Kitzberger (2009).

4 Peña  Nieto en  México, Álvaro  Uribe  en   Colombia y  Sebastián Piñera en   Chile impulsaron nuevas regulaciones para los medios y en algunos casos desde la necesidad de controlar su poder desmedido. Estos  Gobiernos no entran en la categoría de “giro político latinoamericano”.

5 Entre algunos de estos objetivos se mencionaban: reducir la concentración económica y diversificar el sector, mejorar la calidad del servicio, reducir los índices de brecha digital y establecer autoridades regulativas independientes y profesionales con  la participación de la sociedad civil.

6 Los estudios de  calidad democrática debaten dos ideas de  democracia: la noción mínima de democracia, asociada a concepto de poliarquía de Robert Dahl  que resalta los atributos procedimentales del  acceso al poder —derechos y libertades cívicas— y la  noción ampliada de  democracia, asociada a los  aportes de Guillermo O´Donnell que resaltan aspectos ligados a la rendición de cuentas (accountability) en el ejercicio del  poder. Esta  última noción ha tenido un particular desarrollo en  estudios calidad democrática en el ámbito de la ciencia política latinoamericana.

7 Para Morlino la participación ciudadana la institucionalización de procedimientos y mecanismos a través de los cuales se puedan canalizar demandas.

8 Ver  las siguientes informes del  Banco Mundial, Bertelsmann Index (GER.), Polity IV Project (EE.UU.) Freedom House (EE. UU), International Institute for  Democracy and Electoral Assistance (IDEA) (Suecia) y Transparencia Internacional. Para el caso de políticas de  medios, regulación de  la prensa e internet desde el campo de la calidad democrática se destacan los informes Freedom of the  press y Freedom on the  net de Freedom House.

9 Avaro realiza un estudio sobre calidad y políticas de desendeudamiento externo durante el kirchnerismo como indicador de la dimensión de resultados. Para este autor, los efectos de las políticas de desendeudamiento elevan los niveles de autonomía de gobierno —con respecto a organismos internacionales de  financiamiento y  otros actores globales de financiación— en la elaboración de políticas públicas legítimas.

10 La  Relatoría ha destacado los  siguientes principios en  relación a las políticas de comunicación surgidas en el último tiempo: principio 2 sobre la  importancia de  la información en  una sociedad democrática; principio 8 sobre la protección de  las  fuentes periodísticas; principio 11  abolir leyes que atenten contra la  libertad de  expresión y derecho a la  información calumnias, injurias y desacato; principio 12 señala que tanto monopolios como oligopolios deben estar sujetos a leyes antimonopólicas ya que lesionan la diversidad y pluralidad de  los medios y de  la democracia —aclara que los Estados no deben crear leyes bajo la apariencia de  regulación antimonopólica que tengan como objetivo lesionar la  libertad de  expresión— y el principio 13  identifica varias acciones como la arbitrariedad en  la asignación de la publicidad oficial, de licencias y frecuencias por parte de los Estados para castigar o premiar comunicadores sociales.

11 Así mismo, destacamos que estas regulaciones de  la convergencia se establecieron a posteriori de  una actualización regulativa para la  radiodifusión. En  dicha actualización las normas de Ecuador (2013) y Venezuela (2004) por un lado y Argentina (2009),  Uruguay (2014) y México (2014) por el otro, fueron evaluadas por la Relatoría de Expresión en forma diversa. Las  primeras duramente criticadas por incluir figuras legales que permitían la manipulación de contenidos entorpecían el trabajo de la prensa y buscaban influir la línea editorial de  los  medios. En cambio, las  leyes de  Argentina y Uruguay fueron evaluadas positivamente, por promover una regulación democrática a través del derecho humano a la  comunicación —la  norma argentina luego sería criticada por la  implementación sesgada de la autoridad de aplicación—.


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