Investigación e innovación
Participación digital universitaria: una mirada desde la perspectiva de género en tres contextos mexicanos1
University digital participation: a gender perspective in three Mexican contexts
Participação digital universitária: uma perspectiva de gênero em três contextos mexicanos
Revista Mediaciones
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO, Colombia
ISSN: 1692-5688
Periodicidad: Semestral
vol. 15, núm. 22, 2019
Recepción: 27 Septiembre 2017
Aprobación: 09 Junio 2018
Publicación: 15 Marzo 2019
Resumen: Las interacciones y formas de participación generadas en las redes sociales digitales son cada vez mayores entre jóvenes universitarios. El presente artículo analiza las respuestas reportadas por estudiantes universitarios mexicanos, a partir del supuesto de que las diferencias existentes entre hombres y mujeres, producto de la socialización de género, se reproducen también en el espacio digital. Se integraron y analizaron datos reportados por 1.503 jóvenes, pertenecientes a diversas carreras y áreas de conocimiento, de tres universidades de contextos diferenciados: UV, UNISON y UNAM-Unidad Lerma. La recolección de la información se llevó a cabo mediante la aplicación de cuestionarios y la realización de entrevistas. Los resultados obtenidos en las tres universidades indican un cierto nivel de homogeneidad en las interacciones y participación en las redes sociales de estudiantes mujeres y hombres. Aunque las diferencias son mínimas, lo que pudiera indicar que las brechas son mínimas, las mujeres aún no se sienten cómodas o cercanas a las cuestiones tecnológicas; el acceso de las mujeres a las tecnologías digitales fue posterior al de los hombres; las mujeres tienen porcentajes relativamente más altos en los temas educativos y académicos pero los hombres puntúan más alto en el tema del trabajo y del empleo, además de inclinarse en mayor medida hacia los temas políticos. Estos aspectos refuerzan los aportes ya hechos por los estudios de género con respecto a la construcción de las identidades masculinas y femeninas, identidades que se edifican a partir de estereotipos que se interiorizan a través de la interacción social y el aprendizaje de los roles.
Palabras clave: Redes sociales digitales, jóvenes, estudiantes universitarios, género, tecnologías de información y comunicación.
Abstract: Interactions and forms of participation generated in digital social networks are increasing among young university students. This article analyzes the responses reported by Mexican university students, based on the assumption that the existing differences between men and women, as a result of gender socialization, are also reproduced in the digital space. Data were integrated and analyzed for 1,503 young people, belonging to different careers and areas of knowledge, from three universities of different contexts: UV, UNISON and UNAM-Unidad Lerma. Information was collected through questionnaires and interviews. The results obtained from the three universities indicate a certain level of homogeneity in the interactions and participation in the social networks of female and male students. Although the differences are minimal, which could indicate that the gaps are minimal, women still do not feel comfortable with technological aspects; women’s access to digital technologies was later than men’s; women have relatively higher percentages in educational and academic subjects but men score higher when it comes to work and actual employment, as well as being more inclined towards political issues. These aspects reinforce the contributions already made by gender studies with respect to the construction of masculine and feminine identities, identities that are built from stereotypes that are internalized through social interaction and the learning of roles.
Keywords: Digital social networks, young people, university students, gender, information and communication technologies.
Resumo: As interações e formas de participação geradas nas redes sociais digitais aumentam entre os jovens estudantes universitários. O presente artigo analisa as respostas relatadas por estudantes universitários mexicanos, com base no pressuposto de que as diferenças existentes entre homens e mulheres, um produto da socialização de gênero, também são reproduzidos no espaço digital. Dados coletados de 1.503 jovens, pertencentes a diferentes cursos e áreas de conhecimento, de três universidades de diferentes contextos foram integrados e analisados: UV, UNISON e UNAM-Unidad Lerma. A informação foi obtida através de questionários e entrevistas. Os resultados indicam um certo nível de homogeneidade nas interações e participação nas redes sociais de estudantes do sexo feminino e masculino. Embora as diferenças sejam mínimas, o que poderia indicar que as brechas são mínimas, as mulheres ainda não se sentem confortáveis ou próximas das questões tecnológicas; o acesso das mulheres às tecnologias digitais ocorre mais tardiamente que o dos homens; as mulheres têm porcentagens relativamente maiores em disciplinas educacionais e acadêmicas, mas os homens têm maior pontuação em assuntos de trabalho e emprego, além de serem mais inclinados para questões políticas. Esses aspectos reforçam as contribuições já feitas pelos estudos de gênero em relação à construção de identidades masculinas e femininas, identidades que são construídas a partir de estereótipos que se interiorizam através da interação social e da aprendizagem de papéis.
Palavras-chave: Redes sociais digitais, jovens, estudantes universitários, gênero, tecnologias da informação e comunicação.
Introducción
Los tipos de interacciones y participación generadas en las redes sociales digitales por estudiantes universitarios son cada vez de mayor frecuencia e intensidad en los diversos temas compartidos por las y los jóvenes. Si bien es cierto que durante los últimos años las generaciones de juventudes comprendidas entre los 18 a 25 años han sido estudiadas e identificadas con diversos calificativos por el uso continuo que hacen de las redes sociales digitales, poco se sabe de las diferencias existentes entre mujeres y hombres. La revisión de la literatura sobre estas temáticas y reportada por Ortiz (2012), Ortiz y López (2013), López (2014) y Domínguez y López (2015) indica que en México son escasos los trabajos que abordan la problemática del acceso y uso de las tecnologías digitales y de las redes sociales digitales entre las y los jóvenes desde una perspectiva de género.
En este sentido, el objetivo del presente artículo se centra en analizar las respuestas que reportaron jóvenes estudiantes universitarios mexicanos, a partir de las siguientes preguntas de investigación: ¿Cómo se identifican las y los jóvenes universitarios con respecto a las actividades relacionadas con la cultura digital? ¿Cómo interactúan y participan en las redes sociales digitales? ¿Qué diferencias existen entre hombres y mujeres en estos ámbitos? ¿Cómo se pueden interpretar estos datos desde una perspectiva de género? El supuesto del que partimos es que las diferencias que existen entre hombres y mujeres producto de la socialización de género se reproducen también en el espacio digital.
Los resultados se derivan de la aplicación de 1503 cuestionarios de estudiantes de diferentes carreras y áreas de conocimiento en tres universidades mexicanas públicas con una situación geográfica y contextos diferenciados: Universidad de Sonora (UNISON), encontrada en el norte, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Lerma (UAM-L), situada en el centro del país, y Universidad Veracruzana (UV), ubicada en el suroeste de México.
Jóvenes universitarios y cultura digital: ejes de análisis
La cultura digital es un fenómeno mundial que no comprende un período de edad, es compartido por todos los segmentos poblacionales que utilizan esta tecnología cada vez con mayor frecuencia. Sin embargo, ha sido estudiada y explicada a partir de la comprensión del comportamiento en los jóvenes, que aprendieron a vivir bajo el uso de las tecnologías digitales. Este estudio se centra en jóvenes estudiantes universitarios cuya edad oscila entre los 18 a 25 años de edad, y constituyen el 90 % de la población en estas instituciones, en el caso de México.
De esta manera, la juventud es concebida como una construcción social que cambia con el tiempo y el espacio, y la edad que comprende el periodo de la juventud, es decir, la fase que va del fin de la pubertad hasta el reconocimiento del estatus de adulto es muy variable, y cada cultura establece los parámetros de lo que es “ser joven” en un momento histórico determinado. Como indica Piña (2003, p. 17) “la juventud es una construcción social y cultural múltiple, heterogénea y por lo tanto compleja” que debe ser estudiada a partir de tomar en cuenta las relaciones entre las estructuras y los sujetos, entre la cultura y las subjetividades, así como también la diversidad de juventudes a lo largo de la historia, existentes en un momento histórico determinado. Así, ser joven y ser estudiante universitario es una forma diferente de vivir las condiciones sociales que proporciona la familia, o genera el sujeto mismo, a partir de una disposición propia de seguir estudiando. Ser estudiante universitario, se puede afirmar, en la realidad mexicana, es ingresar a una clase privilegiada, porque se pertenece al 30% de la población que tiene la posibilidad de acceder a este nivel de estudios. Sin embargo, ser joven universitario es pertenecer también a esa heterogeneidad poblacional que se transforma día a día debido a las condiciones de vida objetivas y subjetivas que generan esos grupos que interactúan en el mismo espacio universitario, con todas las diferencias que eso conlleva (De Garay, Miller y Montoya, 2016; Guzmán, 2017).
Al igual que la juventud, el género es la construcción social con la que cada cultura asigna roles, atribuciones y características a los hombres y a las mujeres en función de su sexo. Es lo que se considera como “lo propio” de los hombres y “lo propio” de las mujeres, por el simple hecho de nacer con uno u otro órgano reproductor. De esta manera, si naces mujer u hombre de manera biológica, se espera que tanto uno como otra se comporten de acuerdo a los dictados culturales, los cuales varían en el tiempo y en el espacio. Como señala Lamas (1996) desde que nacemos nuestra percepción del mundo está limitada, ‘filtrada’ por la cultura que vivimos, por las creencias familiares y sociales, es decir, por el discurso social, por lo que las diferencias entre hombres y mujeres aparecen como naturales, como si estas fueran parte de la biología y no de la educación diferenciada que recibimos. Para Bourdieu (2005, p. 21), la división entre los sexos parece estar “en el orden de las cosas”, como algo normal e inevitable, y funciona como un sistema de percepción, de pensamiento y de acción.
Por otra parte, como señala Sue (2006), los análisis de la tecnología desde el feminismo se han enfocado en tres áreas: mujeres en la fuerza de trabajo tecnológica, mujeres como diseñadoras de la tecnología y mujeres como usuarias, siendo este último ámbito el menos estudiado. Asimismo, existen tres posturas en cuanto al cómo se ha concebido la tecnología en la narrativa feminista: como un elemento que encarna los valores patriarcales y de dominación de las mujeres (postura del feminismo radical, feminismo cultural y del ecofeminismo); como producto de una construcción social en un contexto determinado (tecnofeminismo); finalmente, y con la llegada de las tecnologías digitales, como elementos potencialmente liberadores de las mujeres (ciberfeminismo). En este sentido, nos ubicamos en la segunda postura, pues consideramos que la asignación de género no empieza y termina con el diseño y la fabricación de una tecnología pues estas están codificadas con significados genéricos tanto en la salida al mercado como en su venta, acceso y usos finales (Wajcman, 2006).
En la actualidad las denominadas tecnologías de la información y comunicación (TIC) son consideradas parte de la columna vertebral de la sociedad (Castells, 1999), una de las preocupaciones principales radica en eliminar las diferencias que la construcción social del género ha fomentado en cuanto al cómo se concibe la cuestión tecnológica. La tecnología, desde su aparición como proceso moderno asociado a la ciencia, ha sido ámbito de desarrollo masculino, es decir, algo “propio” de los hombres. La literatura sobre el tema indica cómo las mujeres se encuentran ajenas al mundo tecnológico tanto en lo material, lo simbólico y en sus vivencias cotidianas (Castaño, 2005). Incluso, en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (ONU, 1995), el plan más progresista para defender los derechos de la mujer, tiene como uno de los objetivos clave el potenciar a la mujer en cuanto a la teoría y práctica de las tecnologías de la información con la finalidad de reducir las brechas existentes entre hombres y mujeres en este ámbito.
Cabe decir que este trabajo es eminentemente cuantitativo y aunque estamos conscientes de que la estructura cerrada de las preguntas y respuestas del cuestionario deriva en su escasa versatilidad, buscamos establecer ciertas generalidades y regularidades a partir de los datos recabados, así como también, visibilizar las diferencias y similitudes existentes entre las y los estudiantes universitarios con relación a la interacción y participación en las redes sociales digitales. Cabe destacar que, en el marco de este estudio, entendemos a las redes sociales digitales como espacios de interacción social donde se gesta una diversidad de prácticas e intercambios simbólicos por parte de los jóvenes, las cuales permiten el encuentro, la construcción de diversos lazos sociales y la formación de comunidades virtuales.
Nota metodológica
Los resultados que se analizan en este trabajo se obtienen en tres instituciones públicas mexicanas, elegidas por la diversidad de los contextos en donde se ubican, el norte, el centro y el sur del país (véase figura 1). En la Universidad de Sonora (UNISON) participaron 713 estudiantes, en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) la muestra consistió de 191 estudiantes y la Universidad Veracruzana (UV) tuvo una muestra de 594 estudiantes. La muestra total fue de 1503 estudiantes de diferentes carreras que respondieron a un cuestionario estructurado en seis secciones: 1) Datos personales (género, edad, trabajo y actitud al navegar en Internet); 2) cultura digital (percepciones en los cambios en dispositivos, navegación en Internet y habilidades digitales); 3) participación en las redes (en la que se plantearon diversas temáticas como medio ambiente, educación, trabajo, arte, entretenimiento, sociedad, derechos humanos, política y religión); 4) niveles de interacción (frecuencia, habilidades y plataformas, así como temáticas detonadoras) y 5) nivel socioeconómico (Crovi y Lemus, 2014).
De acuerdo con la ubicación geográfica de las tres instituciones, en el norte se encuentra UNISON, establecimiento de mayor importancia y antigüedad en el estado de Sonora, concentrando el mayor porcentaje de la matrícula universitaria en la región. Posee una concentración de 40.955 estudiantes inscritos en sus tres Unidades Regionales y cinco campus. La Unidad Regional Centro se ubica en Hermosillo, y es la que concentra el mayor número de programas, lugar en donde se llevó a cabo el estudio. La muestra quedó integrada por 713 estudiantes de diversas áreas académicas, 51% hombres y 49 % mujeres, quienes tenían una edad promedio de 20,9 años (D.S.=2,3). La mayoría (69 %) fueron jóvenes que solo se dedicaban a las actividades académicas, mientras que una tercera parte (31 %) compartía sus estudios con una actividad laboral. Las áreas de estudio a las que pertenecen estos jóvenes son: de la División de Ingeniería (30,4 %); Ciencias Sociales (8 %); Ciencias Biológicas y de la Salud (15 %); Económico-administrativas, (14,3 %). Humanidades y Bellas Artes (14,3 %) y Ciencias Exactas (8 %).
La UAM, denominada también “Casa abierta al tiempo”, se inició con tres unidades académicas, construidas durante la década de los setenta del siglo XX en la Ciudad de México: Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco; posteriormente, en el nuevo milenio, se construyeron los planteles de Cuajimalpa y de Lerma. El estudio se realizó en la Unidad Lerma, ubicada en el municipio de Lerma de Villada, estado de México, en la cual se aplicaron 196 cuestionarios a estudiantes de las cuatro licenciaturas que actualmente se imparten: Licenciatura en Políticas Públicas, Licenciatura en Biología Ambiental, Licenciatura en Recursos Hídricos y Licenciatura en Arte Digital.
Se contó con la participación de 58 % de mujeres y 42 % de hombres, con una edad promedio de 20 a 22 años. Si bien esta universidad se ubica en una región semiurbana a unos 50 km de la ciudad de México y a unos 18 km de Toluca – capital del Estado de México– las y los estudiantes que participaron en el estudio procedían de estas ciudades y de pueblos y comunidades rurales cercanas como Ocoyoacac, San Pedro Totoltepec, Atarasquillo, San Mateo Atenco, entre otros.
Por su parte, la UV es la institución de educación superior pública autónoma de mayor impacto en el oriente de México y actualmente es considerada la más prestigiosa en el estado de Veracruz, con presencia en cinco regiones: Coatzacoalcos-Minatitlán, Orizaba-Córdoba, Veracruz, Xalapa, Poza Rica- Tuxpan y en 28 municipios a lo largo del territorio veracruzano. La extensión y difusión de la cultura forman parte de sus funciones sustantivas. A decir de las autoridades, la institución está comprometida con el desarrollo económico, social y cultural de México y, en especial, con el de la entidad veracruzana, ya que reconoce la diversidad sociocultural de su entorno y asume el compromiso de su quehacer académico con el propósito de aportar respuestas viables y efectivas a las necesidades y problemas de la comunidad.
En esta universidad se contó con una muestra de estudiantes buscando un número óptimo de representatividad del campus Xalapa, ciudad que se caracteriza por sus diversas actividades artísticas, sociales y culturales que suelen estar ligadas a la institución universitaria. Para ello se consideró la diversidad estudiantil, el cuestionario se aplicó a un total de 594 estudiantes de diversas áreas de conocimiento: Artes, Biológico-Agropecuaria, Ciencias de la Salud, Económico-Administrativa, Humanidades y Técnica, del período escolar 2013-2014. Se contó con la participación de 55 % de mujeres y 45 % de hombres, de entre 18 y 34 años. Las y los estudiantes procedían en su mayoría del estado de Veracruz, pero también se registraron de otras entidades cercanas como Puebla, Tabasco, Tamaulipas y Oaxaca.
A pesar de la situación geográfica y contextual diferenciada, cabe destacar que, de acuerdo con las características socioeconómicas analizadas en este estudio, los estudiantes que participaron en las distintas regiones de México son jóvenes que poseen recursos económicos familiares suficientes para solventar su educación, lo que da como resultado una baja ocupación laboral estudiantil, dedicados en su mayoría a sus estudios (véase tabla 1).
Resultados
a) Identificación con la cultura digital
La cultura digital ha sido estudiada desde diversas perspectivas y autores, de las cuales destacan las aportaciones de Lévy (2007), quien la define como las prácticas de los usuarios, entornos y medios culturales simbólicos directamente relacionados con la información, la comunicación y el conocimiento que se encuentran presentes en la “cibercultura”. Para ello plantea tres ejes: el primero, la interconexión que se encuentra presente entre los humanos en un proceso continuo sin fronteras en un medio interactivo; el segundo, las comunidades virtuales, que comparten intereses, proyectos más allá de las fronteras físicas, y el tercero, que denomina conocimiento colectivo, representado por una perspectiva subjetiva. Para explorar la cultura digital en el presente estudio, se tomó como base el trabajo de Bringué y Sádaba (2009a y 2009b) y se generaron ocho indicadores con la finalidad de identificar acciones y percepciones de los jóvenes (véase tabla 2).
Sin embargo, uno de los rubros en los que se puede observar una diferencia importante es en cuanto a sus habilidades para navegar en Internet y resolver cualquier problema técnico de conexión: los hombres, a diferencia de las mujeres, optaron por identificarse con esta respuesta en las tres universidades. Los porcentajes son reveladores: 30 % de los hombres frente a un 22 % de las mujeres en la UNISON, 40 % de los hombres frente a un 27 % de las mujeres en la UAM y 56% de los hombres frente a un 38 % de mujeres en la UV. Con estos datos se evidencia la cuestión de la diferencia de género en cuanto a que, culturalmente, se considera a los hombres más aptos para arreglar descomposturas y cuestiones técnicas que las mujeres. Además, no solo aparece la brecha en las habilidades digitales que menciona Castaño (2009), sino también la cuestión de los roles de género asociados a lo que es propio de las mujeres y lo que es propio de los hombres, y las tecnologías computacionales no son neutras pues han sido asociadas a lo masculino desde sus inicios (Wajcman, 2006). Esto no quiere decir que los hombres sean en la práctica cotidiana más aptos que las mujeres en cuanto a la resolución de algún problema técnico, pues los datos solo reflejan cómo se conciben a sí mismos frente a lo tecnológico: como superiores a las mujeres en este rubro.
Otro dato para destacar en esta sección es que los hombres son más activos que las mujeres en Internet desde corta edad, sobre todo en la UAM y en la UV. En este sentido, se apoya la hipótesis de la socialización diferencial según el género que resalta la tradición feminista liberal, la cual indica que en el seno escolar, familiar y mediático a los hombres se les suele empujar más hacia lo tecnológico, mientras que a las mujeres se les aleja del contacto con la tecnología con distintos mecanismos tales como estereotipos y expectativas asociadas a su género (González-Palencia y Jiménez, 2016). Los datos recabados muestran que los hombres acceden de manera más temprana a la tecnología que las mujeres, cuestión que, sin duda, repercute en los usos posteriores, así como en el dominio de las herramientas digitales, dotándolos a ellos de una cercanía que les podría ofrecer mayor seguridad y destreza a lo largo de su vida.
b) Interacción (niveles y tipos) en las redes sociales digitales
Con relación a los tipos de interacción, Crovi (2002) señala que se pueden diferenciar tres niveles en la interacción. El primero, de “exploración”, donde se da una relación hombre-máquina; el segundo, de “juego”, donde se da una relación hombre-hombre y se tiene mayor conocimiento del medio, y el tercero, de “apropiación”, nivel generador de acciones en la realidad, es decir que el usuario incorpora las máquinas a sus prácticas culturales.
En el mismo sentido, Rogers, Sharp, y Preece (2011) proponen una tipología de interacciones que despliegan los usuarios cuando utilizan los recursos digitales. Estas son las de tipo instruccional (instructing), las que se dirigen a un sistema, como teclear comandos, seleccionar comandos de menús en un ambiente de ventanas o en una pantalla multitáctil, enunciar comandos en voz alta, realizar gestos, presionar botones, o utilizar alguna combinación de teclas de funciones específicas. Las conversacionales (conversing), que se dan cuando los usuarios pueden hablar a través de una interfaz o teclear preguntas a las cuales el sistema responde mediante texto o discurso de salida. Las manipulativas (manipulating), cuando los usuarios interactúan manipulando objetos a través de un ambiente físico o virtual (abriendo, sosteniendo, cerrando o colocando), los usuarios pueden perfeccionar su conocimiento del cómo interactuar con objetos, y las de tipo exploratorias (exploring), donde los usuarios se mueven a través de un ambiente físico o virtual. Los ambientes virtuales incluyen mundos en 3D (tridimensionales) y sistemas de realidad aumentada y virtual. Los espacios físicos que utilizan tecnología basada en sentidos incluyen habitaciones inteligentes y ambientes adaptados también para familiarizar al usuario en su uso.
Para esta investigación se definieron tres tipos de interacción, que se relacionan con habilidades que las personas llevan a cabo en la interacción con otros sujetos en las redes sociales digitales. En el primero se ubican las habilidades básicas como copiar-pegar, compartir y reenviar mensajes sin modificaciones. En el segundo nivel se consideran las tres acciones básicas anteriores sumándose la actividad de tipo conversacional, como chatear, copiar pegar, compartir y reenviar mensajes con modificaciones. En el tercer nivel se ubica la producción de contenido, como lo es la creación de comunidades virtuales en redes sociales, generar mensajes, planear o convocar eventos, administrar o difundir información o participar en algún espacio colaborativo.
Para identificar la interacción, se les preguntó a las y los jóvenes si se consideraban con un nivel alto, medio o bajo en algunas actividades relacionadas con su interacción en las redes sociales digitales. Las respuestas obtenidas en el nivel de habilidad alto se muestran a continuación.
Las principales formas de interacción de los jóvenes, hombres y mujeres, en las tres universidades son “conversar en línea o chatear” y “dar like o marcar como favorito algún mensaje”. Asimismo, tanto para los hombres como para las mujeres, los porcentajes más elevados en cuanto a su nivel en habilidades digitales está en un punto medio, lo que indica que, en general, no se consideran tan hábiles en el uso de tecnologías digitales, en su navegación en Internet y en su uso de las redes sociales digitales.
Como se puede observar, en las tres instituciones educativas las mujeres presentan mayores puntajes con respecto a los hombres en cuanto a considerarse a sí mismas con un nivel de habilidad de experto en las actividades en los seis niveles iniciales, mientras que en los últimos tres niveles se presentan porcentajes casi idénticos con cierta primacía a favor de los hombres (véase tabla 3).
Así mismo, se puede ver que las mujeres se consideran más hábiles que los hombres en las cuestiones relacionadas con la comunicación en entornos digitales, mientras que los hombres son quienes, en mayor medida, dicen ser quienes organizan o planean eventos y movilizaciones a través de las redes sociales digitales. Este resultado muestra cómo se reproducen las diferencias marcadas por la cultura, las cuales ordenan que a las mujeres les corresponde el ámbito comunicativo y a los hombres el creativo como si esta clasificación estuviera “en el orden de las cosas” como lo normal y natural (Bourdieu, 2005, p. 22).
Por otro lado, cabe destacar que de acuerdo con los datos referentes al uso que hacen de las distintas plataformas se observa que existe una mayor homogeneidad de tal forma que la plataforma preferida por hombres y mujeres es Facebook. Las mujeres de la UAM y de la UV son quienes puntean más alto; sin embargo, las diferencias son mínimas por institución. Una segunda distinción se presenta en el uso del Whatsapp, en donde las mujeres de la UV presentan un mayor uso, seguido por los hombres de la misma institución, sobresaliendo, así mismo, las mujeres de la UAM con el correo electrónico (véase tabla 4).
c) Participación en las redes sociales digitales
El concepto de participación ha sido estudiado de manera genérica e histórica a través de la formación de consciencia que los ciudadanos emprenden por medio del ejercicio de la ciudadanía a través del voto (Delfino y Zubieta, 2010), asociado a la participación se encuentra el de democracia, participación política, participación juvenil, participación social, participación estudiantil, comunicación alternativa, y en las redes sociales ha sido abordada bajo la consideración de la integración de la tecnología, como una forma de socialización y de comunicación, y como nuevas formas de participación a través del uso de tecnologías, en particular Internet y las redes sociales digitales.
Autores como García, Del Hoyo y Fernández (2014) han estudiado la predisposición de los jóvenes a participar por medio de las redes sociales digitales en temas que consideran como solidarios, utilizando las redes sociales como vía de respuesta o de rechazo a campañas de movilización o bien como forma de ejercer presión, generando consecuencias reales, que les permite recibir y generar contenido y preguntas. En cuanto a la participación en redes sociales virtuales, Palenzuela (2013), con el fin de conocer los imaginarios sociales de los jóvenes estudiantes universitarios, encontró que ellos se perciben como altamente participativos en dos áreas: como ciudadanos que se expresan e intervienen colectivamente al hacer valer sus derechos (adhiriéndose a temas culturales, comunitarios, estudiantiles, políticos, y medioambientales), o bien, como participantes políticos (en donde hay un rechazo hacia las elecciones y los partidos).
Para Crovi (2016), la participación de los jóvenes estudiantes universitarios es una forma de comunicación alternativa que se ve afectada por el acceso desigual a la tecnología; pero quienes lo hacen tienen algo que decir y lo hacen de manera independiente, y asociándose por afinidades de temas o de opiniones. Los jóvenes participan para organizarse, generar contenido sobre cosas que suceden y que les afectan, discutir, expresarse y acceder y compartir información. A la vez que las tecnologías ofrecen una oferta diversificada de contenidos y otros canales que permiten relacionarse, comunicarse y entretenerse, de trabajar y de estudiar, también segmentan las audiencias, las opiniones y multiplican los puntos de vista.
La participación en las redes sociales digitales fue explorada a partir de los temas sobre los cuales los jóvenes tienen interés en participar y las plataformas en donde realizan su defensa o participación (véase tabla 5).
En este rubro sí existieron ciertas diferencias en cuanto a lo que contestaron las y los jóvenes en las distintas universidades. Un tema relevante para las y los jóvenes de las tres universidades es el relacionado con lo educativo y académico; sin embargo, quienes más eligieron este tema como prioritario en su vida diaria fueron tanto los hombres como las mujeres de la UNISON.
Para los jóvenes, hombres y mujeres, de la UAM el tema más importante es el medio ambiente, ecología y protección de animales, probablemente porque en esta universidad se cuenta con una licenciatura en Biología Ambiental que impacta en los temas prioritarios de la unidad. Finalmente, en la UV las y los jóvenes difieren en sus respuestas pues mientras las mujeres optaron por los temas educativos y académicos en primer lugar, los hombres eligieron los temas relacionados con el ocio y la diversión como primera opción.
Es importante decir que los temas religiosos son los de menor interés para las y los jóvenes de las tres universidades, aunque la UNISON presenta porcentajes relativamente más altos que la UAM y la UV en este rubro. Así mismo, el interés en la política presentó porcentajes bajos en entre los hombres y las mujeres de las tres universidades, aunque en la UAM se presentó un porcentaje más alto, sobre todo entre los varones, probablemente porque el levantamiento se realizó cuando los jóvenes participaban en el movimiento a favor de localizar a los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero.
Un dato relevante para ser leído desde una perspectiva de género es que los hombres se preocupan más por el tema del trabajo y del empleo, además de inclinarse en mayor medida hacia los temas políticos. Estas respuestas resultan de interés en una sociedad y cultura que empuja a los hombres a buscar trabajo para ser los proveedores del hogar y tener aspiraciones laborales, adquiriendo, por tanto, mayor interés en competir para contar con un trabajo remunerado. Asimismo, sobresale la inclinación masculina por la política, rubro que ha sido asociado con el espacio público, históricamente reservado a los hombres.
Aquí se puede constatar la forma de oposición entre el universo público, masculino, y el mundo privado, femenino, entre la plaza pública (la calle) y la casa, expectativas colectivas que están inscritas en el entorno familiar bajo las diferencias culturales del sexo y el género (Bourdieu, 2005).
A manera de cierre
Las mujeres y los hombres de distintas latitudes y contextos en México son más parecidos de lo que uno pudiera imaginar. Como se puedo observar, en estas tres universidades mexicanas, de carácter público, las y los jóvenes provienen de niveles socioeconómicos elevados, la mayoría de ellos y de ellas tienen acceso a Internet desde diferentes aparatos y navegan desde su dispositivo personal, dijeron no sentirse ansiosos o deprimidos si perdían su teléfono celular.
En cuanto a sus interacciones en línea, las principales actividades de los jóvenes, hombres y mujeres en las tres universidades son “conversar en línea o chatear” y “dar like o marcar como favorito algún mensaje”. Así mismo, los porcentajes más elevados en cuanto a su nivel en habilidades digitales están en un punto medio, lo que indica que no se consideran tan hábiles en el uso de tecnologías digitales o cuando navegan en Internet. Esto último derriba un mito recurrente en la literatura relativa al tema que da por hecho que las y los jóvenes, solo por el hecho de ser jóvenes, tienen habilidades digitales elevadas o sobresalientes, cuando la realidad nos muestra la necesidad e importancia de la alfabetización digital incluso en los sectores juveniles provenientes de niveles socioeconómicos elevados (Ortiz y Romero, 2016).
Con respecto al tema de su participación en las redes sociales digitales, las y los jóvenes mexicanos coinciden –con algunas diferencias mínimas por institución– tanto en su interés por los temas educativos y académicos y en los temas relacionados con el ocio y la diversión, como también en su poco interés hacia los temas religiosos y políticos. Además, tanto hombres como mujeres de las tres instituciones educativas participan en línea, a través de Facebook principalmente; le siguen en importancia de uso Youtube y Twitter. Los datos coinciden con encuestas llevadas a cabo con jóvenes en México que indican el paulatino declive en los temas religiosos y políticos entre la juventud mexicana (IMJ 2001; IFE, 2003; ENVAJ, 2012), así como también, coinciden con los datos publicados por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI, 2014) y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2013) que señalan la preeminencia del uso de Facebook entre las y los jóvenes.
Cabe enfatizar que al observar de cerca los datos con una mirada desde la perspectiva de género se encuentran rubros en los que se puede dar cuenta del acceso y uso diferenciado que tienen los hombres y las mujeres universitarias. Uno de los rubros para mencionar, en cuanto al tema de la cultura digital, es que las mujeres de estas tres universidades aún se sienten poco seguras en cuanto a sus habilidades para navegar en Internet y resolver problemas técnicos. Asimismo, se destaca que los hombres acceden a Internet primero que las mujeres, pues a diferencia de estas, los hombres dijeron haber accedido a Internet desde corta edad. En este sentido, tal y como se señala en investigaciones similares a esta (Ponce de León y Castillo, 2010; García, Begoña y Escofet, 2012), si bien algunas brechas se han cerrado en cuanto al acceso, las mujeres aún no se sienten cómodas o cercanas hacia las cuestiones tecnológicas, además de que, en general, el acceso de las mujeres a las tecnologías digitales fue posterior al de los hombres; es decir, cuando tenían una edad mayor, lo que sin duda repercute en el cómo se aproximan a estas en el presente.
Sin embargo, con respecto a sus interacciones en línea, las mujeres se auto conciben con un nivel de habilidad experto en las distintas actividades que se llevan a cabo en las redes sociales digitales; sobre todo en aquellas actividades relacionadas con la comunicación. Por otro lado, cuando se trata de tareas relacionadas con actuar, planear y organizar, los hombres suelen estar en la delantera. Esto, sin duda, refleja las formas de socialización diferenciada que tienen hombres y mujeres según su sexo en nuestra sociedad, tal y como se ha señalado en algunas investigaciones (Barberá, 1998). Las mujeres son educadas para las cuestiones relacionadas con la expresión de los sentimientos, de la empatía y la comunicación; los hombres, para el actuar y organizar. Las primeras tareas, aunque de suma relevancia, suelen verse como actividades secundarias o de poca importancia, mientras que a las segundas se les da una alta valoración.
Si bien en cuanto al tema de la participación en las redes sociales digitales, las y los jóvenes mexicanos coinciden en su interés por los temas educativos y académicos y en los temas relacionados con el ocio y la diversión, existen algunas diferencias importantes entre los hombres y las mujeres. Las mujeres tienen porcentajes relativamente más altos en los temas educativos y académicos y los hombres puntúan más alto en el tema del trabajo y del empleo, además de inclinarse en mayor medida hacia los temas políticos. Aquí se observa un tema recurrente en los estudios de género con respecto a la construcción de las identidades masculinas en contraposición a las femeninas, identidades que se edifican a partir de ciertos estereotipos que se interiorizan a través de la interacción social, el aprendizaje de los roles y los estereotipos (Butler, 2007).
En suma, este texto constituye un primer acercamiento de los datos recabados en tres instituciones con contextos diferenciados. Consideramos que es necesario continuar profundizando en el tema, sobre todo enriquecido de las técnicas cualitativas utilizadas en cada institución, con la finalidad de comprender de manera más clara el uso de las redes sociales digitales entre las y los estudiantes universitarios, lo cual podría contribuir, sin duda alguna, a repensar en el diseño de una propuesta de formación integral, desde una perspectiva de género y un sentido de responsabilidad social, tanto en el ámbito de la educación formal como no formal e informal.
Referencias
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Notas