La construcción
simbólico-ritual, del cerebro a la cultura
The ritual symbolic construction of the brain to the culture
Restrepo Diego
Ángelo,
Coordinador de investigación. Investigación
CINOC. Institución de educación Superior Colegio Integrado Nacional Oriente de
Caldas. Investigacion@iescinoc.edu.co;
https://orcid.org/0000-0002-3552-0386
https://revistas.uniminuto.edu/index.php/Pers/issue/view/195
11-27
RECIBIDO : MARZO 02 -2020
ACEPTADO: JUNIO 27 - 2020
RESUMEN
Los símbolos y como estos son construidos por el
hombre, son entendidos y responden a diferentes complejidades encargadas de
brindarles valores sensitivos, entre ellos está el cerebro-mente y la cultura
como constructora de realidades. Materiales
y método. Sin el cerebro como órgano
receptor de los sentidos y la cultura como medio de fundamentación valorativa,
el hombre no podría construir sistemas simbólicos cargados de sensaciones y
emociones alejadas de lo físico. Conclusión. En esta investigación un medio
práctico de conocimiento de realidades, y es práctico al permitir que el
etnógrafo haga parte de los ritos y ceremonias de los sistemas que se pretenden
estudiar, además permite construir un proceso descriptivo de la
intertextualidad de los diferentes grupos poblacionales objetos de
investigación.
Palabras Clave: cerebro, cultura, símbolo, ritual, hombre
ABSTRACT
Symbols
and as these are constructed by man, are understood, and respond to different
complexities responsible for providing them with sensitive values, among them
is the brain-mind and culture as a builder of realities. Materials and method. Without the brain as the receiving organ of
the senses and culture as a means of evaporative foundation, man could not
build symbolic systems full of sensations and emotions far from the physical.
Conclusion. In this research a practical means of knowledge of realities, and
is practical in allowing the ethnographer to be part of the rites and
ceremonies of the systems that are intended to study, also allows building a
descriptive process of the intertextuality of the different population groups
objects of research.
Keywords. Brain,
culture, symbol, ritual, man
Introducción
Por medio de este artículo se dará a conocer los elementos que influyen
en el ser humano para construir su sentido de los símbolos, proceso que es más
complejo de lo que se puede
esperar, debido a que la construcción de realidades se desarrolla y fortalece
en la conexión neuronal, llegando a trasladarse a la propia vida comunitaria,
proceso de integración entre cultura, mente y cerebro, donde el órgano le
permite a la mente significar y plasmar a los signos sensaciones y
sentimientos, Llinás (1934) asegura:
“La mente es condicional con el cerebro y lo
ocupa todo, hasta en sus más recónditos repliegues. Pero al igual que las
tormentas eléctricas, la mente no representa simultáneamente todas las posibles
tormentas, sino aquellas que solo son isomorfas (o sea, que coinciden con la representación
del mundo externo) con el estado del mundo que nos rodea mientras lo observamos
y que lo reconstruyen lo transforma y modifican”. (pag.3)
La
anterior cita muestra la importancia que tienen el cerebro y la mente en el
proceso de aprehensión de las realidades que rodean al hombre, puesto que sin
cerebro y mente es imposible que lo símbolos y signos presentaren tanta riqueza
y estímulos en el proceso de conectar al hombre con su carga valorativa y
sentimental.
El
cerebro cumple la función de darle sentido a los procesos externos efectuando
la función de interiorizarlos, individualizarlos y sensibilizarlos “se necesita
una herramienta “precableado”, genéticamente
transmitido, que produzca imágenes internas del mundo de afuera, que pueda
compararse con los datos que este nos da por medio de sentidos” (Llinás, 1934, pág.4). Este asunto de asimilación de la
realidad por medio del cerebro comprende otros factores que se encuentran
vinculados con lo externo e interno, siendo los órganos externos los encargados
de recopilar la información y transmitirla al cerebro para que este la
organice. Este trabajo es generado por
los órganos sensoriales. “los sentidos se necesitan para modular el contenido
de las formas de percibir (inducción) pero no para la deducción. el cerebro únicamente
lograra conocer el mundo de afuera por órganos sensoriales especializados” (Llinás, 1934, pág. 9).
Se pudo observar que en la
dinámica de significación simbología en el hombre, influyen diversos factores
que se generan desde su propia
construcción biológica y neuronal, donde cada parte sensorial envía una
información al cerebro, el cual es el encargado de trasmitirlo a la mente para
que ella se encargue de bridarle el valor que corresponde.
Cuando
se habla de significados el hombre no sólo se encuentra con lo que la cultura
le puede brindar es mucho más complejo al requerir herramientas individuales y
sociales que son los encargados de construir la connotación a cada forma,
trazo, signo, símbolo y ritual, etc. “la razón de las señales sensoriales es
expresado por su incorporación a entidades o estados cognoscitivas de mayor
envergadura”. En otras palabras, las señales sensoriales adquieren
representación gracias a su impacto sobre una disposición funcional
preexistente en el cerebro.” (Llinás, 1934, pág.10).
Cerebro
e impronta cultural:
Se puede entender que para el
proceso de aprehensión se requiere tanto de órganos físicos como de procesos
psicosociales, “en el cerebro la variedad en las propiedades eléctricas de las
neuronas y su conectividad permiten que las redes cerebrales interioricen las
imágenes del mundo externo y las transformen en comportamiento motor… la mente
y el yo son, en fin, interpretaciones propias de las redes neuronales” (Llinás, 1934, pág.82).
Esto permite en tender que la construcción de iniciativas personales
como recursos del yo, son proyecciones de un entramado neuronal, el cual
es precursor de emociones y delimitador
de creencias, las cuales se pre-configuran en los procesos sociales, se
estandarizan, se consolidan en hábitos y se transfieren al individuo, este por medio de su mente y cerebro las comienza
a hacer parte de su cotidianidad, transformándose en un precursor de los referentes dados por
el grupo, convirtiéndose en sucesor de su cultura.
En relación al desarrollo del
cerebro nos encontramos con la necesidad que este tiene tanto de sus procesos
biológicos ( genéticos) de configuración, como la necesidad que tiene de un
ambiente que permita el desarrollo de esos niveles biológicos o genéticos, el
ambiente configura el despertar del
cerebro y por ende de la mente, el hombre genera la cultura y la propia cultura
impronta al hombre “el cual implica que la variación genética y la selección
natural han creado una por una las habilidades cognitivas capaces de inventar y
desarrollar complejas tecnologías y herramientas, formas sofisticadas de
representación y comunicación simbólica y estructuras sociales elaboradas que
cristalizan en instituciones culturales” (Bartra, 2007, pág.29)
La comunicación simbólica como
las estructuras sociales se encuentran como medios nacidos de la mente,
objetivados y que cumplen la función de construir seres vinculados y
utilizadores de los mismos instrumentos, los seres se convierten en maestros de
su cultura y/o leguaje. “La continuación del proceso, a partir de esta única
adaptación cognitiva que permite reconocer a los otros como seres
intencionales, habría tenido un carácter enteramente cultural y produjo el
desarrollo de formas simbólicas de comunicación” (Bartra, 2007, pág.30).
Es importante como llega la cultura a
sobrepasar el mismo desarrollo biológico, permitiendo que, aunque se empiece a
detener el proceso de maduración genética, la cultura continuará alimentando
sus constructos a nivel cerebro-mental, siendo constate en su continua
retroalimentación simbólica “la evolución cultural avanzó a una velocidad mucho
mayor que la impuesta por las lentas mutaciones de la evolución biológica”
(Bartra, 2007, pág.33).
La
normalidad del cerebro es basada en su relación con el medio y en los
diferentes elementos que dicho medio le genera. “Las formas de plasticidad en
circuitos neuronales que requieren de experiencias provenientes del medio
externo para completarse de forma normal” (Bartra, 2007, pág. 42-43).
Los
símbolos como los diversos rituales conforman un papel importante en el
desarrollo neuronal, esto debido a las nuevas conexiones que se consolidan en
el cerebro para poder brindarle los diversos componentes valorativos que el
órgano debe ofrecerle, para poder aceptarlo como un símbolo o ritual de valor
en su vida y en sus procesos culturales.
Cada nuevo símbolo repercute en una construcción a nivel mental que
posibilita su mantenimiento en el tiempo.
Los
factores culturales contribuyen a modelar el cerebro en diversas formas: el contorno
ecológico propio de cada cultura podría activar ciertas conexiones neuronales,
el aprendizaje infantil altera en forma diferencial el desarrollo del cerebro y
en los adultos se mantiene, aunque con menor flexibilidad, la adaptación del
cerebro a nuevas experiencias… Numerosas experiencias muestran que los
obstáculos y los cambios en el contorno social y cultural generan
modificaciones de la estructura neuronal. (Bartra, 2007, pág.48).
Esto
habla de la relación directa que sostiene la parte interna neuronal con la
parte externa cultural como medios enriquecedores de experiencias y educadores
de elementos comunitarios simbólicos “la conexión entre los circuitos
neuronales internos y los procesos culturales externos nos ayuda a tender un
puente entre el cerebro y la conciencia” (Bartra, 2007, pág. 50).
Lo
anterior permite entender que la mente no surge simplemente del cerebro como un
medio sólo volitivo, la mente como el mismo desarrollo cerebral depende en gran
medida de la interacción o relación con la cultura en la que se nace y se
construye dicha interacción.
Hay
que destacar el hecho de que una parte importante, y acaso fundamental, del
aparato traductor no se encuentra oculto en el interior del cráneo, sino que
funciona ante nuestras mismas narices bajo la forma de un amplio abanico
cultural integrado por lenguajes, arte, mitos, memorias artificiales,
razonamientos matemáticos, órdenes simbólicos, relatos literarios, música,
danza, mecanismos clasificatorios o sistemas de parentesco. Es necesario explorar
desde la perspectiva neurobiológica todos estos aspectos para definir allí los
mecanismos exacerbarles precisos que puedan ser la clave no sólo de las
mediaciones traductoras entre el lenguaje cerebral y el mental, sino además
ayudar a explicar el fenómeno de la autoconciencia. (Bartra, 2007, pág.73)
Se
puede pensar que muchos de los elementos que se consideran a nivel simbólico
religioso que puede hacer parte del cerebro, no son más que manifestaciones
culturales o grupales que logran improntas en el individuo dichas acciones,
manifestaciones o sentires. El grupo como la cultura forma un papel
preponderante en la forma en que el individuo valora o reacciona ante un
símbolo, un signo o un ritual, “muchas de las manifestaciones culturales que
considera como típicas de la mentalidad bicameral son, desde mi punto de vista,
características del exacerbo: las creencias míticas, la música, los oráculos,
las alucinaciones religiosas, los estados de posesión, las fantasmagorías
rituales y otras formas similares de religiosidad primitiva o antigua”
(Bartra, 2007, pág.100).
En
el proceso de construcción de realidades generada por el hombre se observa una
iniciativa de consolidación de estructuras mayores que permita el sostenimiento
de las verdades que ha decidido consolidar, es la elaboración de una especie de
matriz o gran cerebro, encargado de retroalimentar los nuevos seres que pueden
nacer en dicha estructura, es una objetivación constante que pasa a ser
individualización cuando se logra llegar desde lo plural a lo singular, siendo
al final un individuo sujeto a dicha estructura y un precursor acérrimo de los
símbolos y rituales que se desprenden de esta matriz, “de manera análoga la carne cerebral de los
humanos ha buscado fuera del endeble cráneo que la oculta un exacerbo
artificial, expuesto a la intemperie, que le proporciona una sólida estructura
simbólica en que apoyarse”(Bartra, 2007, pág.102).
Por
medio de este proceso teórico no se busca descartar la excelente participación
de la naturaleza en el proceso de
comprensión del mundo antes bien se ha querido resinificar tanto lo natural
como lo cultural en la estructuración de los símbolos-cerebro-mundo
circundante, se quiere dar a entender que no es solo cultura, ni biología es la verdadera suma de las
partes, donde una no se presenta excluyente de la otra, por el contrario se
consolida en redes complejas de ayuda mutua para poder entender el entorno y
las señales, signos y símbolos brindados.
La diferencia entre señales y símbolos es
importante para enfrentar el problema de las conexiones del cerebro con el exocerebro. Los circuitos neuronales funcionan mediante
señales químicas y eléctricas, mientras que el lenguaje es un sistema
simbólico. Hasta donde se sabe, el cerebro no funciona mediante símbolos, al
menos no de una manera directa ni mediante procesos de representación: para
operar con símbolos el sistema nervioso necesita conectarse con el entorno
cultural para que ciertos conglomerados de señales adopten una forma simbólica.
Pero no se sabe aún cómo opera esta transformación. Por su parte, en los
sistemas culturales sí hay operaciones con señales que se transforman en
representaciones simbólicas. Mi propuesta consiste en considerar que algunas
transformaciones simbólicas de los circuitos culturales tienen, por decirlo
así, un carácter cerebral, sin que sean operaciones que
transcurren en el interior del cráneo. Ocurren en las redes que comunican unos
cerebros con otros, a unos individuos con otros. (Bartra, 2007, pág. 133)
A pesar de que existe una gran necesidad de
encuentro con el otro para poder desplegar todas las capacidades cerebrales y
construir el universo simbólico que dinamizara la vida del ser humano también
es necesario que se reconozca la conciencia como un fenómeno tanto comunitario
como individual, el cual depende de una
construcción objetivada por el entorno y su ambiente, pero que no sólo queda en
lo gregario también pasa a lo propio, al yo a lo que hace a este ser único y
diferente, “el hecho de que la conciencia no sea un fenómeno oculto encerrado
en el cráneo y que podamos examinar sus floridas prótesis arborescentes en los
espacios abiertos de la vida cultural no quiere decir que se esfume ese halo
misterioso que impregna la sensación subjetiva que los humanos tenemos de ser
un yo único insustituible e irrepetible” (Bartra, 2007, pág.211).
La etnografía tiene sus orígenes en la antropología y la sociología.
Anthony Giddens, sociólogo, la define como el estudio
directo de personas o grupos durante un cierto período, utilizando la
observación participante o las entrevistas para conocer su comportamiento
social.
“La etnografía es uno de los métodos más relevantes que se utilizan en
investigación cualitativa. Es un método de investigación por el que se aprende
el modo de vida de una unidad social concreta, pudiendo ser ésta una familia,
una clase social o una escuela. Permite interpretar el día a día del consumidor
desde lo que hace y no sólo por lo que dice que hace, enfocados a comprender
los códigos culturales que rodean a una marca o a un producto específico” en
otras palabras este método permite un acercamiento a las diferentes variables
de investigación.
2. Materiales y
métodos
El vínculo
generado entre el cerebro y los símbolos llega a presentar connotaciones tan
estrechas que el símbolo se convierte en un estimulante y motivador que permite
que el creyente logre generar relaciones metafísicas nacidas desde la
estimulación de la bioquímica cerebral.
Una parte
fundamental de los circuitos de recompensa está constituida por neuronas dopaminérgicas cuyos celulares se localizan en el
mesencéfalo y envía sus axones hacia delante, a lugares del sistema límbico y
del córtex frontal. Normalmente, los circuitos de recompensa cerebrales son
estimulados por las conductas que tienen un valor de supervivencia como, por
ejemplo, ingerir alimentos, beber agua, mantener actividad sexual etc. (Rodríguez, 2000, pág. 75)
La dopamina es la
encargada de generar procesos de recompensa en el organismo cuando este realiza
algo placentero, el cerebro requiere de este proceso de recompensa con el fin
de tener una motivación hacia diferentes iniciativas. Diversos elementos
generan estimulación desencadenante de dopamina como se dijo anteriormente,
puede ser comer, beber, tener relaciones sexuales, jugar, consumir sustancias
psicoactivas y en muchos casos el poder tener contacto religioso con símbolos y
rituales que desencadenan estimulaciones a nivel neuronal que terminan en
placer y calma del necesitado.
Las propiedades
de incentivo- son esenciales en el aprendizaje de una respuesta conductual
dirigida a lograr un estímulo reforzante en sí mismo. En este supuesto, el neurotransmisor
implicado en el fenómeno de reforzamiento será la dopamina. Las características
sensoriales distintivas de los refuerzos naturales estimulan la transmisión de
dopamina en el circuito cerebral mesolímbico, implicado
en la conversión de emociones en acciones motivadas que dan lugar a conductas
motoras. (Rodríguez, 2000, pág.77)
El texto anterior
muestra una relación fuerte o entrelazamiento entre lo que es el deseo y la
conducta, los cuales se encuentran unidos con la realidad brindada por el
entorno gracias a los órganos sensoriales, generando reforzadores que motivan
la practica constante de la conducta que genera el placer o la estimulación por
medio de la dopamina.
El sistema de
refuerzo de la dopamina a nivel cerebral
genera tres efectos: 1) induce un estado de activación y da lugar a una
conducta motora para obtener el estímulo reforzante, 2) los estímulos neutros
adquieren propiedades reforzante y condicionadas; y 3) la activación de las
propiedades de incentivo de otros
estímulos ambientales relacionados con la misma o con otras recompensas,
es decir que los estímulos relacionados con la recompensa vuelven a adquirir sus propiedades de incentivo una vez que
hayan disminuido después de la extinción. (Rodríguez, 2000, pág. 77).
3. Resultados
Lo descrito ayuda inferir que para que un signo
tenga influencia adecuada a nivel psicológico en un individuo debe tener unas
propiedades de incentivo o ganancia que ayude a que el individuo logre tener un refuerzo por
medio de este signo, las retribuciones son dinámicas y se vuelven a motivar
cada vez que el creyente realice sus prácticas, repercutiendo en un sistema
motivacional.
La motivación es el conjunto concatenado de
procesos psíquicos (que implican la actividad
nerviosa superior y reflejan la realidad objetiva a través de las
condiciones internas de la personalidad) que al contener el papel activo y
relativamente autónomo y creador de la personalidad, y en su constante
transformación y determinación
reciprocas con la actividad externa , sus objetos y estímulos, van dirigidos a
satisfacer las necesidades del ser humano y como consecuencia regulan la
dirección (el objeto-meta) y la intensidad o activación del comportamiento, y
se manifiesta como actividad motivada. (González, 2008, pág. 52)
El activismo de la elaboración cerebral de la simbología ritual es una elaboración
que se hace desde lo biológico, se mejora con lo socio- comunitario y se
fortalece a través los desempeños
cerebrales que producen dopamina y se mantiene gracias a la motivación, como
proceso psicológico.
En la motivación concluyen procesos afectivos
(emociones y sentimientos), las inclinaciones (voluntarias e impulsivas) y los desarrollos
cognoscitivos (sensopercepción, pensamiento, memoria
etc.): los afectivos y las inclinaciones establecen el deber más importante en
ella. La motivación es, una muestra del contexto y una muestra de la identidad. Los estímulos y situaciones que actúan sobre
el sujeto se redireccionan a través de las
condiciones internas de la identidad, es así como la motivación se define como una
expresión y manifestación de las propiedades y del estado la personalidad: del
carácter, de las capacidades cognoscitivas y del temperamento: sin embargo, las
propiedades del carácter son las determinantes. La contradicción psíquica
interna que constituye la motivación del comportamiento se establece entre las
necesidades (en cuento a propiedades, estados y procesos afectivos de la
personalidad) y la imagen o el reflejo que los procesos cognoscitivos ofrecen
del mundo externo y de sí mismo. La elaboración motivacional consiste en una continua
determinación y cambio reciprocas entre ambos componentes: las necesidades de
la identidad y el reflejo del contexto. (González, 2008, pág.53)
Asimismo, como la motivación moviliza
sentimientos y procura el mantenimiento de las personas a participar de un
determinado ritual, es necesario reconocer que los símbolos son muy importantes
pues se encargan de unificar lo físico con lo espiritual, siendo constructores
de realidades y sentires metafísicos, que al final son los encargados de
desarrollar fidelidad y pertenencia a determinado grupo.
Las
imágenes que el cerebro construye en su contacto con el mundo sensitivo, no
siempre son simbólicas, desde la psicología de Jung, encontramos que una figura es figurativa “ si muestra algo
más que su sentido inmediato y obvio” (Jung, 1964, pág.20), en sí, el símbolo y la imagen se construyen por
medio del hombre, con el fin de explicar de formas más sistémicas y diversas:
cosas, imágenes, objetos, divinidades, etc. que con palabras se demoraría mucho
o no alcanzaría a connotar todo los significados que se desean atribuir.
Si hay muchas cosas fuera del alcance de la comprensión humana, usamos constantemente vocablos
simbólicos para representar conceptos que no podemos dar concepto o entender
del todo, es por esto que todas las religiones emplean lenguaje simbólico o
imágenes. (Jung, 1964, pág.21)
En
el cosmos se puede encontrar una cantidad asombrosa de símbolos que permiten
comunicar algo a los individuos y que yacen de procesos cognitivos y del anhelo
de ir más allá del linguistica. Pero más que solo procesos de transmisión de
lenguajes o de ideales humanos o divinos, el símbolo y el ritual toman
dimensiones emocionales y vivenciales como sucede en las religiones, donde el
símbolo trasmuta procesos sobrenaturales
y extrasensoriales, permitiendo que desde lo sicológico se viva una serie de
sensaciones más allá de los procesos razónales y que son llamados del “espíritu”,
esto para las ciencias de la psicología son causas netamente de excitación
neurótica, generada por estímulos encausados para este fin, y que son tenidos en cuenta con un
efecto gatillo, puesto que siempre que se utilicen desplegaran el mismo
efecto. “Tal sugerencia o efecto gatillo puede explicar el brote de los
síntomas neuróticos, así como los más benignos recuerdos cuando lo que se ve,
huele o suena recuerdan una circunstancia del pasado” (Jung, 1964, pág.36).
Estas demostraciones subconscientes se presentan de una forma más constante en
rituales de carácter religioso que tengan consignas emocionales o de carácter
metafísico.
La
presencia de símbolos, signos y ritos en cualquier grupo población y
especialmente religioso llevará a un sentimiento de encuentro con un ser más
grande o superior, que se articula como estado subliminal en los participantes,
haciendo que se tengan sensaciones más
allá del yo, y que trascienden en muchas ocasiones al grupo. El poder del
símbolo, el signo y el rito es generar una impronta en los participantes del
grupo religioso definiéndolos como participantes de ese y no de otro.
La causa de esto es que todo lo que hemos
oído o experimentado puede convertirse en subliminal, es decir puede pasar al
inconsciente. Y aun lo que retenemos en nuestra mente consciente y podemos
reproducir a voluntad, ha adquirido un tono bajo inconsciente que matizara la idea
cada vez que la recordemos. Nuestras impresiones conscientes en realidad asumen
rápidamente un elemento de significado inconsciente que es de importancia
psíquica para nosotros, aunque no nos damos cuenta consciente de la existencia
de ese significado subliminal o de la forma en que, a la vez, extiende y
confunde el significado consciente… la mayoría de nosotros hemos transferido al
inconsciente todas las asociaciones psíquicas fantásticas que posee todo objeto
e idea. (Jung, 1964, pág.40)
Ahora
bien, uno de los procesos más interesantes en lo que es la construcción
subliminal o inconsciente de los símbolos, signos y señales es que llegan a
convertirse en el ser humano en principios de vida o arquetipos, los cuales
serán los encargados de definir prácticas y costumbres que virarán en torno a
dicho arquetipo que pasa de ser personal para convertirse en un principio
grupal y muchas veces comunitario. “el arquetipo es una tendencia a formar
tales representaciones de un motivo, representaciones que pueden variar
muchísimo en detalle sin perder un modelo básico… tales experiencias parecen
mostrar que las formas arquetípicas no son, precisamente modelos estáticos. Son
factores dinámicos que se manifiestan en impulsos, tan espontáneamente como los
instintos” (Jung, 1964, pág.67).
Estos
arquetipos o principios constructores de realidades simbólicas o ritualistas
son dinamismos que se presentan en realidades construidas desde el pensamiento y que aportan
significaciones casi reales de procesos muchas veces sobrenaturales. Los
símbolos arquetípicos son los encargados de generar propósitos de vida,
concibiendo construcciones muchas veces trascendentes, permitiendo ir más allá
de la realidad que se puede estar viviendo. “la misión de los símbolos
religiosos es dar sentido a la vida del hombre” (Jung 1964:88). Esto sucede por
la necesidad constate que tiene el hombre de generar movilizaciones de vida,
que le permitan estar en el mundo con un propósito claro, así dicho propósito no sea de
carácter tangible, el cerebro los busca en cada situación o proyecto generado
en la vida. “el hombre positivamente necesita ideas y convicciones generales
que le den sentido a su vida y le permitan encontrar un lugar en el universo”
(Jung 1964:88). Psicológicamente el hombre requiere del ritual y del símbolo,
puesto que este se encarga de generar una ubicación en el universo sea esta
positiva o negativa, al menos genera un proceso de movilidad y valía que muchas
veces sin el ritual y el símbolo de las religiones no se tendría. Puede ser que
dichos rituales y símbolos no siempre se presentan positivos, a veces contiene
una carga negativa o hasta dañina, pero los practicantes en su mayoría juzgan
su proceder desde el cumplimiento positivo que ellos le observan,
fundamentándose en un
No obstante, dichas señales o
símbolos son desde la psicología procesos de construcción mentales, más aún la
antropología permite entender los símbolos como nodos entretejedores de la estructura
social, sea de un grupo o una comunidad.
Imagen 1. Nube de palabras: ¿Qué
es para usted la o las incertidumbres de la vida?
Imagen 2. Nube de palabras:
Nombre cuáles son las incertidumbres de la vida
Imagen 3. Nube de palabras:
¿Cómo puede ayudar la religión que usted profesa para hacer frente a las
incertidumbres de la vida?
Imagen 4. Nube de palabras: ¿Por
qué son importantes los rituales que usted practica para hacerle frente a la
incertidumbre de la vida?
4. Conclusiones
La creación de sistemas
simbólicos es un proceso altamente complejo debido a que se requieren elementos
tanto físicos como culturales, que permitirán brindar una connotación
valorativa al símbolo, El cerebro y sus órganos sensoriales son los encargados
de analizar la información que el mundo le brinda, el rango valorativo de dicha
percepción lo ofrece la cultura o la sociedad en la que se desenvuelve el ser
humano. La cultura se presenta como un exacerbo encargado de trasmitir,
duplicar y adoctrinar en relación con las enseñanzas que de ella se desprenden.
El hombre se convierte en fiel representante de la información dada por la
cultura, llegando al punto de ser el mayor adoctrinador. Para reconocer un
símbolo como sagrado, el ser humano utiliza elementos biológicos como: el
cerebro, neuronas, órganos sensoriales etc.
culturales como: enseñanzas, creencias, mitos, ritos, supersticiones
etc. Psicológicos como: anhelos, mente, motivaciones, respuestas etc. y todas
estas dimensiones por donde el símbolo debe transitar le brinda credibilidad y
permanencia en un rito o ceremonia.
Se puede considerar que los
símbolos, señales y rituales religiosos van encaminados a complacer los deseos
psicológicos de: salud, vida, muerte, dinero y sexo o amor, estos son los
pilares que marcan las necesidades simbólicas y que permiten que los individuos
se vinculen y se mantengan en un grupo o ritual. “Tales símbolos culturales mantienen, no
obstante, mucho de su original luminosidad o “hechizo”. Nos damos cuenta de que
pueden provocar una profunda emoción en ciertos individuos y esa condición
psíquica hacen que actúen de forma muy parecida a los prejuicios” (Jung, 1964,
pág.93).
En las construcciones
cerebrales, como se observó, es fundamental el proceso de vinculación
psicológica al elemento que se construye, en este caso el símbolo o el
ritual.
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