La inclusión como acogida
Inclusion as a welcome
Inclusão como bemvind
1. Jesús Alexander Flores Ramírez
1. Doctor en Educación, Universidad Central de Venezuela, jesus.floresramirez@ucv.ve, Editor internacional invitado, Caracas - Venezuela
https://orcid.org/0000-0003-1041-2095
DOI del artículo: https://doi.org/10.26620/uniminuto.inclusion.11.2.2024.2-3
La inclusión se ha convertido en el gran tema de
discusión y estudio del siglo XXI, que gira en
torno a dos problemas: el primero, la idea de
lo diverso y distinto; el segundo, los retos de la
sociedad para alcanzarla. Pero ambos problemas no
pueden ser abordados sin tomar una postura ética,
es decir, preguntarse por el otro que es distinto
en su condición física, social, cultural, ideológica,
política y forma de vivir. La diversidad del otro nos
problematiza porque nos exige emprender un camino
de conocimiento de aquello que es desconocido para
nosotros. Esta incertidumbre frente a lo distinto y
diverso de los otros puede causar conductas de temor
y rechazo, produciendo un sistema de exclusión. Pero,
la ética, que es más que un conjunto de normas, pues
implica tomar una postura de responsabilidad frente
al que tenemos delante, debe trascender nuestro
rechazo, temor e incertidumbre que nos ocasiona
la diferencia y diversidad de los demás, para no
vulnerar y agredir su dignidad y humanidad, porque,
la dignidad y la humanidad les pertenece a todas las
personas indistintamente de nuestras ideas y creencias
individuales.
Es por esto, que debemos entender que la inclusión,
en especial la educativa, es un proceso que nos
responsabiliza y compromete ante aquellos que
debemos educar, guiar y formar para que se puedan
desarrollar integralmente. Pero ¿qué es la inclusión? En
este sentido, debemos recuperar el significado primero
de la educación, que antes de estar centrada en la
adquisición de contenidos y destrezas especializadas,
tenía como fin, acompañar al niño y joven en la
formación para la pertenencia y participación de la
vida de la comunidad y la sociedad. En otras palabras,
la inclusión no es simplemente meter a un niño o
joven con diversidad física, cognitiva, ideológica,
religiosa, social en el aula; no, es brindar condiciones
de pertenencia y participación.
Pero, la educación como espacio de pertenencia y
participación, es posible en el reconocimiento de la
pluralidad y diversidad de cada uno de los que hacen
parte del grupo humano y social. Es decir, la educación
tiene el reto de superar la práctica pedagógica de
normalización y homogenización de los sujetos,
que se produjo en la educación masificada durante los períodos de consolidación de las naciones y
sociedades modernas, y que dejó de lado la educación
como un proceso de acogida que se hacía de forma
personalizada.
En este sentido, la educación inclusiva, que nace del
reconocimiento de la diversidad y distinción de cada
sujeto como valor y riqueza, se abre a la posibilidad de
una pedagogía y didáctica de la acogida, que fomenta
el sentido de pertenencia y participación de todos por
igual. Incluir es, en definitiva, acoger educativamente
para que todos puedan acceder a los espacios de
aprendizaje y formación en los que se desarrollen
plenamente.
En este horizonte la ética de la inclusión como acogida
de la educación, deja de ser un acto normalizador
y empieza a valorar la diversidad y las capacidades
distintas (dis-capacidad) en las que cada sujeto
de acuerdo con sus características particulares
puede desarrollarse. Es por ello, que se abandona
toda etiqueta que vaya en contra de la dignidad y
potencialidad de los educandos y ciudadanos que son
diferentes o tienen necesidades educativas diferentes.
Ejemplo de esto es la superación de la etiqueta
anormalidad, a una manera distinta de existir y estar en
el mundo, por lo tanto, de una manera a discapacidad,
porque se reconoce que existen múltiples, diversas,
distintas formas y necesidades físicas, cognitivas y
sociales de aprender y desarrollarse.
La educación inclusiva como acogida tiene el reto
de hallar estrategias y herramientas para responder las diferentes necesidades educativas, didácticas
y pedagógicas, lo que, requiere que los Estados e
instituciones realicen, en primer lugar, un proceso
de sensibilización y motivación en los servidores
públicos y educadores para estar abiertos al respeto
y reconocimiento de la diversidad. En segundo lugar,
incluir en el presupuesto partidas para la inversión
en adaptaciones de infraestructura, adquisición de
materiales y tecnología educativa, entre otros insumos
necesarios para dotar y organizar espacios de inclusión
aptos e idóneos para la acogida pedagógica de todos,
que garantice el sentido de pertenencia y participación.
La inclusión como acogida es una experiencia que
se está construyendo con el esfuerzo de muchos
educadores y grupos de la sociedad civil, por lo
que, es un camino aún novedoso por recorrer. Es
importante entender que este proyecto de una
sociedad inclusiva no se alcanza de forma individual,
implica la participación de todos, el intercambio y
sistematización de experiencias, que nos de luces
para mirar las condiciones y necesidades locales
desde nuevas miradas y visiones. En este número los
autores recorren de forma rigurosa y seria hallazgos,
interpretaciones y posturas que se vuelven una
orientación valiosa para comprender la inclusión como
problema y política social. La invitación es adentrarse a
leer cada uno de los trabajos sobre inclusión, que son el
resultado del esfuerzo investigativo para responder y
mejorar los espacios de participación e igualdad, que se
recogen en el Vol. 11. # 2 (2024) de la Revista Inclusión
y Desarrollo.
Derechos
Artículo de investigación / Research Article / Artigo de pesquisa
Conflicto de intereses: Los autores han declarado que no existen intereses en competencia