RELACIÓN ENTRE INTELIGENCIA EMOCIONAL, ESTILOS DE APRENDIZAJE Y RENDIMIENTO ACADÉMICO EN UN GRUPO DE ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA

RELATIONSHIP BETWEEN EMOTIONAL INTELLIGENCE, LEARNING STYLES AND ACADEMIC PERFORMANCE IN A GROUP OF PSYCHOLOGY STUDENTS

RELAÇÃO ENTRE INTELIGÊNCIA EMOCIONAL, ESTILOS DE APRENDIZAGEM E DESEMPENHO ACADÊMICO EM UM GRUPO DE ESTUDANTES DE PSICOLOGIA

Hector Andres Orejarena Silva
horejarenas@uniminuto.edu.co
Corporación Univesitaria Minuto de DiosUNIMINUTO, Bucaramanga. Colombia

Fecha de recepción: 18 de marzo de 2020
Fecha de aceptación: 30 de mayo de 2020
Fecha de publicación: 30 de junio de 2020

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Para citar este artículo / To cite this article
Orejarena-Silva, H. (2020). Relación entre inteligencia emocional, estilos de aprendizaje y rendimiento académico en un grupo de estudiantes de psicología. Inclusión & Desarrollo, 7 (2), pp. 22-36


RESUMEN

Objetivo. Correlacionar la inteligencia emocional (IE), estilos de aprendizaje (EA) y rendimiento académico (RA) en estudiantes universitarios. Método. Enfoque cuantitativo, con alcance descriptivo, correlacional, diseño no experimental de corte transversal. La muestra estuvo constituida por 145 estudiantes con edades entre 20 y 30 años, de primero, segundo y tercer semestre, del programa de Psicología, adscritos a UNIMINUTO – Bucaramanga. Se utilizó el Cuestionario de Estilos de Aprendizaje de Honey y Alonso (CHAEA) para medir EA, el Trait-Meta Mood Scale-24 (TMMS-24) propuesto por Fernández-Berrocal, Extremera & Ramos (2004), para medir IE, y el reporte académico de estudiantes para el rendimiento académico.Resultados. Se observa una preferencia moderada en todos los EA, resaltando el estilo reflexivo con puntaje 14,18; un nivel de inteligencia emocional adecuado, con puntuaciones de 27,29 en percepción emocional, 29,58 en comprensión de sentimientos y uno de 31,38 en regulación emocional; no se hallaron relaciones estadísticamente significativas entre IE y RA, ni entre EA y RA; y finalmente, con respecto a el vínculo entre IE y EA se encontró correlación moderada y negativa entre el estilo reflexivo y la comprensión de sentimientos, con resultados p= 0,041 y r= ,305. Conclusión. Estos resultados indican la falta de relación entre las variables evaluadas, a excepción del estilo reflexivo y la comprensión de sentimientos (entre más alto es el primero, más bajo el segundo). En prospectiva, sería pertinente ampliar la muestra, con el fin de establecer un mayor análisis de las variables.

Palabras clave: inteligencia emocional, estilos de aprendizaje, rendimiento escolar, estudiantes universitarios, estudio correlacional.

ABSTRACT

Objective. Correlate emotional intelligence (EI), learning styles (LS) and academic performance (AP) in university students. Methodology. Quantitative approach, with descriptive, correlational, and non-experimental crosssectional design. The sample is constituted by 145 students with ages between 20 and 30 years, of first, second and third semester, of the Psychology program, assigned to UNIMINUTO Bucaramanga headquarters, selected for convenience. The Learning Styles Questionnaire of Honey and Alonso (CHAEA) was used to measure EA, the Trait-Meta Mood Scale-24 (TMMS-24) proposed by Fernández-Berrocal, Extremera & Ramos (2004), to measure IE, and the academic report of students. Results. A moderate preference is observed in all LS, highlighting that reflective style had the highest score: 14,8; an appropriate level of emotional intelligence in the participants with average scores of 27,29 in emotional perception, 29,59 in feelings understanding, and 31,38 in emotional regulation; no statistically significant between EI and AP, nor between LS and AP; and finally, about the link between EI and LS, was only found moderate and negative correlation between the reflective style and the feelings understanding, considering p= 0,041 y r= ,305. Conclusion. These results indicate no relationship between the evaluated variables, except for the reflective style and feelings understanding (as higher the first, lower the second). Foresight, it would be appropriate to include more participants, in order to establish a more complete analysis of the variables.

Keywords: emotional intelligence, learning styles, school performance, university students, correlational study.

SUMÁRIO

Objetivo. Correlacionar inteligência emocional (IE), estilos de aprendizagem (EA) e desempenho acadêmico (AR) em estudantes universitários. Método. Abordagem quantitativa, com escopo descritivo, correlacional, desenho transversal não experimental. A amostra foi composta por 145 alunos entre 20 e 30 anos, no primeiro, segundo e terceiro semestres do programa de Psicologia, matriculados na UNIMINUTO Bucaramanga. O Questionário de Estilos de Aprendizagem Honey e Alonso (CHAEA) foi utilizado para medir a EA, a Trait-Meta Mood Scale-24 (TMMS-24) proposta por Fernández-Berrocal, Extremera & Ramos (2004), para medir o IE, e o relatório acadêmico dos alunos para desempenho acadêmico.Resultados. Observa-se preferência moderada em todos os EA, destacando o estilo reflexivo com pontuação de 14,18; um nível adequado de inteligência emocional, com pontuação de 27,29 na percepção emocional, 29,58 na compreensão dos sentimentos e um dos 31,38 na regulação emocional; não foram encontradas relações estatisticamente significantes entre IE e AR, nem entre EA e RA; e, finalmente, no que se refere ao vínculo entre EI e AE, foi encontrada uma correlação moderada e negativa entre o estilo reflexivo e a compreensão dos sentimentos, com resultados p = 0,041 er = , 305. Conclusão. Esses resultados indicam a falta de relação entre as variáveis avaliadas, exceto o estilo reflexivo e a compreensão dos sentimentos (quanto maior o primeiro, menor o último). Em perspectiva, seria pertinente expandir a amostra, a fim de estabelecer uma maior análise das variáveis.

Palavras chave: inteligência emocional, estilos de aprendizagem, desempenho escolar, estudantes universitários, estudo correlacional.


Introducción

Durante los primeros semestres de la vida universitaria, se establece un periodo de adaptación relacionado con los nuevos retos que plantea la educación superior. Las responsabilidades académicas en el transcurso de los ciclos educativos generan presiones que afectan las dinámicas de aprendizaje y rendimiento académico. La inteligencia emocional es necesaria al establecer el plan de estudio personal; siendo significativa para alcanzar el éxito académico, laboral y cotidiano (Goleman, 1998). Asimismo, Fernández y Ruiz (2008), afirman que el déficit en habilidades de inteligencia emocional afecta el rendimiento académico, el bienestar y equilibrio emocional.

Por otra parte, el desempeño académico en estudiantes universitarios, guarda relación con los estilos de aprendizaje, los cuales inciden en la adaptación a la educación superior, y apuntan a optimizar los procesos educativos de acuerdo a las necesidades y el contexto. Al respecto, Guerrero (2014) afirma que los estudiantes aprenden de formas diversas, razón por la cual, detectarlas contribuye a la creación de ambientes y estrategias didácticas, que dinamizan el aprendizaje.

Establecer la relación entre la inteligencia emocional, los estilos de aprendizaje y el rendimiento académico, brinda un mayor entendimiento y aproximación a la realidad educativa, contribuyendo a la cualificación de procesos de enseñanza – aprendizaje, a través de metodologías integrales que tengan en cuenta elementos asociados al manejo adaptativo de las emociones y la utilización adecuada y contextualizada de destrezas para aprender.

De acuerdo a lo presentado surge el interés en indagar: ¿Qué relación existe entre la inteligencia emocional, los estilos de aprendizaje y el rendimiento académico en estudiantes de primero a tercer semestre, del programa de Psicología, adscritos a la Corporación Universitaria Minuto de Dios?

En coherencia con la pregunta de investigación se propone como objetivo general establecer la correlación entre inteligencia emocional, estilos de aprendizaje y rendimiento académico en estudiantes de primero a tercer semestre, del programa de Psicología, adscritos a la Corporación Universitaria Minuto de Dios.

Marco teórico y referentes conceptuales

La inteligencia ha girado en torno a los componentes que pueden explicar las diferencias individuales, las cuales han suscitado investigaciones destacadas desde finales del siglo XIX, haciendo hincapié en el modelo psicométrico (Papalia y Feldman, 2012). Esta visión reduce la inteligencia a atributos asociados a la memoria y la resolución de problemas, dejando de lado componentes sociales y emocionales. Concepciones recientes incluyen capacidades asociadas a la motivación personal, la perseverancia, la empatía, el control emocional, aspectos que las pruebas de inteligencia tradicionales no pueden explicar.

Analizando la inteligencia como constructo, Trujillo y Rivas (2005), refieren que dicho concepto ha pasado desde posturas cognitivas, hasta constructos teóricos que incluyen componentes socio-afectivos del ser humano. Por su parte, Gardner (2001), establece ocho inteligencias, incluidas la intrapersonal e interpersonal, siendo la inteligencia intrapersonal “involucrada en el examen y conocimiento de un individuo frente a sus propios sentimientos, en tanto que la inteligencia interpersonal se orienta, hacia la conducta, sentimientos y motivaciones de los demás” (p.190).

Salovey & Mayer (1990) retoman las inteligencias personales de Gardner y plantean el concepto de inteligencia emocional, entendida como la habilidad para monitorear, discriminar emociones y sentimientos propios y de otros, usando esa información para guiar los pensamientos y las acciones. Posteriormente, plantean un modelo para el estudio de la inteligencia emocional, que implica un constructo multidimensional con tres procesos: atención a los sentimientos, claridad emocional y reparación de las emociones. A partir de los constructos teóricos formulados, Salovey et al. (1995), crean un autoinforme denominado Trait Meta-Mood Scale (TMMS -48), cuyo objetivo radica en obtener un índice que valore el conocimiento que poseen las personas acerca de sus estados emocionales.

Acorde a lo anterior, Salguero, FernándezBerrocal, Ruiz-Aranda, Castillo & Palomera, (2015) afirman que una de las ventajas del modelo de IE radica en la posibilidad de evaluar la inteligencia a través de procedimientos como los test de ejecución que miden las destrezas emocionales.

Con respecto a otros modelos teóricos Fernández-Berrocal, Extremera & Ramos (2004), retoman los planteamientos teóricos de Salovey et al. (1995) respecto a la inteligencia emocional, especialmente con relación al autoinforme TMMS – 48, y desarrollan la TMMS – 24, versión breve de dicha prueba, la cual evalúa aspectos intrapersonales de la inteligencia emocional, las facultades de atención, comprensión y reparación de los estados emocionales.

En cuanto a los estilos de aprendizaje (EA), Alonso (2008) plantea que el interés de su estudio, surge a partir de la necesidad de cualificar el proceso educativo, explorando la forma como se instruyen mejor los estudiantes. A su vez, Lugo, Rodríguez y Luna, (2012) proponen que el concepto de estilos de aprendizaje permite comprender y perfeccionar el proceso de enseñanza-aprendizaje recorrido por los estudiantes en su proceso formativo.

Los EA de acuerdo a Esteban, Ruiz y Cerezo, (1996) son comprendidos como un conjunto de preferencias y orientaciones utilizadas habitualmente por una persona, a la hora de emprender tareas de aprendizaje, que implican los tipos de procesamiento de la información y demás elementos cognitivos. También, López-Aguado (como se citó en Valencia, 2014, p.27) proponen que los EA corresponden a “características psicológicas, cognitivas, afectivas y fisiológicas” existentes en los estudiantes las cuales se evidencian en los procesos de aprendizaje en el momento de organizar, construir y procesar información conducente a resolver problemas desde el ámbito educativo.

Por otra parte, Pashler, McDaniel, Rohrer, & Bjork (2008) plantean que el término “estilos de aprendizaje” se refiere a que los individuos difieren en el modo de instrucción o estudio, teniendo en cuenta el tipo de presentación de información preferente o el tipo de actividad mental que encuentren más atractivo o agradable.

Alonso, Gallego y Honey (1997), mencionan que la intervención educativa debe brindar la posibilidad a los estudiantes de alcanzar aprendizajes significativos por ellos mismos, resaltando su capacidad para aprender a aprender. En ese sentido, una de las formas de lograr ese objetivo, se desprende del conocimiento de los estilos de aprendizaje que se poseen, a partir del cuestionario Honey-Alonso de Estilos de Aprendizaje (CHAEA), el cual expone la presencia de cuatro estilos que operan en un proceso complementario: a) Activo: implicación activa en las experiencias. b) Reflexivo: interés marcado por contemplar experiencias y observarlas desde múltiples ángulos. c) Teórico: tendencia a desglosar los problemas siguiendo un orden lógico. d) Pragmático: experimentación y aplicación de forma práctica las ideas.

En cuanto al rendimiento académico (RA), Niebla y Hernández (2007), advierten que el RA es el nivel de logro de los objetivos determinados en los programas académicos, a partir de los conocimientos y aptitudes esperadas. Por otra parte, Valle et al. (2006), conciben al RA como una forma de medir las facultades replicadoras o indicativas, que representan de manera estimativa, los aprendizajes que ha logrado un estudiante a partir del proceso de formación.

Por su parte, Montes y Lerner (2010), refieren que existen tres perspectivas, para poder entender el RA: a) Como un producto con expresiones e interpretaciones cuantitativas. b) Como un juicio de evaluación que puede ser cuantificado o no. c) Como un conjunto, entendiendo el rendimiento como proceso y resultado. De igual forma, Edel (como se citó Ojeda, & Herrera, 2013, p.165) afirma que el rendimiento académico puede ser comprendido como la evaluación del conocimiento obtenido por los estudiantes y a través del cual son evaluadas sus capacidades y aprendizajes adquiridos durante el proceso formativo.

Tonconi (2010), indica que el RA es el nivel de saberes en un área o asignatura, demostrado a partir de indicadores cuantitativos, comúnmente plasmados con calificaciones numéricas. Tal como plantea Erazo (2011) el RA se evidencia en las calificaciones y promedios académicos, para establecer objetividad. A su vez, las calificaciones alcanzadas, son indicadores que acreditan los logros obtenidos, y son precisos y accesibles, si se tiene en cuenta que reflejan los diversos elementos del aprendizaje, incluyendo aspectos personales, académicos y sociales (Rodríguez, Fita y Torrado, 2004).

Según, Garbanzo (2007) las calificaciones cuantitativas son determinadas por las universidades, quienes establecen sus propios criterios de valoración, acorde con las asignaturas, el número de créditos y las calificaciones obtenidas. Desde otro punto de vista, Reyes (2003) y Díaz (1995), resaltan el rendimiento académico como un proceso que involucra las aptitudes del alumno a partir de calificaciones planteadas de forma cualitativa.

Jiménez (2000), refiere que el rendimiento académico es un sistema que mide logros a partir de la ejecución de estrategias de evaluación cualitativa y cuantitativa. De igual forma, Montes y Lerner (2010), destacan que la relación enseñanza – aprendizaje, favorece la obtención de un nivel de desempeño y logros académicos durante el desarrollo de un periodo que se plasma en una calificación general, en la cual inciden diferentes factores biológicos, psicosociales, familiares, vivencias de aprendizaje y calidad educativa.

Antecedentes

Pacheco y Fernández, (2004) evidenciaron que los estudiantes universitarios con mayor inteligencia emocional, presentan menos síntomas físicos, ansiedad social y depresión, mostrando mejor nivel de autoestima, bienestar interpersonal, uso de estrategias de afrontamiento activo para la solución de problemas y menor rumiación. Así mismo, Chen, Rubin & Li; Haynes, Norris & Kashy (como se citó en Ferragut, & Fierro, 2012, p.97) encuentran una conexión entre el RA y la IE, la cual influye en la salud mental, afectando de manera significativa el rendimiento académico final de los estudiantes.

En cuanto a la relación que existe entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico, Lam y Kirby (2002), establecieron que la inteligencia emocional general, especialmente la regulación emocional, tiene mayor incidencia en los alumnos con puntuaciones elevadas con mejores notas en sus materias, debido a que son capaces de regular sus emociones.

Por su parte, Vela (2004) halló una vinculación significativa entre la inteligencia emocional (IE) y el rendimiento académico, en la cual la IE, ayudó a establecer predicciones notables del rendimiento, contribuyendo a la construcción de una prueba estandarizada de logro en los procesos de admisión. Mestre, Guil y Gil-Olarte (2004) analizaron las vinculaciones entre motivación, estrategias de aprendizaje, rendimiento académico e inteligencia emocional. Concluyendo que la IE tiene incidencia predictiva en relación a la autoeficacia para el rendimiento y la constancia. Por su parte Ocampo, De Luna y Pérez (2018) hallaron correlaciones positivas y con significancia estadística entre percepción, comprensión y autorregulación emocional, con el desempeño académico.

En su estudio Pérez y Castejón (2006) encontraron que la inteligencia psicométrica tradicional no presentó una correlación con el rendimiento académico, caso contrario de las dimensiones de inteligencia emocional, que se configuraron como predictores importantes de las notas académicas.

Barraca y Fernández (2006), hallaron relaciones significativas y negativas entre inteligencia emocional y bajas calificaciones, así como una tendencia pronunciada a dificultades de comportamiento en el ambiente escolar. Resaltan la importancia de las facultades emocionales en el proceso de adaptación al contexto educativo.

Barchard (2003), menciona que, a pesar de evidenciar una relación significativa entre inteligencia emocional y rendimiento académico, dicha vinculación tiende a desaparecer cuando se controla la repercusión de la inteligencia académica. Asimismo, Bastian, Burns y Nettelbeck (2005), no hallan asociación entre inteligencia emocional y logro académico en alumnos universitarios, sin embargo, sí encuentra relación con habilidades para la vida, como el bienestar vital, y el manejo de emociones y circunstancias estresantes.

En cuanto a la relación entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico, Bolívar y Rojas (2008) encontraron que alumnos adaptados a la educación superior, evidencian mayores cambios en sus estilos de aprendizaje, y obtienen mejor desempeño académico. A su vez,
Camarero, Martín y Herrero (2000), encontraron que estudiantes de humanidades utilizan más estrategias de aprendizaje en comparación con otras facultades. Evidenciando que alumnos con mayor desempeño académico presentan bajo uso del estilo de aprendizaje activo.

Por otra parte, Manzano e Hidalgo (2009) estudiaron la relación entre el uso de estrategias para leer, la predominancia de estilos de aprendizaje y el rendimiento académico en el proceso de aprendizaje de inglés. Los resultados, demostraron que los estilos pragmático y reflexivo se relacionan con la utilización habitual de estrategias de lectura, e inciden en el desempeño académico del segundo idioma.

Asímismo, Esguerra y Guerrero (2010) analizaron la relación entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico en estudiantes de Psicología. Los resultados arrojaron mayor utilización del estilo reflexivo y menor uso del estilo pragmático, encontrando un vínculo significativo entre los estilos de aprendizaje y el rendimiento académico. Ruiz, Trillos y Morales (2006), hallaron una preferencia en los estilos activo, teórico y pragmático, y una mejor tendencia respecto al estilo reflexivo, siendo positiva y significativa la relación entre los estilos teórico y reflexivo, y el desempeño académico.

Por su parte, Montero, Sepúlveda, y Contreras (2011) hallaron en estudiantes que aprobaron todas las materias, una preferencia moderada por la totalidad de los estilos de aprendizaje, a excepción del estilo teórico, cuya tendencia fue mayor. En cuanto a los estudiantes reprobados, predominaron los estilos pragmático y activo.

Finalmente, Sepúlveda, López, Torres y Luengo (2011) constataron que los estudiantes de Química y Farmacia con mejor rendimiento, tienden hacia el estilo pragmático, que los estudiantes de Medicina Veterinaria. Por otro lado, las participantes de género femenino obtuvieron un mejor rendimiento y un mayor equilibrio en la distribución de sus estilos de aprendizaje al interior de un mismo programa académico y entre los diferentes programas.

Método

Diseño: estudio transversal, con diseño no experimental y alcance descriptivo correlacional. No existe manipulación de las variables independientes ni aleatorización de la muestra. Se investiga la relación entre las variables cuantitativas: inteligencia emocional, estrategias de aprendizaje y rendimiento académico describiendo las relaciones entre las variables en un momento específico (Hernández, Fernández & Baptista, 2014).

Participantes: la muestra se encuentra conformada por 145 estudiantes, de los cuales 100 son de género femenino y 45 del masculino, con edades entre 20 y 30 años y edad media de 25 años, cursan primero, segundo y tercer semestre, del programa de Psicología, adscritos a la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) – sede Bucaramanga. Mantienen un promedio de calificaciones de 4.169. Criterios de inclusión tenidos en cuenta: participar voluntariamente, ser estudiante activo en los semestres 1, 2,3, contar con edades entre 20 y 30 años. Se excluyeron aquellos que presentaban edades inferiores o superiores al rango establecido.

Instrumentos: Inteligencia Emocional (IE): se utilizó el Trait-Meta Mood Scale-24 (TMMS-24) (Fernández-Berrocal, Extremera & Ramos, 2004). La prueba maneja una escala de Likert, y mide tres dimensiones destacadas de la IE con 8 ítems cada una de ellas: Percepción Emocional, Comprensión deSentimientosyRegulaciónEmocional.Encuanto a la fiabilidad, el Alfa de Cronbach para la primera dimensión es de 0,90; la segunda es de 0,90, y la tercera es de 0,86. Estilos de Aprendizaje (EA): Se utilizó el Cuestionario de Estilos de Aprendizaje de Honey y Alonso (CHAEA). El cuestionario consta de 80 afirmaciones fraccionadas en cuatro componentes de veinte ítems que corresponden a los cuatro estilos de aprendizaje (activo, reflexivo, teórico y pragmático). Los índices de confiabilidad (Alfa de Cronbach) para cada uno de los estilos son: activo, 0.6272; reflexivo; 0.7275; teórico, 0.6584 y pragmático, 0.5884. Rendimiento
académico (RA): para evaluar esta variable, se tuvo en cuenta la visión cuantitativa. De esta manera, se utilizó el promedio de calificaciones del segundo semestre de 2017. La escala de calificaciones va de cero (0) a cinco (5). De acuerdo a la Corporación Universitaria Minuto de Dios (2014) en su reglamento estudiantil, establece el siguiente nivel de calificaciones: reprobado (0 – 2.9), aceptable (3.0 – 3.6), notable (3.7 – 4.3), sobresaliente (4.4 – 4.7), y excelente (4.8 – 5.0).

Procedimiento: Fase 1: Se socializa el proyecto y se solicita el permiso a la Universidad para aplicar los instrumentos. Fase 2: Se selecciona a los estudiantes de primero, segundo y tercer semestre del programa de Psicología (sede Bucaramanga) con edades entre 20 y 30 años. A partir del establecimiento de la muestra de 145 estudiantes, se aplicó de forma grupal el TMMS – 24 y el CHAEA, después del horario de clases, en una sesión de aproximadamente 60 minutos. Además, se explicaron las generalidades del estudio y se firmó un consentimiento informado. Fase 3: Se registraron las puntuaciones en una base de datos Excel, junto con el promedio de calificaciones de los estudiantes. Fase 4: Análisis estadístico con el programa SPSS. Se aplicaron estadísticos descriptivos y de correlación de Pearson a las variables del estudio.

Resultados

Como se observa, en la tabla 1. Los estudiantes presentan un nivel de inteligencia emocional adecuada, con un puntaje promedio en percepción emocional de 27,29 y 29,58 en comprensión de sentimientos; en cuanto a regulación emocional
31,38. Con respecto a estilos de aprendizaje se evidencia una preferencia moderada en todos los estilos de aprendizaje. Sin embargo, los de mayor puntaje promedio fueron los estilos reflexivos con 14,18 y teórico con 12,58, y los de menor puntaje fueron los estilos pragmáticos con 11,24 y activo con 10,47. Finalmente, con relación al rendimiento académico, se muestra un nivel notable, teniendo en cuenta un promedio de calificaciones de 4.169.

Tabla 1. Nivel de inteligencia emocional, estilos de aprendizaje y rendimiento académico


En cuanto a los resultados obtenidos frente a la relación entre inteligencia emocional y rendimiento académico, no se encontró una relación estadísticamente significativa entre los componentes de la inteligencia emocional y el rendimiento académico, ya que se obtuvo una correlación de Pearson muy baja en percepción 0.127, comprensión 0.163 y regulación 0.025.

Por otra parte, en la Tabla 2, los hallazgos obtenidos de la relación entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico demuestran que no existe relación estadísticamente significativa entre estos.

Tabla 2. Relación entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico


En cuanto a la relación entre inteligencia emocional yestilosdeaprendizaje,seevidenciaenlaTabla3que existe relación estadísticamente moderada entre el estilo reflexivo y la comprensión de sentimientos, teniendo en cuenta que la significatividad es de p= 0,041 y existe una correlación negativa de r= ,305. De forma que cuando es mayor preferencia por el estilo reflexivo, menor nivel de comprensión de sentimientos. Con respecto a los demás estilos de aprendizaje y componentes de la inteligencia emocional evaluados, no se presenta una relación estadísticamente significativa.

Tabla 3. Relación entre inteligencia emocional y estilos de aprendizaje

Discusión

De acuerdo a los resultados, la muestra de estudiantes universitarios presenta un nivel de inteligencia emocional levemente por encima del promedio, en los componentes: percepción emocional, comprensión de sentimientos y regulación emocional. Asimismo, con relación al rendimiento académico, se evidenció que el promedio de calificaciones es notable. Al respecto, Mestre et al. (2006), plantean que los alumnos con una facultad alta para la identificación, comprensión y regulación de sus emociones, permite que se adapten mejor socialmente y gocen de una mayor estabilidad emocional, teniendo en cuenta que las habilidades sociales se han relacionado de forma positiva con la calidad de la interacción social, el comportamiento prosocial y el rendimiento académico. De igual forma, Salguero et al. (2015) sugieren que comprender la influencia de la IE favorece el proceso de ajuste psicológico y social, lo cual supone la apertura hacia la prevención y tratamiento de las diversas dificultades emocionales y sociales que pueden llegar a experimentarse durante la vida universitaria.

En relación a los estilos de aprendizaje, los resultados muestran que existe una preferencia moderada en todos los estilos. Con relación a lo mencionado, Camarero, Martín y Herrero (2000), encontraron que los estudiantes de humanidades utilizan más estrategias de aprendizaje en relación con otras facultades. Sin embargo, a pesar de la similitud de los puntajes, se destaca moderadamente el estilo reflexivo y posteriormente el teórico, sobre el activo y pragmático. En esa misma línea, tras la aplicación del CHAEA a estudiantes de Psicología, Esguerra y Guerrero (2010) hallaron en los resultados una utilización más destacada del estilo reflexivo y un menor uso del estilo pragmático.

Con respecto a la relación que existe entre inteligencia emocional y rendimiento académico, los resultados arrojaron que no hay relación estadísticamente significativa entre las dos variables.Loanteriorconcuerdaconlainvestigación de Bastian, Burns y Nettelbeck (2005), quienes no hallan asociación entre inteligencia emocional y logro académico en alumnos de universidad. Sin embargo, los resultados difieren en primer lugar, de los hallazgos obtenidos por Lam y Kirby (2002), quienes establecieron que la inteligencia emocional, especialmente la regulación, influye en el sentido, que los alumnos con puntuaciones más elevadas, muestran la tendencia a presentar mejores notas en las diferentes asignaturas. Y en un estudio más reciente, Ocampo et al. (2018) encontraron correlaciones positivas y significativas entre percepción, comprensión y autorregulación emocional, con el rendimiento académico, utilizando el Trait-Meta Mood Scale-24 (TMMS 24).

Frente a la relación que existe entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico, no se halló una relación estadísticamente en dichas variables.

Lo anterior se asemeja a lo encontrado por Caballero, Norambuena, Gálvez y Salamé (2015) frente a la escasa relación entre desempeño académico y estilos de aprendizaje en una muestra de estudiantes de Trabajo Social. Estos resultados discrepan de algunos estudios similares. Por ejemplo, Ruiz, Trillos y Morales (2006), encontraron una correlación positiva y significativa entre los estilos teórico y reflexivo, y el desempeño académico. De igual forma Manzano e Hidalgo (2009), demostraron que los estilos pragmático y reflexivo inciden en el desempeño académico del segundo idioma. Esguerra y Guerrero (2010) también hallaron un vínculo significativo entre estilos de aprendizaje y rendimiento académico.

En cuanto a la relación que existe entre inteligencia emocional y estilos de aprendizaje. La hipótesis apuntaba a encontrar una relación positiva y significativa entre inteligencia emocional y ciertos estilos de aprendizaje. Sin embargo, los resultados arrojaron que únicamente el estilo reflexivo presenta una correlación significativa negativa, con el componente de inteligencia emocional asociado a comprensión, lo cual podría indicar que los participantes con mayor utilización de dicho estilo presentan menor capacidad para comprender sentimientos. Lo anterior podría explicarse con la tendencia racional marcada del reflexivo, que destaca su alta capacidad analítica, su actitud prudente y su distancia con matices emocionales. Esto último, iría en contravía de la comprensión de sentimientos, donde cobra gran importancia el contacto con la vida emocional y su integración con los pensamientos. Con relación a los demás estilos de aprendizaje y elementos de inteligencia emocional, no se hallaron relaciones estadísticamente significativas. En esta línea, se resalta que son pocos los estudios que apuntan a correlacionar las dos variables mencionadas en población universitaria.

Conclusiones

La muestra de estudiantes universitarios de la facultad de Psicología, adscritos a Uniminuto, presentan un nivel de inteligencia emocional levemente superior al promedio, teniendo en cuenta los resultados de las dimensiones evaluadas, y una utilización moderada de todos los estilos de aprendizaje, resaltando sutilmente el uso del estilo reflexivo. En ese sentido hay una tendencia a presentar de forma equilibrada la percepción emocional, la comprensión de sentimientos y la regulación emocional, así como los estilos pragmático, activo, reflexivo y teórico.

Frente al vínculo entre inteligencia emocional y estilos de aprendizaje, únicamente se encontró relación moderada entre el estilo reflexivo y la comprensión de sentimientos, a partir de una correlación negativa que señalaría que entre más predomine el primero, menor capacidad en el segundo. En ese sentido, el resultado sugiere que entre más se tienda a establecer una postura analítica en el aprendizaje, mejor capacidad de entender componentes emocionales a nivel intra e interpersonales.

Finalmente, la inteligencia emocional y los estilos de aprendizaje no se relacionaron con el rendimiento académico, teniendo en cuenta la escasa correlación y significatividad estadística. Lo anterior difiere de diversas investigaciones que relacionan dichas variables. Esto sugiere la necesidad de continuar generando estudios que permitan establecer asociaciones contundentes, que contribuyan al establecimiento de intervenciones que recaigan sobre el fortalecimiento emocional y académico.

Declaraciones

Reconocimientos: A la Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bucaramanga (Colombia), por su apoyo durante el proceso de ejecución y recolección de información.

Financiamiento: Artículo derivado del proyecto análisis de la relación entre inteligencia emocional, estilos de aprendizaje y rendimiento académico en un grupo de estudiantes de psicología, vinculado al semillero de investigación en psicología Artífices de Huellas, adscrito al programa de Psicología.

Disponibilidad de datos y materiales: para acceder a los datos de la investigación pueden contactarse con el autor Héctor Andrés Orejarena Silva al correo horejarenas@uniminuto.edu.co

Aprobación ética y consentimiento de los participantes: la presente investigación es catalogada como de riesgo mínimo para los participantes.Asímismo,seprotegelaprivacidaddel individuo sujeto de investigación, identificándose sólo cuando los resultados lo requieran y éste lo autorice, de acuerdo a esto los datos obtenidos en la investigación serán analizados de forma general sin tener en cuenta la identidad de cada individuo (Resolución 008430, 1993).


Referencias bibliográficas

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